diciembre 28, 2017
Intervención en la sesión por la Ley de Presupuesto 2018 y la Reforma Tributaria

 

Creo que en todas las intervenciones aletea la idea de a quién favorece esto.  En definitiva, me parece que cuando uno está discutiendo impuestos, aprobar impuestos, modificar impuestos, modificar asignaciones de impuestos no es tan complejo ni tan ideológico. Es ideológico tal vez al momento que uno decide a quién va a desgravar, a quién le va a sacar, a quién va a imponer. Pero no una vez que envían al Parlamento el proyecto, donde se establece que, por ejemplo, se va a desfinanciar la ANSES, porque no se va a alcanzar a cubrir con la asignación del impuesto al cheque, lo que por otra parte se lo retira fundamentalmente también por el tema de la reducción que se hace de las contribuciones patronales. Usted sabe que las contribuciones patronales, a diferencia del resto de los impuestos, son el ciento por ciento para el sistema de seguridad social, así que su reducción no ofrece ninguna duda a nadie.  Estamos desfinanciando la ANSES. ¿A favor de quién? De los empresarios. Podrá haber pequeños empresarios, medianos empresarios, grandes empresarios. Lo cierto es que esta disminución a las pymes no las favorece en absoluto. Si una pyme tuviera que pedirle al Parlamento o al presidente que le rebajen una contribución patronal o que le garanticen mercado interno para ganar dinero y garanticen buenos salarios para inyectar a la demanda, estoy convencida de que las pymes, masivamente, como lo dicen además en sus pronunciamientos empresariales, optarían por elegir no las contribuciones patronales, sino mantenimiento de mercado interno, demanda, etcétera.  Posiblemente para empresas de más de 2.000, 3.000 trabajadores, sí sea importante reducir la contribución patronal, porque va a aumentar su rentabilidad; lo que no va a asegurar es que genere empleo. De hecho, del año 2003 al año 2015 no se tocaron las contribuciones patronales y sin embargo se redujo la informalidad del 50 por ciento recibido al 32,7. Fue una reducción muy importante de la informalidad, que, además de dignificar a los trabajadores, fundamentalmente hizo crecer la economía. Pero si además vemos el resto de los impuestos, como la reducción de ganancias, o la posibilidad de imputar el impuesto al cheque… Ese no es un impuesto regresivo, como alguien dijo. Los hay progresivos, los hay regresivos. Este es un impuesto flat, es a las fluctuaciones de caja de las empresas. Es de fácil percepción y actúan como agentes de retención los bancos. Es cierto que se creó en el año 2001 durante el gobierno de la primera Alianza y de la gestión del doctor Cavallo, pero en realidad se viene posponiendo su eliminación porque no hay impuesto sustitutivo por lo menos pergeñado o ideado hasta ahora. Es muy simple. Hay que sumar o restar el 1,5 por ciento del PBI que el Estado renuncia a percibir en concepto de impuestos, lo que también es contradictorio con presentar el déficit fiscal como el problema más importante. Porque realmente no se explica cómo el déficit fiscal es conceptuado como el tema más importante, pero al mismo tiempo se renuncia a percibir impuestos en favor de los sectores más concentrados y más favorecidos y se retienen 100.000 millones de pesos a los sectores más vulnerables a partir del cambio de la fórmula de movilidad jubilatoria que era aplicable a 17 millones de personas. Estas cosas son objetivas. Es ideológico decidir a quién le voy a sacar plata y a quién se la voy a poner. Pero una vez que esto se decide y queda consagrado en la letra de una reforma impositiva, es fácil determinar que es una transferencia de ingresos. Porque los impuestos son eso: transferencias de ingresos que el Estado hace a través de la iniciativa del Poder Ejecutivo, o del Parlamento, para beneficiar un proceso de redistribución o para, tal vez con buenas intenciones –por qué dudarlo–, creer que de esta manera se va a incentivar el crecimiento de la economía. Todo esto estaría fantástico si estuviéramos viendo estas cosas por primera vez. Alguien se molestó recién porque las senadoras que informaron y algunos otros legisladores hablaron de los años noventa. Fui senadora la primera vez el 10 de diciembre de 1995. El gobierno de entonces acababa de ganar las elecciones. Kirchner en ese momento era gobernador de la provincia de Santa Cruz, iniciaba su segunda gestión. A esa altura los gobernadores de la República Argentina ya habían firmado dos pactos fiscales. Uno en agosto de 1992. Ese, Kirchner lo firmó a los pocos meses de asumir como gobernador el 10 de diciembre del 91. Ahí se establecía una de las reformas estructurales que han contribuido al desfinanciamiento histórico de las provincias argentinas: la transferencia de los servicios sanatorios y de salud, servicios básicos de vivienda y de agua a las provincias, sin los recursos correspondientes. Usted me dirá: ¿y para qué lo firmaron? Bueno, señora presidenta, porque en ese momento estábamos saliendo de lo traumático que había sido el final del gobierno del expresidente Alfonsín, de lo traumática que había sido la hiperinflación. Cuando hablan de las crisis, digo que ninguna ha sido igual. Como militante y como dirigente que participaba en la vida activa política pública, he presenciado dos. La crisis de la “híper”. Kirchner era intendente de la ciudad de Río Gallegos. He visto gente pelearse en un supermercado allí con el repositor para ver quién llegaba primero a agarrar la mercadería sin que se la remarcaran por segunda, tercera o cuarta vez en el día. Fue muy traumático para la sociedad argentina. Recuerdo que desde la Intendencia salimos a organizar a las juventudes políticas argentinas –de todos los partidos, por cierto– a los efectos de cubrir lo que era inmanejable. Entonces, se firmó el pacto del 91 y después vino el del 93. Ya, ese, Kirchner se negó a firmarlo porque decía que se quedaban con recursos de las provincias y, además, porque se había evidenciado que el acuerdo del primer pacto no había sido bueno. El del 93 se llamó Pacto por el Crecimiento, el Empleo y la Productividad. Son las tres palabras que se emplean en este mismo consenso fiscal que se está firmando hoy. Y se comprometían a las mismas cosas: reducción de impuestos de ingresos brutos, reducción de sellos… Nunca fue cumplido por ninguna provincia argentina, señora presidenta. Y no porque los gobernadores sean incumplidores seriales, como alguien los calificó, sino por una razón mucho más sencilla y terrenal: estos ingresos constituyen, para muchas provincias argentinas, la mayor fuente de recursos.  De hecho, si uno mira la estructura impositiva de la Argentina, va a advertir que los ingresos brutos y sellos y otros impuestos de carácter provincial significan el 4 por ciento del PBI nacional. Y los impuestos sobre la propiedad en las provincias representan el 1,1 por ciento, mientras que los impuestos sobre la propiedad a nivel nacional solamente representan el 0,3. Algunos van a cambiar ingresos brutos y van a gravar más inmuebles, otros van a hacer otro tipo de combos. En definitiva, lo terminan pagando siempre las provincias y las provincias no van a poder disminuir su carga impositiva general y total porque se quedan sin recursos.  ¿Por qué firmaron esto? Algunos hablan de… Decía recién un senador cómo se puede despreciar que veintitrés gobernadores firmaron. Todos saben por qué firmaron veintitrés gobernadores, señora presidenta, señores legisladores. Dos días antes de la reunión que los gobernadores debían realizar en el CFI – donde, me consta, la mayoría no estaba de acuerdo−, apareció en los diarios una foto de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires y del presidente de la Corte con motivo del juicio que la provincia de Buenos Aires había establecido por el tema del fondo del conurbano. Justo…, hay que reconocer que, además, tampoco es el problema del fondo del conurbano. El problema de la provincia de Buenos Aires es cuando pierde entre 6 y 8 puntos de coparticipación en 1983 −84 creo que fue la reforma de coparticipación−; allí, el gobierno de Armendáriz pierde entre 6 y 8 puntos de coparticipación que la provincia nunca logra recuperar y que, luego, se trata de suplir con el Fondo del Conurbano Bonaerense. Que había que atender el descalce de la provincia de Buenos Aires, ¡sin lugar a dudas! Era necesario. Ahora, ¿esto no ameritaba que se sentaran sin extorsiones? Porque debo decir, señora presidenta y señores legisladores y a aquellos que tienen dudas de por qué firmaron los veintitrés gobernadores, que a esa reunión en el CFI llegó el señor ministro del Interior y cuando algunos gobernadores le manifestaran que no estaban de acuerdo con lo que se proponía les dijo: “¿Vieron la foto que salió en el diario? Mejor que arreglen porque si no la Corte está por darle la razón a la provincia de Buenos Aires”. ¡Esta es la razón por la que los gobernadores tuvieron terror, señora presidenta!, porque significaba miles de millones de pesos para algunas provincias, que les descontaban, que les detraían si ese fallo salía de esa manera. Conducta bastante poco institucional, por cierto, del presidente de la Corte porque está visto que, por la propia doctrina de la Corte, no podría nunca reunirse ningún miembro de la Corte con parte de un juicio si no están presentes las otras. Pero, bueno, esta son las cosas que están pasando con el Poder Judicial, las instituciones y la Corte en la República Argentina. Todo hace juego con todo. Con lo cual no hubo libre albedrío, señora presidenta, para firmar este consenso. Muchos gobernadores y gobernadoras tienen severos problemas porque no pueden pagar los sueldos, que no les alcanzan los recursos y dependen del giro que les hace el gobierno nacional a las provincias. Entonces, digo yo, señora presidenta, ¿por qué se insiste? Me acuerdo, también, que en el año 94 Cavallo decidió bajar los aportes patronales, las contribuciones −los aportes patronales, sí, bien digo, las contribuciones− de los empresarios con el pretexto, también, de generar empleo. Cuando las bajó, el empleo era de un dígito. Terminó en dos dígitos y terminó en la hiperdesocupación que recibió en 2003 el presidente Kirchner. Y digo que esto no significa que estuviera todo maravilloso en el país en 2015. Pero digo sí que había problemas que hoy están mucho más agravados, como el déficit fiscal, y que lo siguen agravando, porque siguen regalando impuestos a los que más tienen. Es incomprensible. Es incomprensible que ustedes hayan tratado el año pasado la reparación histórica y hoy digan que hay déficit previsional, que no lo había tampoco en 2015. Había superávit en la ANSES con los números del propio gobierno. Y digo yo: si era tan grave la situación de la ANSES, ¿qué sentido tiene la ley de reparación histórica –que de reparación tuvo poco y de histórica nada– que hicieron el año pasado?  Tal vez, si querían presentar una ley de blanqueo, ¿no hubiera sido más sincero y más sensato, en términos económicos, plantear la ley de blanqueo sin necesidad de comprometer el patrimonio de la ANSES? Lo hicieron. ¿Por qué? Porque lo que se está buscando, me parece, es que cuando se tenga que discutir en 2019 o 2020 el régimen previsional, presentar una ANSES quebrada, una ANSES sin recursos. Entonces, todos digan y todos hablen. Porque hay una cosa que también me impresiona mucho, déjeme decirle, presidenta, a usted y a todos mis colegas. Si bajara un marciano y nos escuchara hablar a todos, diría: “Pobre gobierno. Este no saca nada hoy”. Y, después, aparece todo aprobado. Esto también va a tener que ser revisado, porque yo no creo que la gobernabilidad sea decir a todo que sí. También fui senadora en 2001. Volví a esta Cámara, ¿sabe cuándo? Me fui en el 97 para Diputados. Siempre fui peronista, pero la verdad es que no le voté casi nada al gobierno de los noventa. Es más, me enfrenté. A mí me expulsaron de este bloque en el 97 por no querer votar lo que quería el oficialismo. En el 98, enfrente, en Diputados, voté en contra de la reforma laboral. No solamente voté en contra de la reforma laboral: estuvieron un mes, señora presidenta, sin tener quórum porque cuatro diputados, cinco, no le dábamos quórum. O sea, el hecho de una identidad política no necesariamente conlleva a tener una identidad con determinadas políticas que claramente fueron neoliberales. En un momento, debo decir, que el neoliberalismo estaba en pleno auge en el mundo y no era cuestionado. Se había caído el nuevo gobierno que se inició en el 89. Tenía el panorama nacional de una sociedad traumatizada por la hiperinflación, la caída del Muro de Berlín –parecía que la historia se había acabado– e, incluso, muchísimos dirigentes de mi partido que habían militado en la renovación, que eran peronistas, por así decirlo, terminaron o sucumbieron a lo que fue lo que popularmente se conoció como la década de los noventa, el neoliberalismo o, si les gusta, el menemismo, pongámosle. Así como hablan del kirchnerismo, hablan del menemismo. Pero la verdad es que no formé parte de eso y no por eso dejé de ser peronista, ni me fui de ningún partido, ni nada. Por lo tanto, creo que este tipo de discusiones no sirven, porque sí coincido con lo que dijo el senador Solanas en el sentido de que hay cosas que hay que discutir en serio en la República Argentina. Una de ellas es, a mi criterio y según la experiencia que hemos tenido en 12 años y medio de gestión, el tema de la restricción externa, el tema del dólar, de una economía bimonetaria, que además está vinculada directamente con otro problema estructural de la Argentina en materia económica, que es la inflación. La inflación no es –como decían ustedes cuando eran oposición– que era porque emitíamos o porque había consumo desenfrenado. Yo lo escuché a usted y a algún otro dirigente decir: “Y, no sé… La gente quería tener… Creía que podía tener un celular, un televisor, salir de vacaciones y tener un auto”. No era ese el motivo de la inflación, señora presidenta. Hoy nadie consume nada, se seca la plaza a través de las LEBAC y la inflación sigue. Quiere decir que la inflación es un fenómeno multicausal de profunda raigambre cultural en una economía bimonetaria, donde se piensa en dólares, donde los precios de los departamentos o de las casas son en dólares y no pasa lo mismo en ningún país de Latinoamérica. Si nosotros no resolvemos el sistema de la restricción externa y de una estructura monetaria, bimonetaria, no hay salida. Y esto hay que discutirlo en serio. Ahora, que este camino que ustedes están proponiendo es el que va a mejorar las cosas, no. La única duda que me queda de todo esto es si… Porque me cuesta mucho pensar y creer que gente que tenga una determinada experiencia pueda pensar que lo que no dio resultado en los noventa ahora va a dar resultado, en un mundo mucho más complejo que el neoliberalismo de los años noventa, donde, le reitero, el Consenso de Washington era algo muy articulado, había caído el Muro de Berlín; parecía que la historia se había acabado. Pero resulta que ahora han vuelto a surgir los proteccionismos. Ahí los vemos a los Estados Unidos de vuelta absorbiendo capitales para ellos, ahí la vemos a Inglaterra con el Brexit, ahí la vemos a Alemania. O sea, han surgido de vuelta los movimientos proteccionistas. Cuando la economía no da resultado, surgen siempre los nacionalismos en todas partes. Por lo cual, estamos a contramano. O sea, lo veo a contramano también, señora presidenta.  Por eso, creo que ustedes pueden seguir con esto porque nosotros les dejamos –y esto creo que no lo puede discutir nadie– el nivel de endeudamiento externo más bajo que haya recibido un gobierno de la democracia. Alfonsín recibió el gobierno con el terrible flagelo del endeudamiento de la deuda externa contraída por la dictadura militar. Si mal no recuerdo, creo que fue –si me equivoco, espero que algún senador me corrija– de 78.000 millones de dólares…

Estuvieron seis años para endeudarse haciendo eso. Mire lo vertiginoso del endeudamiento de estos dos años, que ya supera el de la dictadura militar.  ¿Cómo recibió Menem el país? Con la híper, con la crisis de la deuda. ¿Cómo lo recibió De la Rúa? Con la convertibilidad y con el país explotado. Y cuando Adolfo Rodríguez Saá se tuvo que hacer cargo del gobierno… Lo acusan de haber “defaulteado” la deuda. Él no “defaulteó” la deuda, la deuda se había “defaulteado” hacía rato, no se podía pagar.  Recibimos un país en 2003 con el default de deuda soberana más importante no de la Argentina, sino del mundo. Y le entregamos a la gestión de Cambiemos, en diciembre de 2015, un país desendeudado, con el nivel más bajo de porcentaje de endeudamiento en moneda dura, tanto en lo privado como en lo público. No lo puede discutir nadie, están ahí los números. Por eso lo tenemos a Caputo con el festival de deuda externa por todos lados, porque los giles, que fuimos nosotros, pagamos con recursos propios –no propios nuestros, propios de los argentinos– la deuda. Porque la restricción de la deuda externa ha sido el gran karma de la economía y de la historia argentina desde Bernardino Rivadavia para acá. Costó un Perú. Y la verdad, señora presidenta, es que me preocupa mucho que se desperdicie esa reforma estructural económica importante que era el desendeudamiento.  Crecí en la militancia escuchando hablar de la deuda externa y contra el Fondo Monetario Internacional, y dentro de poco vamos a estar igual. Si va a ser igual que la crisis de 2001, no lo creo. No hay ninguna crisis igual a la otra. Le relataba lo que había pasado en el 89, cuando estaba en Río Gallegos. Le puedo relatar lo que pasó acá, en 2001, porque estaba sentada en esa banca y Alfonsín estaba sentado en la banca de la senadora por Salta. Salió él de acá con el presidente del bloque radical a pedirle la renuncia a de la Rúa; me lo dijo a mí. Esa noche, cuando volvimos, no podíamos salir de esta Cámara. Estaba rodeado el Parlamento. Estuvimos con Alfonsín hasta las doce de la noche, doce y media, comiendo en el restaurante. Cuando salimos, a oscuras, por Combate de los Pozos, la gente de los edificios de enfrente nos tiraba ollas, cacerolas, ladrillos, cuchillos, lo que viniera, señora presidenta. Y no era que decían “ahí está Alfonsín”, “ahí está Cristina”. No, no, no veían. Se veía gente que salía del Parlamento y se subía a autos y revoleaban de todo. A Maqueda, que era senador de esta casa, actual miembro de la Corte, le fracturaron una costilla en la calle, pero no porque lo identificaron como senador, sino porque salía con corbata del Parlamento. Este Parlamento estaba sitiado, los políticos estábamos sitiados. Nadie diferenciaba si eran políticos que se habían opuesto a Menem, si habían votado a Menem… Cuando la gente se pudre, se pudre en serio.  Si me dicen que puede haber otra crisis de esas características, no, no lo creo. Fue una crisis caracterizada por la apropiación de los recursos y de los depósitos a plazo fijo, de los dólares, etcétera, de la clase media. Para esto habíamos votado… No habíamos votado, habían votado –nosotros en contra– veintiocho millones de leyes.  Mire: esto que ustedes están haciendo con los jubilados, dentro de unos meses, no les va a alcanzar. Yo formé parte del Parlamento que estuvo en contra de la detracción, del descuento del 13 por ciento a jubilados y empleados del sector público. Sí, Machinea, a principios de 2000, cuando recién empezaba el gobierno de la Alianza, planteó que la solución era la austeridad: vamos a descontar el 13 por ciento. Al año siguiente, se había esfumado ese 13 por ciento y seguíamos votando leyes. Por eso digo que la otra cosa que se me ocurre es que cómo gente tan inteligente puede pensar que haciendo lo mismo va a tener resultados diferentes.

Entonces, ahí, me empiezo a preocupar. Porque aquí el senador Fuentes habló de crueldad. Cuando escucho decir que el objetivo es que haya pobreza cero y el combate con la pobreza y veo, por ejemplo, lo que pasó con los créditos Argenta. Este año, supe que senadores se opusieron a los créditos Argenta para los jubilados. Y tenían razón en oponerse. Luego, el presidente lo sacó por DNU. La verdad es que los felicito a los que se opusieron. Quiero darle algunos números, señora presidenta. Entre julio de 2017, unos días antes de las primeras elecciones, de las PASO, hasta las elecciones del 22 de octubre, Argenta dio 2.592.411 créditos; 1.134.242 créditos fueron para AUH. Se daban entre 3.000 por un hijo, a un año por cada hijo, o 5.000 por cada hijo, a dos años. Fueron 485.588 préstamos –estos son todos informes de la ANSES a noviembre– de pensiones nacionales no contributivas y de la prestación universal creada por la reparación histórica, o sea, los sectores más vulnerables. Endeudaron a los sectores más vulnerables. Fueron 259.195 créditos, un cuarto de millón de familias de argentinos, para los trabajadores en relación de dependencia registrados formalmente, a través del sistema de asignaciones familiares. Y 713.386 jubilados del sistema de pasividades normales y regulares. Ese dinero que les dieron se les otorgó a una tasa que oscila entre el 24 y el 27 por ciento y hoy les están ajustando las cuotas. Y esa masa de dinero, señora presidenta, es prácticamente una parte de lo que le van a retirar por cambio de la movilidad. Mire, usted, qué perversidad. Estoy segura de que muchos de ustedes no lo deben saber. El que pergeñó esto, pergeñó un nivel de endeudamiento para los sectores más vulnerables de la República Argentina, para la AUH, para los pensionados no contributivos. Los han endeudado por un año y dos, con tasas movibles de intereses. Y, al mismo tiempo, le sacan la movilidad jubilatoria, que les garantizaba un ingreso mejor. Entonces, acá es donde dudo, es donde dudo y digo: no, no es que no se den cuenta, es que tienen en la cabeza otro modelo de sociedad. Quieren una sociedad de jerarquías, donde los que siempre tuvieron tienen que seguir teniendo y los que nunca tuvieron tienen que seguir pisados. Porque, tal vez, crean que este es el modelo de disciplinamiento social para obtener más bajos salarios de los trabajadores, pero realmente, es incomprensible. Mire, un economista hizo un cálculo…

Para finalizar, ya finalizo. Un economista hizo un cálculo. Estos 2.590.000 préstamos familias hubieran significado un estadio con 35.000 personas, todos los días, diferentes, desde julio hasta el 22 de octubre. Además, en esos estadios diarios de 35.000 personas, cada persona recibía del Estado un promedio de 10.000 pesos. Quiere decir que el que ideó esto sabe del efecto que tiene la demanda agregada en el movimiento de la economía, porque no es casualidad también que, justamente en el tercer trimestre, hubo un crecimiento en la economía, que se visualizó y se veía que había más consumo. Era esto, señora presidenta: lo pensaron electoralmente y les dio resultado. El tema es que, económicamente, con todas las medidas que están tomando hoy, más este endeudamiento, la situación para los sectores más vulnerables de la economía va a ser terrible. Alguien va a tener que pensar qué vamos a hacer con estos 2.592.000 préstamos que se han otorgado a gente en condiciones de vulnerabilidad. ¡Es perverso socialmente, es de sociópatas! Esto es de sociópatas, señora presidenta.

Es necesario entender que una discusión y un debate de una sociedad mejor implican no tenerle miedo a la discusión. A propósito, y para finalizar, porque me dejó muy preocupada la disquisición que hizo el miembro informante acerca de discutir, que decía que discutir era separar, enfrentar. Me fui a la Real Academia Española porque, viniendo de un exministro de Educación, supuse que era correcta la acepción que él le daba a ese vocablo. Y acá voy a “discutir”: disipar, resolver… “Discutir”, de acuerdo con la Real Academia Española, significa: dicho de dos o más personas, examinar atenta y particularmente una materia. Esto es lo que pido señora presidenta: que analicemos atenta y particularmente las cosas que se resuelven aquí adentro.  Repito: tenemos una responsabilidad y un contrato electoral. Ustedes, que dijeron que no iban a hacer nada de lo que están diciendo, y nosotros, que dijimos que no íbamos a permitir eso, también tenemos que tener esa responsabilidad. No me gustaría, señora presidenta, que volviera suceder algún día. Tal vez, a lo mejor, los que hoy están haciendo pingües negocios, se van…

Se van y queda la dirigencia política después para hacerse cargo de todo. Pero no me gustaría, señora presidenta, que alguna vez tuviéramos que salir como esa noche del 19 o 20 de diciembre con el presidente Alfonsín por la puerta de atrás y con la gente revoleando cacerolas sobre quienes salían de este Parlamento. Muchas gracias, señora presidenta.

 

Más Néstor y Cristina:

 

Tarifazo otra vez, y lo que negaron durante toda la campaña: quita de los fondos de ANSES a los jubilados.
noviembre 13, 2017

Han sido vulneradas de manera grosera las pautas más elementales que hacen al debido proceso legal.
noviembre 13, 2017

El recientemente creado Movimiento Obrero Santafesino (MOS) nuclea a la CTA de Santa Fe, a las CGT Regionales Santa Fe, San Lorenzo, Venado Tuerto, Rafaela y Reconquista, al Movimiento Sindical Rosarino, la FESTRAM, Amsafé Provincial y al Consejo Directivo Provincial de ATE.
noviembre 8, 2017

Mañana, en un nuevo capítulo de la persecución judicial ordenada por el presidente Mauricio Macri contra opositores, fui citada a declaración indagatoria por el Juez Julián Ercolini, previa imputación del Fiscal Gerardo Pollicita. Saben, en el Gobierno y en el Senado, que conmigo no hay amenazas ni extorsiones que me hagan callar.
noviembre 8, 2017

En Argentina el Gobierno del Presidente Macri está utilizando al Poder Judicial para perseguir a los dirigentes opositores. Desde Unidad Ciudadana denunciamos la delicada situación que atraviesa la democracia argentina, donde se ha vulnerado (o se ha terminado) el Estado de Derecho y la división de poderes.
noviembre 3, 2017
Sitio Oficial de Cristina Fernández de Kirchner

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS (C) 2013

Sitio Desarrollado por: Dogo Creativo