Palabras de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la inauguración de la nueva sede de la Secretaría de Derechos Humanos y puesta en valor de 5 edificios en el Espacio de la Memoria, Ciudad de Buenos Aires. Jueves 03 de diciembre de 2015

Gracias, muchas gracias: no crean, no vayan a creer que me resulta demasiado fácil hablar, en un día como hoy, aquí, que me trae fuertes e imborrables recuerdos. Hace poco más de 11 años, en este lugar, no aquí adentro, todavía estábamos afuera en la calle pidiendo justicia, memoria y verdad, él – un integrante de la generación diezmada – que 30 años antes de haber sido elegido Presidente y haber hablado ante el pueblo, en la Asamblea Legislativa, había estado en La Plaza, junto a otros miles de compañeros que hoy no están.

Él justamente venía, junto a todos ustedes, y cuando hablo de ustedes no solamente hablo de los que están aquí hoy presentes, sino a miles y miles de argentinos que durante mucho tiempo habían luchado para recuperar la memoria, la verdad y la justicia y él, ese día, con una emoción, casi descontrolada, le brotaron no del corazón creo que de las tripas lo que venía juntando durante tanto tiempo y vino precisamente a recuperar esta casa, y me acuerdo cuando ingresamos a ella por primera vez, muy fuerte, mucho dolor, mucha tragedia, una vibra fuerte que venía y que por momentos sentías que no lo ibas a poder soportar con el cuerpo.

Es difícil explicarlo, pero debo confesarles que no solamente a mí me pasó, algunas personas que me acompañaban también sintieron lo mismo, sin embargo no nos quedamos detenidos en el tiempo, al contrario avanzamos hacia el futuro porque decidimos transformar tanto dolor, tanta tragedia y ausencia en amor, en alegría, en música, en presencia y en recuperar este lugar para todos los argentinos.
Hoy quiero agradecer al directorio de la organización de derechos humanos, que me han conferido esta inmerecida distinción de Hacedores de Memoria.

Yo no soy una hacedora de memoria, simplemente no me hago la estúpida y miro para el otro lado, es muy simple. Yo no hago la memoria… la memoria está en cada Abuela, la memoria está en cada Madre, en cada uno de los familiares, en cada uno de los Hijos, y en cada uno de los cientos de los 119 nietos recuperados, que son la exacta demostración de que la memoria no es solamente hacer justicia y verdad con el pasado, sino que es esencialmente mirar hacia el futuro para recuperar todo lo que nos arrebataron.

Yo siento que, hoy, es un día de inmensa alegría, sé que desde algún lugar – porque saben que creo mucho en Dios – nos está mirando, no sé por qué será pero recién cuando apareció en la imagen del video vino una corriente de viento que nos derribó los vasos arriba de la mesa. Ustedes dirán está se ha vuelto mística y loca; eso déjenselo a algunos dicen que estoy loca, pero que ustedes piensan que tengo sentimiento y corazón, que es fundamental y que para seguir viviendo tengo que creer que en algún momento lo voy a volver a ver.
Y transformamos este lugar y algunos se preguntarán por qué Alicia está sentada, aquí, junto a nosotros, junto a Charly, junto a Estela. Porque ella como ministra de Desarrollo Social conduce el programa de cooperativistas “Argentina Trabaja”.

Aquí trabajaron las cooperativas en la reparación de 21 edificios, en la construcción sobre ruinas de la Secretaría de Derechos Humanos, que ya funciona y trabaja aquí en la ex ESMA, aquí en la nueva sede de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación argentina. Aquí está la sede de Madres, Línea Fundadora, de la Asociación de Madres, de Hijos, aquí a mis espaldas, el edificio de familiares de detenidos desaparecidos. Todo este trabajo fue hecho por más de 1.400 cooperativistas organizados, en más de 130 cooperativas de trabajo.

Por eso este casco, que simboliza el trabajo está junto a esta distinción y lo más importante, tal vez, algo de género, pero el 70 por ciento de los cooperativistas que lo han hecho son mujeres. Sí, compatriotas, mujeres capacitadas por el propio ministerio en el trabajo de albañilería. Ustedes las pudieron ver en las fotos: pegando ladrillos, haciendo baños que funcionan perfectamente, se los puedo asegurar, mujeres que no tenían ocupación, pero fundamentalmente que tampoco tenía capacitación para lograr un trabajo.

Porque – a ver – para aquellos que creen que a los argentinos no les gusta trabajar, pero lo que pasa es que hay argentinos que nunca fueron capacitados, ni siquiera pudieron estudiar. Entonces hay que capacitarlos para que puedan tener una ocupación y un trabajo. Es parte también de la labor y la función del Estado. Los llaman algunos – despectivamente – planeros o choripaneros.

Miren, porque dicen que son subsidiados, muy pronto muchos argentinos se van a enterar que ellos, que siempre criticaban a los otros porque decían que tenían subsidios que les pagaba el Estado, se van a dar cuenta que ellos también tenían subsidios que les pagaba el Estado. Muy pronto y saben qué. Son subsidios bastante más injustos porque lo que ellos llaman subsidio y que es simplemente derechos que la gente quiera que el Estado les garantice a ellos y a sus hijos, educación y salud porque no tienen un trabajo registrado, o porque no han conseguido ocupación, a ellos también el Estado le pagaba numerosos subsidios, pese a tener trabajo, ocupación, casa y vacaciones. Porque saben qué ha habido un formidable plan comunicacional, que no es solamente en la Argentina, es regional, de convencer a los sectores que han ascendido socialmente que el resto – si no lo ha hecho – es porque no quiere trabajar o no sirve, y que los que han ascendido lo han hecho por mérito propio, no producto de políticas públicas, que los han acompañado en el esfuerzo y el trabajo.

Porque yo me pregunto, antes del año 2003, los que hoy tienen trabajo, los que hoy tienen empresas, los que hoy han abierto un comercio no tenían inteligencia, no tenían capacidad de trabajo, de sacrificio para hacerlo. Claro que sí, lo que pasa que el Estado en ese momento no tenía políticas para los argentinos, tenía políticas que les quitaban cosas a los argentinos. Y si de algo me enorgullezco es que este espacio político, este proyecto político vino a dar, reparar derechos a todos los argentinos, a los 42 millones sin reparar ni distinguir, porque en los procesos de inclusión social no hay posibilidad de hacer distinciones y decir a este porque piensa de una manera no lo incluyo y al otro sí lo incluyo. ¿Saben por qué? Porque son políticas universales, la política de empleo, la política de industrializar el país para generar más de 6 millones de puestos de trabajo es una política universal; la política de las universidades también.

Y hoy he promulgado dos leyes de creación de universidades: la de San Isidro y la de San Antonio de Areco. 21 universidades creadas para que más argentinos y argentinas puedan acceder a la educación superior libre, nacional y gratuita, como pocas partes en el mundo. Tal vez esa gratuidad de la enseñanza pública superior sea una de las claves de este proceso de movilidad social ascendente, que tanto ha caracterizado. Discúlpenme la utilización de movilidad social ascendente, suena muy a Facultad de Sociología. Perdón los de la Facultad de Sociología, no quiero ofenderlos. Saben qué es progresar, pelechar, le pueden llamar también algunos.

En definitiva, poder decir que en estos años todos los argentinos han podido decir que el día de hoy fue mejor que el de ayer, cosa que no sucedió durante décadas, donde cada día que pasaba era peor que el día anterior. Por eso, él vino aquel día a reparar lo que durante años las organizaciones de derechos humanos habían luchado. Y la verdad que, cuando él asumió en el año 2003, los derechos humanos no estaban en agenda. En ningún focus group surgía que los derechos humanos eran una preocupación de los argentinos.

¿Saben qué? Somos una generación donde no necesitamos focus group. Nosotros tenemos una lectura de la realidad y, además, tenemos convicciones para transformar esa realidad que fue la que nos permitió darle a la Argentina el lapso de mayor estabilidad y gobernabilidad política, institucional, económica y social de la que se tenga memoria. Porque la gobernabilidad no se mide por cómo nos sonreímos o nos miramos entre los dirigentes de los distintos partidos políticos, a veces nos sonreímos más, a veces nos sonreímos menos, a veces en el Parlamento hasta nos ladramos muchas veces.

Pero la verdad que la auténtica gobernabilidad, la que le sirve a una sociedad, es la gobernabilidad de las calles, la gobernabilidad de la integración y de la inclusión social y sino, miren lo que pasa en otros continentes de los cuales siempre nos miraron como gobiernos populistas o, tal vez, como algo menos.

Miren lo que pasa en la vieja y civilizada Europa, cuando uno ve esas colas de miles de inmigrantes a los cuales no se les permite pasar porque hay alambrados de púas que impiden que ingresen; miren lo que pasa en sociedades donde fuertes corrientes inmigratorias no son integradas y van generando exclusión y lo que es peor en una sociedad, resentimiento. No hay nada peor en una sociedad que el resentimiento hacia los que más tienen porque no le permiten a los que menos tienen a los bienes sociales.

Por eso les digo a todos mi compatriotas, a los 42 millones de argentinos, tenemos que entender que la gobernabilidad, que la seguridad, esa palabra que solo se vincula con el uso de la fuerza policial, está dada fundamentalmente cuando una sociedad está integrada y tiene inclusión social. Porque entonces, cuando hay inclusión e integración social, hay menos violencia. Es de manual pero parece que algunos no lo quieren entender.

Por eso, este lugar, que supo ser un infierno como lo fue también el país, este lugar, al cual nos asomamos en aquel 2004, dicen que cuando uno asoma al abismo algo del abismo también entra en uno. Pero nosotros no permitimos que ese abismo nos penetrara, nos invadiera. Para ello utilizamos el amor, la alegría y los que nos dieron el ejemplo como nadie, y yo quiero agradecérselo, es a los que están sentados en esa mesa. A vos Charly, en nombre de H.I.J.O.S., a Wado, con ese sentido del humor. Yo le decía una vez a Máximo, porque los escuchaba muchas veces hablar a Juan, a Wado y a otros también y eran ciertos chistes que a mi me hacían como de humor negro, cómo podían decir esas cosas sobre sí mismo. “No te das cuenta, Cristina –me dijo-, que es una forma de defenderse y de poder superar”.

Quiero contarles como anécdota porque me quedó grabada. Un día estábamos comiendo y estabas vos Zannini también creo, Zannini, otro compañero, Wado y yo y en un momento nos pusimos a discutir que nos parecían los padres y cómo había sido tu papá y el mío y no, que no era así, y empezamos con interpretaciones y Wado observaba en silencio y no decía nada. Bueno, medio que empezamos a discutir entre tres y cuando terminamos, que terminamos medios enojados los tres porque estábamos discutiendo sobre nuestros padres y cómo influían y que esto y que el otro, él nos miró y dijo “vieron, yo ese problema nunca lo tuve”. Sí, y a mí me quedó porque… Yo no sé, si a mí me hubiera pasado lo mismo, si hubiera estado así, no lo sé. Posiblemente con mi forma de ser, no.

Lo mismo que cuando me tocó como senadora en mi banca aprobar la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Y recordé la lucha de Madres y Abuelas y dije “yo no sé si hubiera tenido tanta paciencia para esperar tantos años justicia, porque era caminar, marchar, caminar, pedir y pedir y solamente puertas que se cerraban, oídos que no escuchaban”. Y, sin embargo, jamás un gesto de violencia, jamás una palabra de odio o de venganza, solamente pidiendo justicia.

Y discúlpenme, yo sé que voy a decir algo que seguramente mañana me criticarán mucho, pero no me importa, lo digo: cuando yo las veía a ellas, que habían perdido a sus hijos y a sus nietos, porque muchas de sus hijas fueron llevadas embarazadas y reaccionaban de esa manera y después yo veía cómo cuando en el 2001, por ejemplo, vino el corralito, todos se lanzaban histéricamente contra los bancos con martillos y querían romper los bancos, está bien, tenían razón, se habían quedado con la plata y era una reacción por ahí correcta.
Pero fíjense, es una cosa que yo pensaba el otro día: la pucha, a estas mujeres se les quedaron con los hijos y los nietos y, sin embargo, nunca hicieron nada. Y eso no lo podés recuperar más, porque los ahorros hasta se los devolvimos con el Boden 12, pero a los hijos de ellas todavía no se los pudimos devolver. Los argentinos no les pudimos devolver todavía a muchas de ellas a hijos que buscan a sus hermanos, todavía hay abuelas que buscan a sus nietos.

Ya sabemos que los hijos no van a aparecer más, que los desaparecieron definitivamente y que nunca los podremos devolver, pero, por lo menos compatriotas, hemos hecho un acto de memoria, de verdad y de justicia. Y quiero señalar también que, en este sentido, somos un país modelo en el mundo. Ayer recibía la felicitación del Presidente de Francia y uno de los párrafos de la felicitación estaba precisamente orientado expresamente a felicitarnos por la tarea que hemos hecho en la lucha contra la impunidad.

Por eso, digo argentinos, que este tema, el de los derechos humanos, es uno de los pilares fundantes, pero no de un espacio político, sino que es un patrimonio de los argentinos que pueden exhibir ante el mundo con orgullo porque no necesitamos ningún tribunal ad-hoc, no necesitamos que ningún otro organismo viniera, lo hicimos aquí adentro, ejemplo en el mundo.
Y no nos detuvimos allí, porque también en estos años, con las políticas de recuperación, tengo acá las cifras, hemos recuperado… Estela vos recuperaste 119 nietos, pero el Estado argentino ha recuperado 35.346 niños que también se habían extraviado. Porque pasan estas cosas en la República Argentina.

No concebimos a los derechos humanos solamente como lo que ocurrió durante la dictadura, derechos humanos es lo que hoy, el primer grupo de músicos, porque en este espacio también, quiero contarles, hay más de 400 jóvenes, muchos jóvenes de las villas, muchos jóvenes de los barrios que están aprendiendo música y me recibieron con la palabra “libertad”, la palabra más maravillosa “libertad” que pude existir en una sociedad. Y decía la canción, si mal no recuerdo porque no la conocía, “libertad para la sociedad porque sino no voy a poder candombear”. Era algo así.

Y quiero decirles que en nombre de esa libertad, no nos detuvimos en recuperar aquí el Sitio de la Memoria, que inauguramos hace poco tiempo; los edificios que inauguramos hoy. En estos años hemos recuperado la dignidad con el matrimonio igualitario, el derecho a la identidad de género. Eso es libertad, que nadie te diga a quién tenés que elegir amar; que nadie te diga qué tenés que ser si querés ser otra cosa porque lo sentís y porque sos otra cosa.

Diría entonces, para finalizar, que él comenzó con la recuperación de la memoria, la verdad y la justicia, pero además, le hemos agregado la libertad, libertad para todos, libertad de vivir, de ser felices, de amar de querernos fundamentalmente, de querer al país, libertad para seguir siendo lo que queramos ser y que nunca nadie más crea que nos la van a venir a robar porque vamos a luchar por esa libertad.

Me olvidaba, me hizo acordar una nena, acá también funciona Canal Encuentro y Paka Paka. Lo inauguramos también, nuestro Canal Encuentro, del ministerio de Educación, ejemplo y Paka Paka, ahora no nos meten más el Pato Donald, ahora tenemos a Zamba, San Martín, Belgrano, la Juana Azurduy, ahora tenemos a nuestros propios héroes hechos realidad y cultura para todos los argentinos. Libertad, cultura, memoria, verdad y justicia para siempre y para todos. Muchas gracias a todos y a todas.