Discurso del Presidente Néstor Kirchner ante el Consejo de las Américas, New York, 22 de setiembre de 2004.
Agradezco a los organizadores de este encuentro por la oportunidad que nos brindan de dialogar respecto de la situación de mi país y sus perspectivas.
Es importante poder hacerles conocer los avances de la situación social, institucional y económica argentina. Es también una grata oportunidad para señalar las virtudes y potencialidades del país como para asegurar su crecimiento sostenido e integrado al mundo.
Por supuesto, tenemos también problemas y cuestiones por resolver. Se trata de cuestiones de índole interna, como la excesiva pobreza y desigualdad, la necesidad de mejorar la educación, la salud y concretar nuevas e importantes inversiones en infraestructura.
Nos aquejan también cuestiones de índole externa, como la reestructuración de nuestra deuda heredada en default, para asegurar una plena integración en los mercados financieros internacionales.
Nos interesa evidenciar las políticas que conducen a resolver ambos tipos de problemas que están en curso y demostrarles que es nuestro interés avanzar con seriedad, realismo y voluntad en el menor tiempo posible.
Permítanme que aproveche esta visita al centro financiero mundial que es Nueva York para dar, hasta donde me es posible, alguna precisión conceptual respecto de la reestructuración de la deuda argentina.
Como ustedes conocen, los detalles de la operación y la explicación al mercado nos están vedadas en estos momentos y sólo se darán a conocer por los canales especializados una vez que culmine la aprobación del trámite en curso avanzado en la SEC.
Les aseguro que esta oferta es la única que vamos a hacer. Sabemos que hay quienes piensan, y le dicen al mercado, que ésta no es la oferta definitiva, que haremos otra en pocos meses más.
Quienes dicen eso están equivocados, pues la oferta es la que saldrá al mercado y será única. Hubo mucho ruido distorsivo en el mercado. En algunos individuos hubo y hay la intención de distorsionar los hechos.
Quiero dar claridad y expresarles que nuestro país no se comprometerá a nada que no pueda cumplir y que cumplirá estrictamente con lo que se comprometa a cumplir.
El pueblo argentino no sufrió lo que sufrió para repetir la historia y para prometer lo que no puede cumplir. No estamos para hacer una oferta irreal y volver rápidamente a un nuevo default.
Ningún argentino está contento con el default, pero vamos a dar vuelta esta página triste y lamentable de la historia argentina.
Confiamos en un canje exitoso, en que los inversores nos apoyen en pos de una Argentina próspera que a partir de la regularización de la deuda vuelva a ofrecer mayores oportunidades para todos los inversores y para el mejor funcionamiento de los mercados emergentes en general.
En cuanto a las cuestiones de índole interna, es importante tener en cuenta, para valorar los diversos grados de avance, la gravedad de la situación creada por la profunda crisis que venimos superando.
Por supuesto, falta camino por recorrer, pero aunque persistan algunos problemas de resolución más dilatada, la predisposición del pueblo y del gobierno argentino es asumir la responsabilidad de enfrentarlos y poner las energías en procurar los medios prácticos de solucionarlos.
Con el ideal de ser una tierra de oportunidades queremos ser un país previsible, con creciente calidad institucional, recursos humanos de primer nivel y enormes perspectivas de crecimiento.
Sabemos que el desafío es lograr sustentabilidad interna para construir sobre ella una positiva integración al mundo.
Para obtener la sustentabilidad interna es imperioso disminuir drásticamente los niveles de exclusión y desigualdad a que nuestra sociedad se vio sometida por la aplicación de inadecuadas recetas que llevaron a la catástrofe sin remedio.
El mejoramiento de las condiciones de vida de nuestra población erradicando el hambre más urgente y la pobreza extrema, la disminución de los índices de desempleo y las situaciones de extrema desigualdad ayudará a dar firmeza política al nuevo modelo.
No puede haber democracia sostenible con exclusión social, por eso no debemos dejar que la desigualdad gane la batalla y mientras ella persista será imposible un desarrollo económico sustentable.
No se trata, para superar la crisis que aparejaron las recetas de los noventa, volver atrás en el tiempo para desempolvar viejos esquemas. Se trata de encontrar, con modernidad y realismo que parta de nuestra situación relativa y de nuestras efectivas posibilidades, las claves de un futuro que nos contenga.
Ponemos en el centro de nuestras nuevas perspectivas a la educación como eje de desarrollo de nuestra sociedad. Una educación pública de alta calidad tiene que darnos capacidad para asimilar las nuevas tecnologías y utilizarlas en nuevos productos y nuevos procesos y debe constituirse en un factor de desarrollo económico.
A pesar de no verse reflejada todavía en una mejora de la reputación internacional, nuestra economía sigue un curso de franca recuperación y hemos avanzado en cuanto a la reducción de los niveles de pobreza y desempleo, de modo que Argentina ofrece hoy importantes oportunidades de negocios para quienes estén dispuestos a invertir en actividades productivas.
Sin apoyo internacional y contrariando a veces las recetas que los organismos multilaterales de crédito buscan imponer mecánicamente, nuestro país se recupera de un modo que transforma en paradojal aquella falta de apoyo o incomprensión que hoy encuentra en quienes saludaban los datos que preanunciaban la caída.
Argentina marcha por el buen camino hacia un horizonte que preanuncia que surgirá de su crisis con un mejor Estado, un mejor mercado y más sociedad.
Un mejor Estado en cuanto incrementa aceleradamente la calidad institucional, la transparencia y el respeto por los más elementales derechos de los seres humanos, recuperando sus roles básicos y toma una actitud proactiva a favor del crecimiento sustentable.
Un mejor mercado, en cuanto cuenta con claras reglas de juego, disminuye la concentración, amplía su capacidad de consumo, su integración interna e internacional y mejora su competitividad.
Una mejor sociedad por cuanto incrementa los niveles de inclusión y equidad, mejora la educación, la salud, combate la impunidad e incrementa la participación y decisión de sus ciudadanos.
La economía, mientras tanto, otorga señales positivas y auspiciosas. No se trata de discurso, se trata de estadísticas y datos.
Un manejo fiscal responsable, una correcta política monetaria con un plan monetario cumplido durante ya 15 meses, incremento de la recaudación y del nivel de las reservas, baja inflación, bajas tasas de interés y un tipo de cambio realista y flexible fueron acompañando un crecimiento sostenido de la economía.
Las cuentas públicas nacionales presentan resultados superavitarios sin precedentes que han alcanzado el 4,1 del Producto Interno Bruto que, replicado en el orden provincial se proyectó en términos consolidados a un 5 por ciento del PIB.
La recaudación tributaria supera niveles históricos récord y subió un 39 por ciento interanual en el primer semestre. El IVA subió un 53 por ciento y el 67 por ciento ganancias.
La recuperación de las reservas, en un contexto de baja de las tasas de interés, las ubica ya a un nivel similar al 2001 a pesar de la reducción en términos netos del endeudamiento con organismos multilaterales.
El Índice de Precios al Consumidor observa variaciones de precios consistentes con un régimen de baja inflación, evidenciando para agosto una variación interanual del 5,3 por ciento, mientras los salarios reales promedio se encuentran ya a niveles similares a los de 2001, logrando una recomposición sin presiones inflacionarias.
El peso continúa siendo competitivo en términos históricos exhibe una trayectoria estable y contribuye a estabilizar un escenario favorable sostenible en los últimos meses.
Detenido el drenaje de depósitos, sin requerir asistencia, las entidades financieras han continuado un proceso de capitalización con posterioridad a la crisis, mostrando en el segundo trimestre ganancias por 400 millones en base a la caída de la morosidad (de un 40 por ciento a un 25 por ciento), la recuperación de niveles de eficiencia con reacomodamiento de estructuras, control de gastos, ampliación de la base de productos y baja de los costos financieros.
Las tasas de interés activas experimentaron fuertes descensos alcanzando niveles reales inferiores a los observados durante la convertibilidad. Los depósitos acumulan un crecimiento del 72 por ciento respecto de julio de 2002 y se ubican en un nivel superior a los anteriores a la crisis: 109.500 millones. El crédito aún no se ha recuperado.
En ese marco, luego de crecer un no vaticinado 8,8 por ciento en el 2.003, el Producto Interno Bruto de este año ha crecido fuertemente, a un 11 por ciento, en el primer trimestre.
Aquel crecimiento encontró impulso en el consumo privado y la inversión que crecieron un 11 por ciento y un 55 por ciento respectivamente.
Fue destacable la recuperación del rubro equipo durable de producción que en el primer trimestre trepó 80 por ciento interanual. La importación de bienes de capital mostraba un importante dinamismo de este componente de la inversión en los meses que siguieron.
Factores transitorios marcaron una cierta desaceleración en el segundo trimestre de modo que estimaciones provisorias lo ubican en un 7 por ciento de crecimiento, más todo indica que en el tercer trimestre nuestra economía ha retomado la senda del crecimiento a un ritmo sólo algo menor al registrado a la salida de la crisis y sostenible en el largo plazo.
Sin embargo, la variación provisoria del Producto Interno Bruto desestacionalizado del segundo trimestre de 2004 con respecto al primero arroja una suba del 0,5 por ciento y muestra una suba del 11,3 por ciento respecto de igual trimestre del año anterior.
El acumulado del primer semestre arrojó un incremento del 9 por ciento respecto del año anterior.
Ello ha ocasionado que los pronósticos públicos y privados de crecimiento para el total del año 2004 se ubiquen en el orden del 7 o el 8 por ciento, una cifra muy superior a la media para países como el nuestro.
Los sectores productores de bienes tuvieron en el segundo trimestre un incremento del 6,9 en base principalmente al aumento del 13,2 por ciento de la actividad de la industria manufacturera y del 32,4 por ciento en la construcción.
Los sectores productores de servicios registraron un aumento interanual del 5,2 sobre la base de un 11,8 por ciento de incremento del comercio y un 10,1 del sector transporte, almacenamiento y comunicaciones.
Hasta julio, la producción industrial y la actividad de la construcción lideran ese crecimiento. En los primeros siete meses del año crecieron a un ritmo de 12 por ciento y 27 por ciento interanual. La actividad industrial está alcanzando su máximo nivel histórico, registrando un 15,8 de incremento respecto del año anterior.
La evolución macroeconómica evidencia la continuidad de una variación positiva de la oferta global y de la demanda global. La inversión bruta fija registró un aumento del 50,3 por ciento como resultado de incrementos en el rubro construcción (37,6%) y equipo durable de producción (78,2%), para el primer trimestre.
Con aquellos datos, el empleo continúa creciendo a tasas elevadas y el empleo formal acumula un incremento del 7,6 por ciento interanual en los primeros siete meses de este año y la expectativa sigue siendo favorable pues el crecimiento económico sigue siendo muy intensivo en el uso de mano de obra.
La tasa de desempleo se redujo aproximadamente 7 puntos en los últimos 3 semestres, casi 10 puntos porcentuales desde el máximo alcanzado en mayo de 2002, la mayor disminución de nuestra historia.
La conjunción de elevados índices de crecimiento con estabilidad de precios dio como resultado una fuerte reducción de la pobreza: 2,5 millones de pobres menos y 3 millones de indigentes menos en 2003, manteniéndose la tendencia para el 2004.
Hemos adoptado, en materia de exportaciones, un nuevo paradigma operando en dos frentes simultáneos constituidos por la apertura de mercados y el desarrollo comercial, con lo que los esfuerzos se dirigen a detectar las mejores oportunidades para nuestros productos.
Las cifras de ventas externas muestran la creciente efectividad de esta estrategia. Argentina nunca exportó tanto.
A contrario de muchas afirmaciones de opinadores, el crecimiento de un 13 por ciento no se explica por el incremento de ventas de soja sino al fuerte incremento de las ventas de manufacturas que fue del 24 por ciento mientras los productos primarios caían un 16 por ciento en el primer semestre debido básicamente al mal clima.
Se han incrementado las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario, aumentaron este primer semestre en un 31 por ciento y las de origen industrial un 14 por ciento.
El número de exportadores aumentó un 21 por ciento (hay 1550 firmas más que ahora exportan) llegando a 9,000 las empresas que este año exportaron.
Además estamos exportando a más países, integrando nuevos mercados a nuestros destinos, de modo que exportamos más a los destinos tradicionales y en nuevos destinos. De la conjunción de ambos datos se estima que para este año alcanzaremos una cifra de exportaciones de 33.500 millones de dólares, lo que significará un récord histórico.
El resultado tendrá que ser una mejora cuantitativa y cualitativa de la inserción externa de Argentina.
En ese marco, se coloca a las políticas de empleo como eje de la política social para superar la pobreza y favorecer la integración.
El Estado destina importantes sumas para mejorar la educación, la salud, encara obras de infraestructura básica y pone en ejecución planes que buscando quebrar lógicas paternalistas instalan la búsqueda de la satisfacción de las necesidades desde la cultura del trabajo y la promoción del desarrollo humano.
Un dato resulta central. Resultado de las políticas que reseño, hemos disminuido en diez puntos el porcentaje de la población bajo la línea de pobreza. Nuestros registros históricos no habían conocido un fenómeno de tan pronunciada baja en tan corto lapso de tiempo.
No sólo estamos superando la crisis. Estamos echando las bases de un nuevo país. Un nuevo país más inclusivo, con más equidad y justicia social.
Argentina necesita inversiones que se destinen a lo productivo. Queremos construir un capitalismo serio, donde los monopolios no imperen y la concentración no ahogue la iniciativa de los pequeños y medianos empresarios.
Capitalismo serio donde el inversor se sienta respetado al igual que el consumidor. Un capitalismo con reglas claras y explícitas donde los organismos de control cumplan su rol.
Capitalismo serio que cuente con un Estado inteligente que pueda estar presente para corregir los males que el mercado por sí no repara. Capitalismo donde se valore la inclusión social.
Estamos haciendo de Argentina un país serio. Un país normal. Las inversiones productivas ayudarán a esa construcción colectiva.
Se trata de datos estadísticos incontrastables. Esos son los números de nuestra recuperación, el resultado de nuestros cotidianos esfuerzos.
Cuando todo indicaba que marchábamos a una profunda crisis, éramos considerados como país alumno ejemplar de la aplicación de las recetas de los organismos multilaterales de crédito.
Resulta claro ahora que marchamos en rumbo contrario, que avizoramos el final de un largo túnel y vamos mejorando gradualmente. No pretendemos ser tomados como ejemplo, sólo requerimos un examen objetivo, desapasionado y equilibrado.
Nuestra reputación como país tiene que ir de la mano de estos números de nuestra economía, de la realidad de los logros de nuestro programa, mucho más allá de cualquier retórica.
Les agradezco mucho la atención que me han dispensado.
Muchas gracias.