Palabras del Presidente Néstor Kirchner en el acto de presentación del Archivo Nacional de la Memoria, 16 de diciembre de 2003.
Señores ministros del Poder Ejecutivo Nacional; autoridades nacionales y provinciales; señores miembros del cuerpo diplomático; señores legisladores; señores representantes de organizaciones de derechos humanos y no gubernamentales; señores representantes de cultos católicos y no católicos; señoras y señores: creo que los argentinos en esta difícil tarea de restaurar, de consolidar y de refundar nuestra propia identidad, nuestra propia cadena de valores, nuestros propios valores culturales, estamos en todas las instancias ante el punto de inflexión. Seguimos conviviendo en la sociedad del doble discurso y la hipocresía o avanzamos decididamente en la construcción de nuestra verdad, en la construcción de nuestra realidad, en la construcción de la justicia, en el quiebre de la impunidad, hacia la consolidación de una sociedad donde definitivamente otros sean los parámetros que guíen las acciones de todos los que la integramos.
El Archivo Nacional de la Memoria es un hecho importante, central, por el que las distintas organizaciones de defensa de los derechos humanos han luchado fervientemente durante muchísimo tiempo, pero también es la síntesis y la resultante de una sociedad que no reaccionó como tenía que reaccionar cuando debió hacerlo. Si los argentinos y argentinas durante las cosas que nos sucedieron durante estos 30 años, pero fundamentalmente de 1975 a 1983, hubiéramos tenido el coraje, la decisión y la valentía de levantar nuestra voz ante las cosas que pasaban seguramente hoy estaríamos hablando de nuestros valientes, de nuestros héroes -porque fueron héroes- que supieron torcer la voluntad autoritaria, la voluntad represiva y genocida de una clase dirigente que se apoderó del país.
Pero debemos tener una clara definición de estos temas, porque siempre en la Argentina no sabemos qué es lo que pasa y qué es lo que sucede. No sabíamos qué es lo que pasaba y qué es lo que sucedía cuando uno a uno nuestros hermanos eran arrancados de sus casas, de sus trabajos, de la calle, de su militancia, por el sólo hecho de pensar diferente de quienes gobernaban coyunturalmente y de forma autoritaria la Argentina. Discúlpenme que los enlace, pero en distintos temas de la sociedad pasa lo mismo, nunca sabemos lo que está pasando y siempre nos suceden las peores cosas. Es hora de que por honor, es hora de que por recordar a aquellos que tanto pusieron, a esta generación de hermanos y hermanas que fueron sacrificados, definitivamente cambiemos nuestra conducta y tengamos una conducta de fuerza, de sincerar las realidades, para que no digamos -propio de la amnesia que tenemos los argentinos- que no sabemos lo que está pasando, sino que tengamos la fuerza para castigar, apuntalar y marcar a aquellos que nos quiebran el derrotero que los argentinos debemos tener. Porque esa es la voluntad de los que ya no están, es la voluntad de una Argentina diferente, es la voluntad por la que militaron durante muchísimo tiempo y pusieron sus ideas, su espíritu, su corazón y su vida al servicio de un proyecto diferente de Argentina.
Por eso yo siento esta sensación, la sensación de que estamos haciendo algo que tenemos que hacer, pero también siento la bronca de que lo tenemos que hacer porque los argentinos no estuvimos a la altura de la historia y las circunstancias. Dios quiera que esto sirva para generar el puente definitivo para construir una Argentina absolutamente diferente. Es un paso más de toda la lucha que estamos llevando adelante, pero tenemos que saber qué pasó, qué sucedió en cada casa, en cada lugar, en cada centro de detención. Se tiene que terminar aquello de que hay lugares que son intocables y no intocables. Los argentinos queremos saber la verdad, las instituciones donde pasaron estas cosas son instituciones de la República Argentina y del Estado argentino y la obligación es saber qué pasó allí durante todo ese trágico momento, ese trágico tiempo.
No debemos mirar más de costado cuando pasamos por cada uno de esos lugares donde martirizaron a nuestros hermanos, a nuestros hijos, a nuestros padres. Es por eso que hoy estamos dando, madres, amigos, un paso vital, muy importante, pero tenemos que seguir avanzando.
Les decía hoy en Montevideo a cuatro madres, que desde la soledad, con una Ley de Caducidad incomprensible de por medio aún las veía con esa potencialidad y esa fuerza buscando la verdad, que debemos acelerar todos los pasos necesarios para tener las respuestas que está necesitando la Argentina, que está necesitando toda América latina en estos temas que nos han tocado vivir y que Dios quiera que a través del Mercosur, con la creación de la Secretaría de los Derechos Humanos y demás, podamos generar el nacimiento de un espacio que definitivamente evite que nos tengamos que encontrar con nuevos operativos Cóndor y todos esos procedimientos y elementos que realmente han resquebrajado y quebrado nuestras sociedades.
Yo les quiero decir que pongamos todos nuestros esfuerzos, consolidemos las solidaridades. Todo lo que ustedes han hecho durante estos años es un ejemplo de vida, de conducta y de honestidad. Que nada los separe, porque muchos quisieran ver a quienes tanto han peleado como ustedes por los derechos humanos, quebrados y divididos.
Creo que estamos muy cerca de seguir avanzando hacia la verdad y, en ese aspecto, tenemos que hacer todos los esfuerzos para lograrlo. Porque esa verdad, que algunos creen que es descubrir la verdad del pasado y la tratan desde el pasado como si les pesara en sus espaldas -les debe pesar en las conciencias- nos va a permitir construir una sociedad totalmente diferente. Si no, nos vamos a seguir encontrando todos los días con hechos que nos avergüenzan.
Les digo con absoluta sinceridad que sí vamos a castigar fuertemente la impunidad, pero que puede haber conductas que tiendan a la impunidad rodeándonos y cerca, puede ser; que puede haber procedimientos que no corresponden, puede ser; que puede haber gente con doble, triple o cuádruples discursos diferentes para tratar de pasar esta etapa, puede ser. Porque piensan que así va a ser y que vamos a restaurar las cosas como corresponde, que ya van a volver los procedimientos que van a garantizar la impunidad, que vamos a tener nuevas leyes de perdón, que vamos a terminar con la irracionalidad irreflexiva que tienen algunos que quieren encontrar la verdad donde ya esa verdad es absolutamente innecesaria para la sociedad argentina. Por eso es fundamental que nosotros culturalmente establezcamos en nuestras acciones los pasos que corresponden.
Queridos amigos y amigas: creo que estamos compartiendo un hecho y un momentos histórico. Veo los rostros de ustedes, sé lo que significan y sintetizan. En este Salón Blanco, que muchas veces ha servido para tantas cosas negras de la historia argentina, hoy miles y miles de amigos, compañeras y compañeros están acá adentro, están con nosotros. Mal les pese, hicieron todo para que no lleguen pero llegaron, acá están.
Muchas gracias y mucha fuerza.