Desde el Salón de los Patriotas de Casa Rosada homenajeamos a Néstor Kirchner, a 5 años de su elección como primer Secretario General de UNASUR. Lunes 04 de Mayo del 2015.
Muchas gracias, muy buenas tardes a todos y a todas; señor secretario general de UNASUR, querido compañero Ernesto Samper, también ex presidente de la hermana República de Colombia; querido compañerísimo Alí, yo sé que están siempre los pibes, no se olviden que tienen que estar siempre, esté o no esté Cristina siempre tienen que estar para la liberación los jóvenes: la verdad que -recién las palabras del compañero Alí – al ver las imágenes ante nuestros ojos, que mueven recuerdos, que no solamente tienen que ver con lo político, sino también con lo personal, porque no solamente nos unía, a todo ese grupo fundador de la UNASUR relaciones institucionales y políticas, también afortunadamente, nos unían relaciones personales profundas. Porque además creo que también – por qué no decirlo – ese entendimiento, ese común mirar de las cosas fue lo que facilitó, lo que permitió el surgimiento inédito en la historia, de este cuerpo que se llama UNASUR y que era el afecto y el cariño también con que nos dispensábamos Hugo, Lula, Evo, Rafael y otros compañeros y compañeras, que luego se fueron incorporando, más tarde, al llegar a la presidencia.
Y la verdad que cuando decíamos todo lo que pasó en esos seis meses, en esos seis meses intensos, que tuvo Néstor como presidente de UNASUR; cuando Alí recordaba aquella memorable Reunión de Mar del Plata, que no fue de UNASUR, pero que fue de las Américas, pero que estaba allí latente ese espíritu de la UNASUR, que afloró después más tarde y que explotó – literalmente – con ansias de libertad, con ansias de identidad con ansias de autonomía y de erradicar – como decía Ernesto – definitivamente la pesadilla neoliberal, de los años 90, que había arrastrado a nuestros pueblos a niveles de exclusión y de pobreza, que comenzamos a revertir, que todavía falta mucho porque somos un continente muy desigual, pero la verdad si uno ve aquella América del Sur, de 1999, cuando Hugo empezó su primera presidencia; luego en el año 2002, cuando Lula empezó su presidencia en Brasil, o en el año 2003, cuando Néstor lo hizo, en este bendito país y vemos todas las cosas que se lograron y – cómo señalaba recién Ernesto – cada uno de los conflictos que nos atravesaron y que pudimos resolver en paz.
Y una definición muy importante, que tal vez debe ser tomada con mayor profundidad y densidad de cuándo interviene la UNASUR. La UNASUR no interviene cuando hay un conflicto de poderes, cuando hay un conflicto interno en un país. No, la UNASUR ha intervenido en cada oportunidad que se ha visto amenazada la soberanía del pueblo, la voluntad popular en cada nación. Ahí la UNASUR estuvo presente: cuando al compañero Evo Morales intentaron destituirlo y entonces nos reunimos prontamente, en la hermana República de Chile y firmamos la Declaración de la Moneda; intervenimos cuando Rafael Correa, presidente del Ecuador, quiso ser destituido por una rebelión policial, rebeliones que ya sabemos cómo son incentivadas; intervenimos también cuando dos países hermanos, como Venezuela y Colombia, tuvieron un conflicto que inició uno, y luego finalmente el presidente Santos, junto a Hugo, y con la intermediación paciente de Néstor. Creo que tenía más paciencia con ellos que conmigo, como uno de nosotros en algunas cosas, pero así era intenso y ahí se lanzaba, sin medir consecuencias, sin medir costos políticos. Nunca midió ningún costo político, ni quedar bien, nunca intentó quedar bien ante los poderes de turno, siempre intentaba – y lo lograba – quedar bien con los pueblos y con la historia, que era su compromiso.
Y hoy nuestros países de la América del Sur enfrentan nuevos desafíos, lo charlábamos hace pocos días cuando estuvo en otra visita Ernesto Samper, que me visitó en Olivos, y decíamos que hoy existen formas tal vez más sutiles de intervención foránea en nuestros países y en nuestras democracias, más sutiles y, por lo tanto, más sofisticadas, más imposibles de detectar en forma inmediata, pero que también atentan contra la soberanía de los pueblos.
Por eso creo que en este mundo atravesado por conflictos étnicos, religiosos, muchas veces artificialmente armados o había resabios, como bien decía recién Ernesto, resabios aunque parezca mentira, de la Guerra Fría, nuestro país, nuestra región debe ser preservada como una región de paz y ayudar, tal cual lo manifesté en mi intervención en la última Cumbre de las Américas, ayudar a la hermana República de Colombia y a su Presidente, Juan Manuel Santos, para terminar con ese conflicto interno y entonces sí rescatarnos como una tierra de unidad total y absoluta tanto entre nuestros pueblos como también internamente en cada uno de nuestros territorios.
Estoy segura, Ernesto, esto ya te lo digo como colombiano, no como presidente de la UNASUR, que lo vamos a lograr, porque todos estamos comprometidos en que cada uno de nuestros países sea territorio de paz, de encuentro para poder seguir creciendo y para honrar la memoria de los que partieron antes que nosotros pero que están más presentes que nunca.
Cuando recién descubría el retrato de mi compañero, cuando recién descubría el retrato de Hugo, y nada y nada menos que en este mismo Salón. Este Salón no es un salón cualquiera, no solamente hay colgados cuadros de todos los latinoamericanos y sudamericanos ilustres. En este mismo lugar, se van a cumplir este año, cinco años también despedimos a mi compañero y las cosas de la vida, también estaba Hugo con nosotros, que me acompañó junto a mi familia, a mis hijos, sus hermanos allá al lejano Sur.
Quién iba a imaginar que apenas dos años después iba a tener que viajar también a Caracas con mi hija, a despedir a ese compañero. Fueron pérdidas grandes, pero no solamente en términos personales que uno siempre está perdiendo cosas, es solamente en términos de Venezuela y de Argentina. Sinceramente como militante, ya no hablo como Presidenta, siento que fueron pérdidas importantes para la Nación y para nuestra historia.
Es por eso que creo que, y para finalizar, el mejor compromiso que podemos tener con esos hombres que dieron su vida, que lucharon hasta el último momento, sabiendo que debían hacer cosas por su salud para resguardarse y cuidarse y no las hicieron, se negaron a descansar, se negaron a ir a una cama como cualquier otro a recuperarse, porque para ellos la vida era otra cosa. La vida era luchar, la vida era no bajar los brazos, que como los árboles, si era necesario, morir de pie pero no en una cama.
Ese fue su compromiso, no fueron hombres de la comodidad, al contrario, vinieron a este mundo a incomodar, a incomodar a los poderosos, a incomodar a los poderes establecidos, a desafiar las reglas, esto no se puede porque pasa tal cosa, aquello tampoco porque tal otra. Vinieron a encender el fuego, no a apagarlo. Pero encender los buenos fuegos, los fuegos de la igualdad, los fuegos del pueblo, no los fuegos que incendiaron otros que incendiaron pueblos con sirenas y con represión. Los fuegos de ellos, fueron los buenos fuegos, los de dar más por el pueblo, los que para que la gente viva mejor. Esos son los fuegos que tenemos que mantener encendidos, con la militancia, con la gestión, con gobernar por el pueblo y para el pueblo.
En nombre de esos fuegos, en nombre de esos recuerdos, es que venimos hoy a honrarlos aquí. Y junto a ellos, a todos los hombres y mujeres que nos acompañan acá eternamente en esta Casa de Gobierno que es el símbolo de Argentina.
¿Por qué es el símbolo de la Argentina? Porque aquí reside parte de la soberanía popular; la otra parte está en el extremo de esta avenida, allá en el Congreso, donde reside la otra parte del poder popular.
En estos dos polos, Congreso y Casa de Gobierno, donde están los representantes del pueblo, que nadie se confunda ni nadie se equivoque, ese poder que se somete a elecciones cada dos años, que tiene el control del pueblo, es el único control que admite la Constitución, y que es en definitiva, el control de los hombres y mujeres que ejercen la soberanía también todos los días y al cual todos, todos aquellos que somos militantes de los partidos nacionales, populares y democráticos nos hemos sometido siempre, porque el orgullo más grande que tenemos, es poder mirar a los ojos de cualquier argentino, de los argentinos que nos quieren y de los que no nos quieren tanto y de los que no nos quieren nada, para decirles que, con nuestros errores y con nuestras equivocaciones, jamás hemos ocupado ni jamás ocuparemos, ningún lugar que no nos haya sido conferido por el voto sagrado del pueblo.
Muchas gracias a todos y a todas.
Muchas gracias.
Necesitamos que los distintos dirigentes responsables de las organizaciones, también organicen cursos de formación sobre política internacional, sobre historia internacional.
Ustedes se dieron cuenta que prácticamente, salvo cuestiones catastróficas o muy evidentes, parece como que la Argentina fuera un planeta solo en el mundo, que no existiera el resto, porque no hay una sola noticia internacional de nada, de las económicas ni hablemos.
Tenemos que prepararnos, tenemos que saber, porque al que no estudia, al que no sabe lo que pasa y cómo se fueron produciendo los acontecimientos, lo llevan de la nariz. Sobre todo, en un mundo, donde los medios de comunicación y, fundamentalmente también, las redes sociales han adquirido una gran importancia, el problema es la selectividad de la información.