Imágenes de nuestra recorrida en Eleonas, centro de refugiados aquí en Atenas, Grecia. Mas de 2000 personas viven en este centro. Niños, mujeres, jóvenes, hombres, afganos, iraquíes, paquistaníes, africanos. Huyen de la guerra, de las persecuciones religiosas, en síntesis, huyen del horror. La bebé con la que me vas a ver en brazos se llama Donya, hermosa, la que tiene un moño rosa, tiene apenas 5 meses, sus padres vienen de Afganistán. Ella nació aquí en el centro, pero de acuerdo a las reglas vigentes en la Unión Europea, no tiene nacionalidad. Donya no tiene un papel en el que figure el lugar donde nació. Grecia, país que está afrontando su tercer rescate de deuda soberana, que representa el 186% de su PBI, los recibe, los acoge. Alguien, algunos, mas poderosos, con más recursos, y con la verdadera responsabilidad de lo que pasa no solamente en esta tragedia, en esta catástrofe humanitaria, sino también en cierta medida en lo que pasa en Grecia, deberían tomar cuenta de ello y hacerse cargo. Mi venida a este campo, a este centro – no puedo dejar de asociarlo con un campo, no se por qué, debe ser algo subjetivo – tiene que ver con dar un testimonio de lo que está pasando en esta parte del mundo.
Hoy en Eleonas, centro de refugiados en Grecia, hicimos un llamamiento a que el problema sea abordado de manera global, con responsabilidad en los paises que provocan el desplazamiento de refugiados.
El centro de refugiados muestra dos cosas: primero, la locura de la guerra, la intervención militar, y segundo, también un estado civilizatorio en el cual no solamente a los países se los bombardea sino que además, cuando los ciudadanos se escapan de los países, tampoco los dejan pasar. Esto me parece una tragedia humanitaria pocas veces vista.
Un agradecimiento mío, personal, al pueblo griego.