Palabras de la Presidenta en la cena en honor del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro. Miércoles, 08 de Mayo de 2013.
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Muy buenas noches a todos y a todas; señor Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, querido amigo y compañero Nicolás Maduro Moros; primera combatiente de la Patria, su compañera Cilia Flores, no te has elegido título tampoco. Y se acuerdan que cuando era la Primera Dama, no me gustaba que me dijeran Primera Dama, entonces era la Primera Ciudadana, me acuerdo, pero la verdad que me mataste el punto con esto de la primera combatiente de la Patria.
La verdad que una noche de muchas emociones, un día de muchas emociones, de muchos recuerdos. Hoy en mi despacho, Nicolás miraba los cuadros colgados y me pregunta: “¿quién es ese de barba?”, que está a la entrada de mi despacho. Para los visitantes, para la comitiva que lo acompaña que no pudieron todos tal vez entrar a mi despacho tengo a los Padres de la Patria en el despacho. Creo que era necesario identificar claramente, cuando un entra a ese lugar, que estaba en la República Argentina. Y me pregunta: “¿Quién es ese barbudo?”. “Ese barbudo es Martín Miguel de Güemes” – le digo,- “y quien está al lado de él es su hermana “Macacha” Güemes, otra patriota ilustre.
Y le cuento que eran de una familia patricia de Salta y que él, con las montoneras, de Martín Miguel de Güemes, y ahí –luego- viene el nombre posterior, en el siglo XX, de ahí se toma, con gauchos mal comidos, descalzos, sin ningún tipo de armas, en realidad tenían las mejores armas: las convicciones y el profundo amor a la tierra, a su tierra y a quererla ver liberada. Después le indiqué el nombre de mi preferido: Belgrano. “Pero – le dije – mirá sin el barbudo cuidando con sus montoneras en guerra de guerrillas, porque no tenían poder para enfrentar en combate convencional al ejército español, sino en guerra de guerrillas, si no hubiera sido por ellos en el norte, si no hubiera sido por el triunfo de Belgrano en las batallas de Salta y Tucumán, este otro que está aquí – y que está hoy en tu pecho – el General San Martín, que está entre Güemes y Belgrano, jamás hubiera podido cruzar la cordillera de Los Andes para libertad pueblos y encontrarse con otro libertador de pueblos, como fue Simón Bolívar”.
Porque la historia – y esto tenemos que aprenderlo – no se escribe a partir solamente de un solo hombre, si no de una conjunción de hombres y mujeres, algunos sobresalen más que otros por su natural capacidad, pero además, todos, necesitan de la base insustituible del pueblo que los acompañe en sus luchas. Se puede ser muy lucido, se puede ser muy patriota pero hay que saber convencer a un pueblo como, por ejemplo, lo hizo Manuel Belgrano y le comentaba también, a él que le gusta tanto escuchar historia y a Hugo también, como le gustaba, que antes de dar las batallas de Salta y Tucumán, Belgrano incendió la provincia de Jujuy, la destruyó en el famoso Éxodo jujeño para no dejar nada y desobedeció las órdenes que desde aquí, de Buenos Aires, se le impartían para retirarse y no presentar batalla ante el invasor español, las desoyó. Afortunadamente las desoyó y pudo liberar esas batallas decisivas para que luego se iniciara la campaña de la liberación.
Y en ese lugar, del Museo del Bicentenario, donde podemos divisar, desde aquí abajo, la Casa Rosada, hoy engalanada con los colores de la bandera venezolana, o de la Gran Colombia, como le gustaba decir a Hugo Chávez, en este Museo del Bicentenario en el que hemos querido los argentinos conmemorar la totalidad de la historia, porque la historia no es una fotografía, es una totalidad con todas sus marchas y contramarchas, sus claros y sus oscuros, sus balances y, finalmente, sus síntesis.
Y decía que esta es una noche de recuerdos pero también es una noche de futuro. Es una noche de futuro porque nos convoca también el porvenir; nos convoca la lucha de estos 200 años de estos hombres y mujeres como Martín Miguel de Güemes, como su hermana, como Belgrano, como San Martín, como en el siglo XX, Perón y Evita aquí en este magnífico cuadro a nuestras espaldas, como Néstor y como Hugo y como los que vendrán y como esos miles de jóvenes que hoy estaban en All Boys o te saludaban por la calle.
Son iguales a otros miles de jóvenes en distintos países del mundo que hoy están reclamando cambios profundos, cambios de un mundo que requiere nuevas ideas, nuevos paradigmas, nuevos modelos, nuevos valores.
Queremos construir y reconstruir entre todos y que aquí, en la América del Sur, como vos bien lo indicabas, hay un siglo XXI que nos ha encontrado mucho mejor parados que el XIX y el XX afortunadamente.
Pero también dependerá de nuestra inteligencia, de nuestra capacidad para poder superar las adversidades, las dificultades, los palos en la rueda y el odio también, como señalabas. Odio que hay en muchas partes pero que hay que responderle con amor y con gestión, fundamentalmente con gestión y con gobierno.
Porque si uno se detiene a contestar, si uno se detiene a ver como contrarresta, como hace una marcha contra otra, se pierde tiempo, energía en las cosas que realmente tenemos que hacer y que es todos los días como presidentes, como presidentas, como ministros, como ciudadanos y ciudadanas levantarnos todos los días y pensar qué puedo hacer hoy para que mi país, mi pueblo, mi ciudad, mi provincia sea mejor que ayer. Esa es la misión que tenemos todos.
Y claro, hay gente que tiene tiempo para otras cosas; bueno, nosotros no tenemos tiempo para esas otras cosas. Tenemos tiempo y tenemos que dedicar todo nuestro esfuerzo, toda nuestra actitud, todos los recursos con los que contemos, precisamente para lograr y consolidar esta inclusión, este continente que ha tenido una transformación en la última década impresionante.
Lo charlábamos hace pocos días cuando también nos acompañaba la Presidenta de la República Federativa del Brasil, la compañera Dilma Rousseff, los formidables adelantos, el salto cualitativo y cuantitativo que ha dado la región. Esto exige un compromiso mayor de todos y cada uno de nosotros.
Hoy, en cada uno de esos 12 convenios que firmamos, más todos los compromisos y la tarea que nos queda por delante, ese es el mejor homenaje que se le puede hacer al barbudo, a Belgrano, a Rosas, a Perón, a Yrigoyen, a Chávez, a Néstor y, por sobre todas las cosas, al pueblo. Porque, en definitiva, ellos lucharon por la libertad de sus pueblos y por las grandezas de sus naciones.
Así que, yo invito a todos los presentes a que brindemos, a que brindemos por estos 200 años de historia, a que brindemos por todos los hombres y mujeres que a lo largo de estos 200 años de historia, en distintas circunstancias, han sabido afrontar el desafío y el reto de la historia y estar a la altura de ese reto; brindar por nuestros países, por Venezuela, por Argentina, por sus pueblos, por la UNASUR, por MERCOSUR, por todos y cada uno de estos americanos y americanas del Sur que yo creo que están decididamente convencidos de que nuestra hora es hoy y que no hay que demorar esta marcha que se emprendió hace 200 años y que debemos redoblar ese paso.
En nombre de todos esos, salud y muchas gracias a todos y a todas por acompañarnos!
¡Salud, Nicolás!