Inauguramos la nueva sede Néstor Kirchner de Unasur, en el Centro del Mundo, en Quito. Viernes, 05 de Diciembre de 2014.
Gracias, bueno muy buenas tardes a todos y a todas; compañeros y compañeras Jefes y Jefas de Estado; señor Alcalde de Quito; distintos miembros de las comunidades originarias; jóvenes venidos desde distintas partes de la UNASUR: quiero contarles que se entremezclan en mí profundas convicciones políticas, pero también recuerdos históricos e imborrables y fuertes emociones personales, en el día de la fecha.
Es cierto que hoy estamos inaugurando un magnífico edificio; gracias Rafael por darle a la UNASUR este lugar emblemático, en el centro del mundo, para que sea la sede de la Secretaria General de nuestra organización.
Pero antes que esta construcción – diseñada maravillosamente por un arquitecto, como Guayasamín – antes de pegar ladrillos contra ladrillos, de colocar vidrios y pisos, hubo otra construcción previa: la construcción de hombres y mujeres, que elegidos democráticamente por sus pueblos, decidieron comenzar un tipo de construcción diferente a las distintas organizaciones multilaterales, reconocidas hasta entonces.
Era una construcción, que no tenía los protocolos ni las ceremonias, ni las palabras – muchas veces vacías – que se pronuncian en un ámbito para luego retirarse y hacer exactamente lo contrario; fue una construcción día a día, año a año y golpe a golpe y no estoy utilizando una palabra al azar.
Este edificio reconoce construcciones previas, como la que llevamos a cabo en la Casa de la Moneda, cuando nos reunimos los distintos mandatarios de la UNASUR para parar – literalmente – el golpe contra el compañero Evo Morales, en Bolivia.
Esta construcción tiene también construcciones previas, como cuando en Buenos Aires, nos convocamos para defender el gobierno de Rafael Correa, que quería ser derrocado por un golpe suave, esta vez no de fuerzas armadas, sino de fuerzas policiales.
Esta construcción también reconoce la tarea que hicimos, cuando detuvimos un enfrentamiento por la violación de la soberanía de Ecuador, allá en Santo Domingo, acompañando a Rafael en sus justos reclamos. Y esta construcción tiene, finalmente, su coronación – diría yo – cuando esos dos grandes hombres, que fueron Hugo Chávez y Néstor Kirchner, pudieron, junto a otro gran presidente, como Juan Manuel Santos, en Santa Marta, construir la paz definitiva entre Venezuela y Colombia.
Por eso digo que los cimientos de este edificio no solamente son sólidos por el hormigón armado, por el cemento y por los ladrillos, son sólidos porque están construidos desde la historia, están construidos desde las convicciones de paz, de unidad, hemos podido superar difíciles momentos en la unidad, en la discusión y en la diversidad.
Por eso este edificio no es para el secretario general de la UNASUR, tampoco lo es para ninguno de los presidentes, que hoy estamos y de los que nos sucederán inmediatamente; este edificio tiene como destinatario a las generaciones, a los jóvenes de la UNASUR, a esos miles y miles de jóvenes que se han comenzado a incorporar a la actividad política, como lo habíamos hecho mi compañero y yo desde muy jóvenes en tiempos de dictadura, donde no había democracia para expresarse con libertad.
Hoy, tal vez, parezca normal decir lo que uno piensa, tal vez parezca normal, inclusive descalificar, insultar o agraviar, pero esto no era así años pasados, décadas pasadas. No se podía expresar lo que se pensaba, partidos políticos y movimientos políticos como al que pertenezco, permanecieron proscriptos durante años, sin poder participar en elecciones democráticas. Hasta se prohibieron en mi país pronunciar nombres.
Miles de americanos del sur desaparecieron en mazmorra de la dictadura o desaparecieron para siempre. Precisamente, en memoria de todos ellos, estas nuevas generaciones que se incorporan a la política, lo hacen desde la democracia y desde la paz como dos valores fundantes.
Por eso digo que este edificio representa algo más que la UNASUR, representa la historia sufriente de nuestros pueblos, sufrientes desde la misma emancipación hace ya 200 años y de esta segunda batalla que estamos dando en este siglo XXI, que es la de la independencia económica y la reconstrucción cultural de nuestras naciones.
Les decía que se juntan también emociones personales. Yo quiero agradecer profundamente el haberle dado a este edificio el nombre de quien fuera y será siempre mi compañero, el presidente Néstor Kirchner.
Esa imagen suya, con el saco desabrochado al viento, la corbata, casi desaliñado como le gustaba andar a él y su mocasines, acá en el centro del mundo, resulta casi una paradoja. Él, que nunca le gustaba estar en el medio en política porque decía que solo los tibios están en el medio, bueno, ha terminado en el centro del mundo.
Desde el Sur, él que llegó a gobernar mi Patria desde el Sur, desde el fin del mundo casi, termina hoy en el centro aquí junto a ustedes, casi en un símbolo.
Quiero agradecer este gesto, sus profundas convicciones de lo que debía ser el destino con él y que tuvo, tal vez, su acto más emblemático en la ciudad de Mar del Plata, en el año 2005, junto a Hugo Chávez, al Luiz Inácio Lula da Silva y a otros mandatarios, cuando decidimos que aquí, en la América del Sur, el ordenamiento político, económico y social lo decidimos aquí, quienes gobernamos por mandato de nuestros pueblos.
Tal vez, sea esa alguna de las cosas que no nos perdonan, pero no importa, preferimos ser recordados por nuestros pueblos a que perdonados la vida desde algunas otras latitudes. Son nuestros pueblos los que nos van a recordar si es que merecemos figurar en su recuerdo.
Por eso, quiero agradecer a todo el pueblo del Ecuador, a este maravilloso pueblo quiteño, este homenaje a mi compañero, este homenaje a los miles y miles de americanos del sur que como él, soñaron y dieron su vida por una Patria mejor, para que terminara la brecha de la desigualdad, para que la democracia fuera también igualdad.
Porque de nada vale la democracia o el ejercicio de votar, si además no lo hacemos con las profundas convicciones de lograr de mejorar la calidad de vida de nuestros pueblos y que la igualdad no sea solamente una palabra que se cante en los himnos, sino sea una realidad cotidiana que viva en los pueblos, en lo económico, en lo político, en lo social y en lo cultural.
Muchas gracias Ecuador, muchas gracias Quito, muchas gracias Rafael, muchas gracias América del Sur por todo esto que nos han dado.
Gracias a todos y a todas.
Cristina.
Ver más fotos en el Facebook de Cristina.
Ver más fotos en el Facebook de la Cumbre de Unasur en Guayaquil.