Palabras de la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, durante su intervención en la VII Cumbre de las Américas, República de Panamá, 11 de abril de 2015.
Muchas Gracias.
Señor Presidente: en primer término, agradecer al presidente Juan Carlos Varela, la cálida bienvenida de él y de su pueblo, a esta VII Cumbre de las Américas. También saludar a todos los mandatarios y mandatarias presentes, Jefes de Delegaciones.
Bueno, no resulta hablar después de la intervención del presidente de la República de Cuba, amigo y comandante Raúl Castro, pero creo sinceramente que, a partir de esta intervención, sería necesario que en todas las Cumbres, no solamente en la de las Américas, sino en todas las Cumbres, en todos los Foros Internacionales, en las cuales somos tan afectos a incluir como en esta, y estoy muy de acuerdo en hacerlo, las palabras, las ideas y las convicciones de equidad, de prosperidad y de igualdad, nos decidiéramos también a incluir como tema la sinceridad. Porque, sin sinceridad, podemos abordar los problemas, podemos describirlos pero difícilmente podamos llegar a la raíz de por qué surgen esos problemas. Y quiero referirme puntualmente a dos o tres cuestiones, para hacerle honor al ahorro de tiempo que nos ha solicitado gentilmente el presidente de Panamá.
En principio, quiero referirme a la intervención que le cupo al señor presidente de la República de Colombia, doctor Juan Manuel Santos, en relación a dos temas. Uno, de carácter global y que nos preocupa a todos, pero que además de preocuparnos debe ocuparnos en señalar las causas, las consecuencias y cómo combatir el problema del narcotráfico. Porque la droga y el narcotráfico puede convertir a Estados de esta región, en Estados fallidos.
Hablaba Juan Manuel del combate contra la droga, algo en lo que todos estamos comprometidos, pero si realmente no se aborda la droga desde el problema de los países consumidores, porque tenemos que decir también la verdad, los países en donde se la produce no es mayormente donde se la consume. Y también hablar del financiamiento del narcotráfico, porque en los países productores, cuando sale la sustancia tóxica, vale 2.000 dólares, pero, por ejemplo, llega a Chicago y vale 40.000.
Entonces, deberíamos abordar y deberían abordar fundamentalmente los países que más consumen droga este problema y, fundamentalmente también, el nudo de la cuestión, el financiamiento. ¿En dónde se lava el dinero del narcotráfico? ¿En los bancos de los países que la producen o en los bancos de los países desarrollados y los paraísos fiscales que pertenecen a los países desarrollados?
No seamos cínicos, no seamos cínicos. Miles y miles de millones de dólares que se blanquean en paraísos fiscales y en bancos de los países desarrollados, si no se aborda ese problema no hay solución para el narcotráfico. De la misma manera y con el mismo ahínco que se investiga y se sigue el financiamiento del terrorismo internacional, se debe también seguir el financiamiento y el camino de dónde va el dinero de los carteles de la droga. Si no se aborda desde ese punto de vista, vamos a tener 20.000 cumbres, y lo que es peor, los países emergentes van a quedar con los muertos y con las armas que también producen los países desarrollados y le suministran a los carteles.
Fíjense qué contradicción: con la droga y el dinero se quedan los países desarrollados; con los muertos y las armas, los pobres de América latina. Entonces, abordar este problema significa tener una clara política por parte de las naciones centrales en el tema del lavado del producido de ese dinero.
Quiero también felicitar al presidente Juan Manuel Santos, por su terquedad, si se me permite el término, para encarar el proceso de paz en un país fracturado, dividido territorialmente, enfrentado, con miles de víctimas, con miles de muertos, con miles de desplazados hacia las naciones vecinas.
El compromiso de mi país y de toda la región en ayudarlo y apoyarlo. Nos interesa que Colombia vuelva a ser una sola, un solo territorio, y tenemos que comprometer todo nuestro esfuerzo en eso.
La verdad es que esta es mi última Cumbre, como Presidenta de la República Argentina, también creo que es la última Cumbre del presidente Barack Obama. Y sí, es una Cumbre histórica. Es una Cumbre histórica, porque participa por primera vez la República de Cuba. Curiosamente nos enteramos de este acercamiento en mi país, cuando estábamos celebrando la Cumbre del Mercosur, el 17 de diciembre del año pasado en la cual se anunció que iba a haber un diálogo simultáneo entre el presidente de los Estados Unidos y el presidente de Cuba, Raúl Castro.
Pero por favor, no nos confundamos, yo sé que el presidente Barack Obama, lo acaba de decir, no le gusta mucho la historia o le parece que no es importante. Yo creo que la historia…A mí me encanta porque además, me ayuda a comprender lo que pasa, lo que pasó, por qué pasó y fundamentalmente, a prevenir lo que puede llegar a pasar, porque la historia enseña. No para recordarla y autoflagelarnos, o como un ejercicio de masoquismo, sino simplemente para entender por qué pasaron las cosas.
Entonces, tengamos claro que Cuba no está aquí y no estamos presenciando el encuentro de dos presidentes que finalmente de mucho tiempo decidieron darse la mano. No, señores. Cuba está aquí, porque luchó por más de 60 años con una dignidad sin precedentes, con un pueblo, que como recién lo indicaba Raúl, el 77 por ciento nació bajo el bloqueo, que sufrió y sufre aún muchísimas penurias, y porque ese pueblo fue conducido y dirigido por líderes que no traicionaron su lucha, sino que fueron parte de ella.
No por ello debemos dejar de valorar, como lo hemos hecho y así lo he manifestado en forma absolutamente positiva, la decisión del presidente Barack Obama de iniciar el diálogo, de que sea bajo su presidencia se inicie el diálogo, es una actitud positiva y la valoramos.
Y la verdad es que estamos muy contentos de venir a esta Cumbre de las Américas a producir y a presenciar más que a producir, este hecho histórico del triunfo de la revolución cubana, porque el verdadero triunfo de la revolución cubana es este que hoy estamos viviendo aquí.
Y estábamos contentos, porque digo, bueno vamos a participar, voy a participar como Presidenta en la última reunión en un hecho histórico. Y en eso estábamos, cuando de repente surge o se firma un decreto, en donde se declara a la hermana República Bolivariana de Venezuela, como amenaza para la seguridad de los Estados Unidos de Norteamérica.
Confieso, les confieso a todos mis colegas, que cuando escuché la noticia dije: no, debe haber un error, debe ser que no están de acuerdo con las políticas, que condenan las políticas. Y no, me trajeron la orden, una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos.
Y la verdad que no me surgió una respuesta de carácter flamígero, antiimperialista. Lo primero que hice fue reírme, porque realmente resulta absolutamente inverosímil, casi rayano en lo ridículo, no solamente que Venezuela sino cualquier país de nuestro continente, pueda resultar una amenaza para la mayor potencia del mundo. Más allá de la idea que se tenga acerca de Estados Unidos, no podemos dejar de desconocer que es la mayor potencia militar, económica, financiera y científica, con un presupuesto de 640 mil millones de dólares, 640 mil millones de dólares. Que de paso y agrego así como al pasar, deberían hacerlos más efectivos para combatir el narcotráfico y a la inmigración ilegal. Porque con tanto presupuesto, no se entiende cómo no se puede combatir al narcotráfico y hay 11 millones de indocumentados.
Pero siguiendo con el tema. Le preguntaba anoche a Nicolás Maduro: “¿Cuánto es tu presupuesto militar?” Y creo que me dijo 1.000 millones, 2.000 millones de dólares, un poquito más.
¿Cómo puede, entonces, concebirse que la mayor potencia del mundo pueda considerar una amenaza a la República Bolivariana de Venezuela? Es más, escuchaba el discurso o las explicaciones del presidente Barack Obama a sus propios compatriotas luego de firmar el día 2 de abril el acuerdo con Irán acerca de la materia nuclear, conjuntamente con los otros integrantes del Consejo de Seguridad más Alemania, explicarles a sus propios compatriotas, que debían sentirse seguros porque Estados Unidos era el país más poderoso del mundo y que Irán apenas contaba con un presupuesto de 30.000 millones de dólares mientras que Estados Unidos contaba con un presupuesto de más de 600 mil millones de dólares.
Es una sinrazón y es realmente una pena, presidente Obama, no sé si estará presente o si se habrá retirado, no alcanzo a ver, tendría que ponerme los anteojos y no tengo ganas, no está, no importa, alguien se lo contará. Es una pena realmente, que tal vez producto de negociaciones internas en su país, porque sabemos también que no las tiene fácil, sabemos también de los sectores más reaccionarios que lo acorralan, que le piden cosas, sabemos de la negociación política que tiene que llevar a cabo con varias dificultades.
Pero, realmente, si querían enfrentar a Venezuela, deberían haber encontrado otra forma, porque en realidad, nadie puede creer esto. Como nadie puede creer que el Reino Unido haya declarado también una amenaza a mi país, la República Argentina, respecto de nuestro propio territorio que son las Islas Malvinas.
Resulta absurdo que un presupuesto de casi 60.000 millones de dólares, 2.3 del PBI del Reino Unido, está dedicado a defensa. Absurdo también. Pero me llamó la atención la similitud y la simultaneidad de ambas posiciones. Y me llama la atención porque han gobernado mi país dictaduras terribles que acabaron con la vida de miles de argentinos y que fueron, precisamente, las que decidieron la guerra de Malvinas en 1982. Y, sin embargo, con ellos se tuvo siempre relaciones casi diríamos cordiales.
Por eso digo que es una pena que esta Cumbre se vea ensombrecida por esa decisión. Y pedimos, junto a los demás hermanos países, que ese decreto sea dejado de lado. Pero no por una cuestión…Miren no voy a apelar ni a la soberanía ni a discursos lacrimógenos, simplemente apelar al sentido común.
Decía el líder que fundó mi movimiento, el general Perón, que se vuelve de cualquier lugar menos del ridículo. Y la verdad, que resulta absolutamente ridículo considerarnos a cualquiera de nosotros una amenaza.
También, y para finalizar, señor Presidente, a mí sí que me gusta la Historia y he leído también que se dice que los guías de nuestra agenda, lo dijo el presidente Obama también, en este hemisferio, a menudo suponía que Estados Unidos podía interferir con impunidad ya están en el pasado. Es cierto que las interferencias que recordamos y que hizo mención, por ejemplo, el presidente Castro, derrocamientos de gobiernos democráticos, tal vez el más emblemático el de Salvador Allende, Jacobo Árbenz, forman parte de la historia, de invasiones o de la tercerización de los golpes a través de las Fuerzas Armadas locales de cada país.
Pero también es cierto que han surgido nuevas formas más sutiles de intervención e influencia en nuestros gobiernos a través de lo que se conoce como “los golpes suaves”. Golpes suaves donde se utilizan medios masivos de comunicación multinacionales, denuncias falsas, asociaciones caprichosas de Estados con otros Estados para hacer no sé qué cosas y que conspiraciones. Son más sutiles, son más sofisticadas, pero no por ello dejan de ser intervenciones y siempre encuentran su origen en nuevas organizaciones bajo el nombre de ONGs.
El otro día lo leía en un artículo muy interesante en un diario de México, ONGs que siempre luchan o por la libertad o por los derechos humanos o por todas las cosas loables que todos compartimos, que nunca se sabe de dónde se financian, que siempre están dispuestas a hacer las denuncias más esotéricas, que nunca pueden comprobarlas, pero que apuntan claramente a la desestabilización de los gobiernos de la región y, fundamentalmente, de aquellos gobiernos, curiosamente, que más han hecho por la equidad, por la educación y por la inclusión social.
Yo creo en las palabras de los que dicen que quieren un mundo más justo, donde los chicos vayan al colegio, donde todos tengan derechos, donde puedan estudiar, donde haya salud. Pero entonces, ¿por qué se combate y de tilda de populistas precisamente a los gobiernos que en América del Sur, que en la América latina, han sido los que mayores logros en materia de derechos humanos, de equidad, de inclusión, de educación, de salud han logrado? ¿Por qué apoyaban o apoyan a gobiernos que plantean políticas neoliberales que excluyen ciudadanos? ¿O por qué combaten a los gobiernos que por allí pueden tener diferencias y es lógico que las haya, pero que podemos mostrar certificado de haber sido en esta década los que más compatriotas hemos incluido y le hemos robado al hambre, a la miseria y a la pobreza?
Por eso digo, para finalizar, señor Presidente, y no extenderme, que es necesario, que luego cuando hablemos a solas los mandatarios, lo hagamos con absoluta sinceridad. Todos sabemos que cuando hablamos de los grandes países dominantes en la región, cuando decimos Estados Unidos, no estamos hablando únicamente del Poder Ejecutivo. Estamos hablando de un montón de factores de poder, porque las propias conformaciones de las potencias van generando poderes que se van autonomizando del poder político electo por los pueblos. Y que muchas veces enfrentan a ese propio internamente poder político electo por los pueblos, cuando esos gobiernos no sirven a los intereses de los grandes grupos. Y si no, y tomando dos ejemplos históricos, pese a que no le gusten, uno lo dio el propio Raúl Castro cuando nos cuenta que justamente cuando el presidente John Kennedy había entablado comunicación con el presidente Castro para comenzar el deshielo, resulta ser asesinado. Todavía no se sabe quién lo asesinó, pero lo cierto es que no fue ningún comando ni bolivariano, porque no existía, ni cubano tampoco, lo mataron en su país norteamericanos.
Y Abraham Lincoln, otro hombre que también, fundador del Partido Republicano, gran patriota al que hizo mención mi querido amigo el presidente de Ecuador, Rafael Correa, gran estadista que por suerte pudo ganar la Guerra de Secesión, que fue además el basamento de la grandeza de los Estados Unidos, porque no fue la Cabaña del Tío Tom la que lo movilizó a Abraham Lincoln a pelear en la abolición de la esclavitud, es que quería a los negros, en lugar de trabajar en las plantaciones, trabajando en las fábricas, produciendo valor agregado para hacer un gran país.
Entonces, la historia es importante para entender por qué países han surgido de una manera…Alguien lo preguntaba también, ¿cuál ha sido la diferencia –Correa creo-, por qué si nacimos todos al mismo tiempo o casi simultáneamente en nuestros derechos de independencia, algunos todavía seguimos siendo países emergentes y otros, como Estados Unidos, han tenido la suerte de ser una gran potencia, la más grande del mundo?
Bueno, porque hay que estudiar la historia y ver lo que hizo su dirigencia. Su dirigencia no fueron las élites que gobernaron nuestros países y que miraban a Europa o al Norte para ver qué mandato les daban. Al contrario, fueron verdaderos patriotas, como Lincoln, como Jefferson, como Franklin.
Entonces, la historia es importante, porque la historia nos explica por qué unos somos una cosa y otros son otra. Porque todo tiene que ver con todo.
Por eso, señor presidente de Panamá, quiero agradecerle profundamente esta reunión, la cordialidad. También quiero, para finalizar, extender un fraternal saludo de apoyo al desastre natural que está viviendo la hermana República de Chile y a su Presidenta, mi querida amiga y compañera Michelle Bachelet y decirles a todos que es necesario, sinceramente, abordar con mucha sinceridad los problemas que tenemos.
No le tengamos miedo a la historia, no le tengamos miedo a las ideologías. Al contrario, miren lo que ha pasado después de que decretaron el fin de las ideologías, aparecieron los fundamentalistas, que son el verdadero problema que hoy tiene la seguridad y la paz en el mundo, mucho más problemático que las ideas. Porque las ideas, se pueden combatir con otra idea, pero cuando alguien te dice que mata en nombre de Dios, es mucho más difícil dar la pelea y el combate.
Por eso, no reneguemos de las ideologías, fueron las que generaron la civilización del siglo XX, las que permitieron los sólidos fundamentos del adelanto científico que va a caracterizar el siglo XXI.
Entonces, aprendamos de la historia, defendamos nuestras ideas y, fundamentalmente, entendamos que estamos ante un mundo diferente con nuevos desafíos que exige un nuevo marco teórico para entenderlo. Si no lo entendemos, difícilmente podamos abordar los verdaderos problemas y los verdaderos peligros.
Muchas gracias y muy buenos días a todos y a todas.