Mauricio Macri y sus economistas adelantaron que su primera medida de gobierno sería eliminar las restricciones a la compra de dólares. El alza de la paridad oficial podría llegar a casi el 60 por ciento. La inflación se dispararía y el poder de compra del salario se destruiría.
El economista importado por Lilita Carrió a la alianza PRO-UCR Cambiemos, Alfonso Prat-Gay, el que será ministro de Economía de María Eugenia Vidal en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, Hernán Lacunza, el economista del PRO, Carlos Melconian, el preferido de Mauricio Macri, Rogelio Frigerio, el que fue mandado a callar por Jaime Durán Barba, Federico Sturzenegger, y hasta el propio candidato a presidente, han asegurado que la primera medida en caso de ser gobierno sería una megadevaluación.
Con el estilo de cada uno, todos han asegurado que en un gobierno de Macri el viernes 11 de diciembre se eliminarán los controles y restricciones para la compra de dólares.
Prat-Gay fue más explícito acerca de lo que puede suceder en treinta y tres días, al afirmar que la cotización del dólar la definirá el mercado y que subirá el tipo de cambio oficial aventurando que bajará el denominado blue. A los valores del último cierre, si cumplen con esta insólita promesa de campaña, en el primer día de gestión de la presidencia de Macri el aumento de la paridad cambiaria sería del 46 por ciento, en relación a la cotización que surge del contado con liquidación y el dólar Bolsa, o de casi 60 por ciento, en comparación a la cotización de transacciones ilegales. No hay antecedentes desde la recuperación de la democracia de una propuesta de campaña para la elección de presidente (83, 89, 95, 99 y 03) con un impacto tan regresivo sobre los grupos sociales vulnerables (clases medias, trabajadores, jubilados, comerciantes y pymes). Esos porcentajes de variación del precio del dólar los ubicaría entre la devaluación diaria más fuerte de la historia económica argentina, que teniendo en cuenta las traumáticas experiencias en esa materia, significaría un impactante shock inflacionario con el consiguiente derrumbe del poder adquisitivo de los trabajadores y jubilados.
La principal medida económica adelantada por Macri y su equipo de economistas es una megadevaluación. En caso de cumplirla se incorporará en la tabla de las seis mayores devaluaciones de la historia desde la década del cincuenta. La primera fue en octubre de 1958, cuando el flamante gobierno de Arturo Frondizi modificó la paridad cambiaria en 68,2 por ciento y la inflación se aceleró a 113,7 por ciento anual. Esta fue la primera vez en la historia argentina en que la suba de precios superó los dos dígitos. La segunda fue en abril de 1962 con el gobierno de José María Guido y el ministro de Economía, Federico Pinedo, que liberalizó el mercado cambiario y con fuertes devaluaciones mensuales el alza del tipo de cambio nominal fue de 64,5 por ciento en el año. La siguiente fue en junio de 1975, cuando el ministro de Economía, Celestino Rodrigo, ajustó 99,3 por ciento el tipo de cambio nominal, junto a una liberación de precios y suba de tarifas, con congelamiento de salarios. En 1981, el nuevo ministro de Economía, Lorenzo Sigaut, comenzó una sucesión de fuertes devaluaciones el 2 de abril hasta terminar el año con un aumento del tipo de cambio nominal de 225,8 por ciento. La quinta gran devaluación fue en febrero de 1989 cuando la paridad cambiaria subió 61,1 por ciento en relación con el mes anterior. Por último, la de enero de 2002 con el estallido de la convertibilidad y posterior devaluación violenta: la paridad trepó de 1 a 3 pesos por dólar de diciembre de 2001 a marzo de 2002.
Mauricio Macri y su equipo de economistas se sumarían a ese ranking con la megadevaluación que anuncian aplicar. Daniel Scioli y sus economistas plantean en cambio una política gradualista sobre la paridad cambiaria, descartando movimientos bruscos. No es lo mismo shock que gradualismo en relación al impacto sobre el bienestar general. Elevar 10 por ciento el tipo de cambio y luego continuar con ajustes periódicos en línea con la evolución de la inflación es un camino que se enfrentará con tensiones, pero la administración de la política cambiaria seguirá en manos del Banco Central. La megadevaluación de Macri dejará a merced del mercado financiero una variable clave y provocaría una caída abrupta del salario. Sería un potente perturbador de la estabilidad económica. La confusión y el ocultamiento de los efectos negativos de la megadevaluación es la estrategia política y comunicacional para obtener el aval a semejante ajuste regresivo de una porción importante de la población, en especial de quienes serían los primeros perjudicados.
Prat-Gay, el apoderado de la cuenta con fondos evadidos al fisco y fugados de 68,3 millones de dólares de Amalita Lacroze Fortabat y su nieta en el HSBC Ginebra, fue el encargado de detallar los argumentos de esa política. Con hábil manejo de la agnotología, que consiste en la fabricación deliberada de la incertidumbre, la duda y la ignorancia en la población con un fin determinado, el ex ejecutivo del banco JP Morgan afirmó que la fuerte suba de la paridad no será inflacionaria porque la mayoría de los precios ya está remarcado a la cotización del blue; que la devaluación ya la hizo el Gobierno; que nadie accede a un dólar a la cotización oficial de 9,60 pesos; y que ya no quedan reservas en el Banco Central por lo que el próximo gobierno encontrará una caja vacía.
Son sentencias insólitas que varios analistas las amplifican, interviniendo sin ninguna inocencia en la campaña electoral, y muy pocos las interpelan. El aspecto más notable es que, por ejemplo con la afirmación de que el Banco Central ha sido vaciado o que el monto de reservas es virtual, la información oficial diaria que difunden todos los medios de comunicación la desmiente. Todos los días hábiles se detalla la cantidad de trabajadores y monto adquirido por la ventanilla del dólar ahorro. En lo que va del mes más de 550 millones de dólares. A principios de octubre, el Banco Central desembolsó unos 6500 millones de dólares para cancelar el Boden 2015, y en estos días entregará 250 millones por la renta del bono Bonar 24. Trabajadores en relación de dependencia e inversores reciben en su cuenta los billetes verdes sin ninguna demora. Si el Central no tuviese los dólares no se hubiera podido concretar esas operaciones. Los dólares han salido de las reservas para esos pagos y seguirán saliendo para los próximos.
La afirmación que nadie puede comprar dólares a la paridad oficial también queda refutada por los hechos. Importadores, turistas y trabajadores no pueden comprar todos los dólares que quisieran, pero la suma a la que acceden es al valor del tipo de cambio oficial. El monto involucrado en esas transacciones no es irrelevante. Es el grueso de las transacciones concretadas en el mercado cambiario. De enero a noviembre de este año se importaron al tipo de cambio oficial insumos, máquinas y bienes finales por 45.000 millones de dólares. Y desde enero del año pasado, el rubro dólar ahorro acumula 8700 millones, billetes entregados a la cotización oficial más un 20 por ciento, diferencia que es devuelta por la AFIP a los trabajadores al momento de la liquidación anual de la declaración del Impuesto a las Ganancias o de Bienes Personales. Situación similar se registra en la categoría del dólar turista y tarjeta, en este caso con una diferencia del 35 por ciento que posteriormente es reintegrado por la AFIP. Todos han comprado y siguen comprando dólares a la paridad oficial.
Que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ya devaluó es sólo una consigna electoral para distraer sobre lo que aspira a implementar el equipo de economistas de Macri: hacer creer a la población que la megadevaluación planeada no sería una decisión de Macri, sino que ya fue realizada. Algunos pueden disfrutar cuando son engañados y otros pueden preferir transitar la ignorancia, pero lo cierto es que eliminar las restricciones cambiarias y que el mercado pase a determinar la paridad del peso con el dólar es la propuesta económica de Macri. Esta medida es la que causaría una fuerte devaluación.
La definición más perturbadora para grupos sociales vulnerables la ofreció Prat-Gay cuando dijo que “va a subir el oficial, que no afecta prácticamente a nadie, y bajará el otro (el blue), que afecta a la mayor parte de la población”. Aseguró que esos movimientos no provocarían inflación porque la mayoría de los precios de la economía están referenciados en el dólar blue o en la cotización del contado con liquidación. No hay ningún economista desde los heterodoxos hasta lo más ortodoxos serios que compartan esa posición. La situación es al revés de lo que plantea el porteño Prat-Gay: la mayoría de los precios de la economía están en línea con el tipo de cambio oficial, incluso los de los bienes que se comercializan en Santiago del Estero. Una megadevaluación promoverá entonces un muy fuerte aumento de la inflación. La estructura de producción de bienes de la economía argentina brinda la información necesaria para saber que una parte de la devaluación se traslada necesariamente a precios por el componente importado, a lo que se agrega la habitual especulación empresaria que termina impactando en precios el ciento por ciento del ajuste cambiario.
La doctrina Prat-Gay, avalada por el resto de los economistas de Macri, dice que la megadevaluación no se reflejaría en los precios porque los importadores y las empresas cuya producción requiere de insumos importados se abastecen pagando a un dólar con cotización del contado con liquidación (13,90 pesos), cuando se sabe que no es así. Esas firmas no lo pueden hacer de ese modo porque estarían violando la ley penal cambiaria y, fundamentalmente, porque acceden a dólares al tipo de cambio oficial, algunos con cupos y otros con mucha paciencia en el marco de la administración del comercio exterior. Los antecedentes históricos y el más reciente de enero de 2014 revelan que la abrupta suba del tipo de cambio provoca un shock inflacionario.
En función del porcentaje de los componentes importados, las empresas trasladan inicialmente a los precios de sus bienes el alza del dólar. Javier Lewkowicz publicó en la edición del 5 de febrero del año pasado de este diario “El teorema de los precios” detallando cómo impactaba la devaluación del mes anterior en diferentes sectores. En los productos de consumo masivo (alimentos, bebidas, artículos de limpieza y perfumería), la incidencia del componente importado es del 10 al 20 por ciento. Pese que el alza de precios debería ser en magnitud a esa carga importada que es solamente un parte de los envases o la amortización de algunos bienes de capital necesarios para la producción, las empresas líderes lo trasladan en su totalidad. Lo mismo sucede con las siderúrgicas y petroquímicas que se manejan directamente con listas de precios en dólares. Son sectores donde el contenido importado es elevado: en la siderurgia es del 60 al 65 por ciento, mientras que en las petroquímicas, del 75 al 80 por ciento. En productos de línea blanca y de electrónica el contenido importado también es muy importante debido a que la mayoría de las partes y piezas no se produce en el país. En los costos totales en la industria automotriz los insumos importadores representan poco más del 40 por ciento, mientras que en medicamentos es del 20 al 25 por ciento.
Una megadevaluación determinará inicialmente una suba fuerte de precios. Después, la apertura comercial, que también prometieron los economistas de Macri, podrá mantener los precios en ese escalón más alto sin más subas porque lograrían contenerlos abriendo la economía a productos importados. Los efectos de esa política serían devastadoras para la industria nacional y para el empleo. En el caso poco probable de poder estabilizar el tipo de cambio manejado por el mercado financiero, no subiría más la inflación luego de ese shock inicial pero aumentaría la desocupación y el cierre de fábricas. De ese modo, luego de las primeras negociaciones paritarias, los trabajadores estarían en desventaja relativa para mejorar el poder adquisitivo de sus salarios. Así los economistas de Macri alcanzarían su principal objetivo, que ya lo expresó sin inhibiciones Carlos Melconian: disminuir los salarios en dólares, forma elegante de proponer una regresiva distribución de la riqueza.