Muy buenos días a todos y a todas. Quiero agradecer a los presidentes, a los señores cancilleres y especialmente a nuestra anfitriona, mi querida amiga y compañera presidenta de la República Federativa del Brasil, Dilma Rousseff; al pueblo brasilero por su cálida bienvenida, y a la presidenta por sus cálidas palabras en cuanto a mi persona. De cualquier manera esta no va a ser afortunadamente mi última reunión, sino que seguramente vamos a tener otra, pero quiero sinceramente reconocer el afecto y la sinceridad que siempre me ha dispensado y decirle que es absolutamente retribuida por mi persona.
Creo que hace 8 años cuando me tocó ingresar como presidenta de la República Argentina al MERCOSUR, en una reunión en Montevideo, ese MERCOSUR tenía una integración original, los cuatro países que se habían conformado, y ahora, al cabo de 8 años y hoy con la incorporación del compañero presidente del Estado Plurinacional de Bolivia Evo Morales en nombre de su país, más la incorporación que tanto nos costó y por la cual tanto luchamos de la República Bolivariana de Venezuela, somos seis.
Si uno observa el mapa de la América del Sur, podrá ver que todo lo que está coloreado en azul hoy es MERCOSUR. Es impresionante verlo así porque uno advierte la magnitud de la importancia que esto tiene, de esta integración, y la necesidad de profundizar esa integración en momentos en los cuales en el mundo se intenta una vez más volver a cambiar los términos de intercambio comercial que durante décadas favorecieron a los países del centro y perjudicaron notablemente a las economías emergentes.
Hemos avanzado mucho en esta integración, la incorporación en el día de la fecha de Bolivia así lo demuestra. Pero también tenemos que profundizar, tal cual lo hemos hablado en privado, la integración en términos reales. Porque al ver el mapa uno advierte claramente el potencial como mercado de consumo, como mercado comercial que tenemos y que todavía no hemos explotado suficientemente.
También la integración de Venezuela, la integración de Bolivia, constituyen un éxito para el MERCOSUR y un estrepitoso fracaso para quienes durante años pronosticaron, con profecías que estamos acostumbrados a escuchar, que el MERCOSUR finalmente iba a fracasar y no iba a servir. Yo creo exactamente lo contrario. Estoy convencida de que la unidad de la América del Sur va a permitir sostener estos años de crecimiento económico y de inclusión social y económica sin precedentes que ha tenido la región.
De cualquier manera, como somos dirigentes y presidentes responsables, no podemos dejar de advertir los desafíos que tenemos por delante. Alguien recordaba que hoy se cumplen 40 años del Plan Cóndor. Para los muy jóvenes el Plan Cóndor fue un plan que en general era para intervenir en los procesos democráticos, derrocar a los gobiernos democráticos y luego servir de apoyatura a las dictaduras y de persecución a los militantes nacionales, populares y democráticos. Tal vez se esté pergeñando en algún lugar un nuevo plan que no se llame Cóndor y que seguramente no va a tener la intervención de las fuerzas armadas, sino que tal vez va a ser más sutil, más sofisticado. En algunos casos pueden ser buitres, ya no cóndores, no es casual, siempre son aves de rapiña, no es casual la elección, más allá de que el cóndor es toda una imagen en los Andes y también para la República Argentina.
Pero en realidad creo que tenemos que fortalecer más que nunca nuestras democracias y sí hay una conquista que hemos hecho juntamente con el MERCOSUR y la UNASUR, que es la inclusión de la cláusula democrática, que significa lisa y llanamente que cualquier estado integrante del MERCOSUR o de la UNASUR cuyo gobierno sea derrocado, sea removido o no sea producto de elecciones libres, populares y democráticas, pierde inmediatamente el carácter de estado miembro.
Esta cláusula de garantía debe ser sostenida no solamente desde el plano de lo jurídico, sino desde el plano de lo político y de lo social, con la solidaridad para todos aquellos estados, para todos aquellos gobiernos y pueblos que intenten ser desestabilizados o atacadas sus democracias. Por eso toda nuestra solidaridad con todos y cada uno de los miembros de este bloque.
También, porque fue mencionado por quien me precedió en el uso de la palabra, el compañero presidente de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro, que planteó la cuestión de Guyana y Venezuela, cuestión que ha llegado también a todos nuestros países a partir de una carta que nos dirigiera su presidente y que hemos contestado, vamos a abogar por el cumplimiento de los instrumentos, de los tratados firmados entre ambos países, pero por sobre todas las cosas por preservar dentro del ámbito de la UNASUR y del MERCOSUR los instrumentos y crear las condiciones para que haya diálogo y podamos procesar dentro de estas instituciones, MERCOSUR y UNASUR, la solución de las diferencias, la solución de las diferentes posiciones.
No va a ser fácil pero tampoco va a ser imposible, porque podemos dar testimonio de que la UNASUR ha dado cuenta de situaciones de gran conflictividad como fue la que atravesó el Estado Plurinacional de Bolivia, cuando nos reunimos en La Moneda, en Chile, y por unanimidad declaramos la necesidad de preservar la democracia en Bolivia, sostener el gobierno del compañero Evo Morales y la conformación de una comisión que viajara a Bolivia para estudiar, analizar la violación de los derechos humanos.
Y realmente tuvimos éxito, pudimos conjurar aquel intento de golpe de estado y derrocamiento de Evo Morales. Pero no fue el único, también en otra oportunidad un intento de golpe suave, ya no con fuerzas armadas sino policiales, contra Rafael Correa, presidente de Ecuador, y estando quien habla a cargo de la presidencia pro témpore de la UNASUR nos convocamos en Buenos Aires y también pudimos conjurar en ese momento el intento de derrocamiento.
Ni qué hablar de la labor como primer secretario general de la UNASUR de mi compañero el presidente Néstor Kirchner, cuando estalló un diferendo entre las hermanas repúblicas de Colombia y Venezuela y pudimos lograr, mediante una gran tarea de diálogo y acercamiento, el acuerdo de Santa Marta que permitió superar las diferencias.
Como verán la UNASUR tal vez no tenga el backstage de Naciones Unidas ni tampoco el marketing de Naciones Unidas, pero la verdad que a la hora de resolver conflictos sin necesidad de tirar un solo tiro y sin que hubiera ningún inconveniente, hemos demostrado eficacia y eficiencia. Y esto no significa, por favor, porque mañana ya veo que en algún medio de comunicación van a decir “la presidenta de Argentina criticó duramente a Naciones Unidas”, y no es así, es simplemente que sabemos las inmensas dificultades y presiones que se efectúan sobre Naciones Unidas, sobre sus autoridades, que siempre tienen la mejor predisposición para abordar todos los conflictos pero sufren presiones muy grandes de algunos de los miembros.
Acá como somos todos los estados iguales, como acá no hay un Consejo de Seguridad donde cinco o seis pueden vetar y decir que lo que dice el conjunto está mal y hacer prevalecer posiciones hegemónicas de uno, de dos, de tres o de cinco países, resolvemos las cosas con mayor velocidad y eficacia. Con lo cual deberíamos plantear que el tratamiento igualitario de los países, cualquiera sea su tamaño económico, su poderío militar o tecnológico, es precisamente uno de los mayores inconvenientes que hoy tiene, no ya la ONU, sino el mundo, para resolver conflictos: la desigualdad y la relación de fuerzas es lo que está impidiendo resolver conflictos que hoy asolan a muchos lugares del planeta.
Por eso con mucha humildad, pero con mucha firmeza y fundamentalmente con resultados, ponemos como ejemplos el caso de la UNASUR, todos los Estados que la conforman están en pie de igualdad, el voto de cada uno vale lo mismo que el del otro y las decisiones se toman por unanimidad, un buen método para encontrar soluciones. Creo que esto debe ser tomado como un ejemplo y la verdad que estamos en una reunión del Mercosur, pero yo no me canso de enorgullecerme de ser suramericana y una de las fundadoras de la UNASUR, como también ser mi país, la República Argentina, uno de los fundadores del Mercosur, este Mercosur que empezó con cuatro miembros y que hoy cuenta con seis miembros y ocupa la mayor parte del territorio de Sudamérica y también la mayor proporción de producto bruto, de población y de comercio.
Para terminar, porque no quiero extenderme demasiado, agradecerle una vez más a Dilma y a todos y cada uno de los integrantes de este cuerpo y seguramente cuando nos volvamos a reunir, en la última semana de agosto, tanto Mercosur como UNASUR, podremos abordar problemas pendientes, como el que acaba de plantear el compañero de Venezuela, pero al mismo tiempo tener una visión más clara, con nuevos miembros, de cómo articular mecanismos que le den mayor profundidad y mayor protagonismo a este formidable instrumento, que no es económico únicamente, que se hace mucho hincapié en lo económico, pero los conflictos, compañeras y compañeros presidentes, legisladores y parlamentarios en el mundo siguen siendo profundamente políticos, siguen teniendo que ver con el poder, con la geopolítica, en la cual la economía es un capítulo importante, pero la política sigue siendo lo fundamental.
Muchas gracias, y tengan todos ustedes muy buenos días.