Cristina en la cumbre G77+China «Hacia un nuevo orden mundial para vivir bien», en Santa Cruz de la Sierra, Estado Plurinacional de Bolivia. 15 de junio de 2014
Señor Presidente: en primer lugar, agradecerle a usted la cálida bienvenida que nos ha brindado, no solamente usted sino todo el pueblo boliviano, como ya estamos acostumbrados; saludar a todos lo señores Jefes y Jefas de Estado y jefes y jefas de Delegación de cada uno de los 133 países, que conforman este importantísimo foro, el más importante en su volumen, luego de Naciones Unidas, y que ya tiene una constitución de más de 50 años.
Quiero referirme especialmente lo que ha sido la consigna por la cual Bolivia fijó esta reunión del G-77+China: “Hacia un nuevo orden mundial para vivir bien”.
Debo confesarles que nosotros y lo sigo yo afirmando normalmente, siempre queremos vivir mejor. Midamos esta expresión de vivir mejor, implica más siempre.
La primera vez que escuché la distinción entre vivir mejor y vivir bien, tuvo lugar en la ciudad de Nueva York, en el año, si mal no recuerdo, 2005, yo era senadora de mi país y dábamos una conferencia en la New School de Nueva York, allí donde estudió Hannah Arendt, donde hoy está Joseph Stiglitz, y la dimos en forma conjunta con el actual Canciller también, Choquehuanca, que fue quien explicó esta distinción entre vivir bien y vivir mejor. Estaba también por la República Federativa del Brasil, Marco Aurelio García, Heraldo Muñoz, hoy Canciller de la Hermana República de Chile, entonces Embajador en Naciones Unidas, y no recuerdo el nombre pero también era un importante compañero representante en Naciones Unidas o en Washington de la República Bolivariana de Venezuela.
Lo cierto es que, más allá de la distinción como categoría política de vivir bien o vivir mejor, desde el año 2005 y observando como está el mundo, podemos decir que no estamos ni bien ni mejor, que estamos peor y en menos. Digo, si observamos globalmente lo que pasa.
En términos de seguridad y de paz mundial, un objetivo que todos los países debemos perseguir sin lugar a dudas, es más que evidente que las cuestiones han tendido a agravarse. Es más, ustedes saben que Argentina forma parte del Grupo G-20, y el problema más acuciante que había hace apenas menos de un año, cuando tuvo lugar la Cumbre del G-20 en San Petersburgo, era la situación Siria.
Fíjense ustedes con qué velocidad cambian los acontecimientos y con qué velocidad cambian también las estrategias y los aliados estratégicos que se pueden tener frente a situaciones como la que se está viviendo, por ejemplo, en Irak, donde grupos fundamentalistas, bueno, están acosando al gobierno de Irán y lo pudimos leer en todos los diarios, no estoy manejando información secreta ni clasificada, Estados Unidos piensa que puede tener que recurrir a la ayuda de Siria, a quien consideraba que el año pasado debía tal vez tener una intervención militar o tal vez, de la República Islámica de Irán, a quien también consideraba como algo que debería poder ser intervenido.
Quiero poner estos ejemplos para que observemos la fragilidad, la absoluta fragilidad que implica tener un orden mundial basado en poderes hegemónicos, y basados fundamentalmente, en una falta de abordaje racional, en un abordaje discrecional de los problemas del mundo, que implicaría que quienes mayores responsabilidades tienen en este mundo, mayor nivel de profundidad y responsabilidad deberían tener a la hora de adoptar decisiones que pueden convulsionar aún más el mundo.
En realidad, todo daría la impresión hoy, por ejemplo, que estamos mucho peor en términos de seguridad en Medio Oriente, lo que yo considero el “nudo gordiano”. Medio Oriente es el “nudo gordiano” de la seguridad y de la paz mundial, que lo que estábamos, no ya en el 2005, sino apenas el año pasado.
Con respecto al orden económico, estoy hablando del año 2005, de aquella conferencia y apenas 3 años después, también en Nueva York, pero no en la New School University, sino en Lehman Brothers, comenzaba una crisis que aún hoy persiste y afecta a muchísimos países.
Mi país, la Argentina ya había sido afectada con anterioridad, por lo que yo denomino y califiqué el año pasado en el seno del G-20, el anarcocapitalismo.Yo sé que el compañero Evo Morales hace una distinción y una crítica y condena muy fuerte al capitalismo, pero yo digo que esto que está pasando en el mundo no es capitalismo, no es por lo menos el capitalismo sobre el que escribieron David Ricardo ni Adam Smith, es una distorsión total y absoluta. Porque en aquel capitalismo podíamos encontrar la categoría de la explotación, de la plusvalía, pero este narcocapitalismo que vive el mundo dominado por los capitales financieros, no ya por los capitales que producen bienes y servicios, tenemos una nueva categoría que no es la de la explotación, sino que es la de la exclusión.
Ya ni siquiera los hombres y mujeres son importantes en el mundo para explotarlos, sino simplemente se los excluye. ¿Por qué? Porque a partir de lo que constituyó una verdadera reversión del capitalismo tradicional en un capitalismo financiero y la aparición de lo que se denominó los derivados financieros, se comenzó a generar o por lo menos a hacer creerle al mundo que se generaba dinero sin que este pasara por el circuito de la producción de bienes o servicios, algo que es imposible y genera obviamente ganancias siderales, pero también existencia de dinero ficticio.
¿Y por qué digo mi país? Porque mi país, en mi país, se hizo el primer experimento cuando se dijo que la moneda argentina era igual a un dólar, se endeudó el país mediante la financiación de esta ficción durante más de 10 años y se llegó a endeudar al país y el país llegó a deber el 160 por ciento de su Producto Bruto en servicios financieros.
Se desindustrializó el país, no había industrias, esto había comenzado ya mucho antes también durante la primera dictadura militar, o no la primera, una de las tantas que tuvimos, la del 24 de marzo de 1976.
Fíjense qué curiosidad, también con la reforma de la Ley de Entidades Financieras. Un país que había sido industrial, comenzó a dejar de ser industrial y hacer prevalecer lo financiero sobre lo industrial.
¿Saben qué decía David, saben qué decía Adam Smith, uno de los fundadores del capitalismo? Que cuando ganan los trabajadores o ganan los capitalistas, los banqueros ganan menos o pierden. Es uno de los principales problemas. Pero la historia de mi país termina implosionando en el año 2001 con el default más grande del que se tenga memoria hasta ahora. Se defaulteó la totalidad de la deuda argentina y cuando en el año 2003 y los años con posterioridad a eso asume el gobierno del presidente Néstor Kirchner, mi compañero, comenzamos una larga marcha para encausar al país. Primero, para cubrir la deuda interna que teníamos con millones de argentinos, se llegó a tener una desocupación del 25 por ciento, pobreza superior al 54 por ciento, indigencia superior al 27 ó 30 por ciento.
Comenzamos a generar políticas públicas, proactivas y contracíclicas, que permitieran en general el crecimiento nuevamente y la industrialización del país y la generación de puestos de trabajo. Consideramos al trabajo como uno de los articuladores fundamentales en la organización, sino el que más de organización social.
Y al mismo tiempo también, comenzamos a abordar el problema de la deuda externa. Me acuerdo el primer mensaje del presidente Kirchner, en el seno de Naciones Unidas, cuando pidió que nos dieran tiempo para crecer, tiempos para poder acumular crecimiento y poder pagar lo que otros gobiernos habían generado como deuda. Porque quede claro, nos tocó encargarnos de la deuda que habían generado otros gobiernos.
Y me acuerdo de aquel discurso porque pronunció una frase que quedó grabada, por lo menos en la memoria de muchos argentinos: “Déjennos crecer, porque si nos estrangulan y nos matan, no van a cobrar ninguna deuda porque los muertos no pagan las deudas. Los únicos que pueden pagar las deudas, son los vivos”. Y se hizo la primera reestructuración de deuda externa en el año 2005 que abarcó aproximadamente un 76 por ciento de los acreedores.
Luego, durante mi primer mandato como Presidenta en el año 2010, hicimos la segunda reestructuración de la deuda externa que alcanzó al 93 por ciento de la totalidad de los acreedores y hace pocos días también, cerramos las negociaciones y reestructuramos la deuda con el Club de París, un club que se había formado en el año 1956 –escuchen este detalle-, 1956 cuando la Argentina, después del derrocamiento del general Perón, decide tomar un crédito de 700 millones de dólares con varios países europeos y a raíz de ello se conforma lo que se denomina el Club de París, que podemos definir como un invento argentino.
Año 1956, yo tenía 3 años cuando se contrajo la primera parte de esa deuda y mi joven ministro de Economía, que fue el que la renegoció y cerró su negociación, cuyo primer pago vamos a hacer ahora en el mes de julio, ni siquiera había nacido.
Fíjense ustedes la historia de endeudamiento de los países y lo que significó durante décadas un verdadero cepo. Aquí se habló y se habla y se rechaza, nosotros también lo hacemos con mucho énfasis y fuerza, el embargo sobre Cuba, pero también los países que tienen deuda que supera el 100 por ciento de su PBI, también tienen una forma de embargo sobre las posibilidades de crecimiento y de desarrollo de sus economías.
Y sin acceso al mercado de capitales, Argentina viene cumpliendo puntualmente con el pago de sus deudas desde el año 2005 hasta la fecha. Y ahora también, ya la última que nos quedaba, con el Club de París.
Sin embargo, en esta suerte de anarcosindicalismo, de manejo de un pequeño grupo de financistas sobre el resto de la humanidad, un grupo al que se denomina “fondos buitres” adquirió a precios irrisorios títulos de la deuda, si el valor era 100, pagaron 5 pesos o menos tal vez, financistas que ni siquiera tributan en Estados Unidos porque tienen sus domicilios fiscales en paraísos fiscales y que apenas representan, del porcentaje total de la deuda argentina, un 1 o un 2 por ciento. Y son los que sin embargo quieren hoy y exigen, bajo la amenaza de que se caiga toda la reestructuración de la deuda, que se les pague diferente a ellos que al 93 por ciento de los acreedores que confiaron en la Argentina, apostaron a la Argentina con ley de Nueva York y que vienen cobrando puntualmente sus deudas sin que Argentina acceda al mercado de capitales, porque para nosotros, acceder al mercado de capitales con tasas del 14 o del 15 por ciento, es francamente usurario y prohibitivo.
O sea que estamos haciendo este inmenso esfuerzo de pagar las deudas que contrajeron otros gobiernos, primero, porque creemos en la continuidad del Estado, pero, fundamentalmente, porque queremos hacer honor a nuestras deudas.
Y sin embargo, este pequeño grupo de fondos buitres, pone en peligro, no solo a la Argentina, porque si fuera solo Argentina tal vez en este mundo poco importaría, un país allá perdido en el fondo del continente de América del Sur no debería importarles demasiado. Pero en realidad lo que se está poniendo en juego, es el sistema financiero internacional y el sistema económico internacional, más que el sistema financiero.
Porque pregunto yo: ¿qué país va a reestructurar sus deudas, qué país va a tener confianza en que se haga cargo de sus deudas si después, a partir de maniobras de pequeños grupos con intereses políticos en entramados políticos de financiamientos de campañas…? Financiamientos por cierto bastante inferiores a lo que van a ganar, me gustaría que algunos de los que fueron financiados se enteraran de lo que les dieron, y compararlo con lo que van a ganar seguramente se enojarían porque los tacharían de miserables al lado de los aportes que le han hecho para sus campañas.
Y, entonces, todo esto verse derrumbado, un orden pretendidamente internacional, que tampoco causamos nosotros porque, en definitiva, la caída de Lehman Brothers y cómo impactó en el mundo y hoy sigue impactando en qué, en cifras de miles, de millones de jóvenes desempleados en toda Europa, en falta de crecimiento.
Y nosotros aquí en América del Sur, gobiernos que hemos podido remontar, décadas de olvido, de atraso en educación, en salud, en viviendas, hoy nos vemos también con que quieren trasladarnos a nosotros las crisis que otros han producido.
Por eso, es muy importante que este Grupo se pronuncie contra estas prácticas financieras pero, fundamentalmente, con un modelo que ya se ha tornado sistémico en el mundo en cuanto a expoliación. Ya no necesitan siquiera la forma colonial típica de los siglos XIX o XX, en África, por ejemplo, que por cierto aún subsiste un enclave colonial acá en la América del Sur en nuestras Islas Malvinas, también agradecemos la solidaridad del G-77+China, en esta causa que es una causa global. Restan solo 17 enclaves coloniales militares en el mundo, la mayoría son del Reino Unido, constituyen una verdadera vergüenza.
Muchos de ustedes fueron o fuimos colonias durante el siglo XIX, otros lo siguieron siendo durante el siglo XX. Tengo aquí a mi izquierda, sentado al representante de la República de Angola que me tocó conocer y también el rol que desempeñó la hermana República de Cuba en la liberación y en la independencia de la República de Angola.
Porque cómo somos los americanos y cómo somos los latinoamericanos, ayudamos en la construcción de las categorías de libertad, independencia y democracia pero no para subordinar e imponer formas de gobierno, sino porque creemos firmemente en los valores de la libertad, de la democracia y de la independencia. Y los valores de la libertad, de la democracia y de la independencia también exigen que los países puedan organizarse de acuerdo con sus tradiciones, con sus creencias y, por supuesto siempre, al respeto irrestricto de los derechos humanos.
También de eso podemos hablar los argentinos. Somos un ejemplo en materia de derechos humanos en todo el mundo luego de haber sido asolados por una de las dictaduras más feroces que se recuerdan en toda la historia.
Por eso, creo que hacia un nuevo orden mundial para vivir bien o para vivir mejor, como decimos nosotros, tiene que abordar un nuevo sistema de normativas globales aplicables a todos los países.
Nosotros vinimos bregando desde hace mucho tiempo por las reformas en materia del Consejo de Seguridad en Naciones Unidas, porque no puede ser, en principio, que la seguridad del mundo dependa solo de un puñado, es más, si cuando ese puñado tampoco está de acuerdo con lo que se va a hacer, se puede actuar unilateralmente. Rechazamos la unilateralidad en la toma de decisiones, porque es la forma más rápida de equivocarse. Y si uno mira la historia reciente, si uno mira este relato que yo comencé al inicio de mi intervención, con lo que pasaba apenas hace un año en el Medio Oriente y lo que está pasando hoy, vemos que el unilateralismo no es conveniente para nadie, ni siquiera para aquellos que lo ejercen, porque no permite visualizar con claridad los problemas, porque toma solamente una visión sesgada y como decimos en mi país, como ese caballo que tiene anteojeras y que solamente puede ver hacia delante y no puede mirar hacia los costados o tal vez girar la cabeza y mirar hacia atrás. Por eso creemos que la unilateralidad ha dejado de ser conveniente para todos, aún hasta para aquellos que la ejercen.
Por eso creemos que este nuevo orden requiere también un sistema económico desde que las calificadoras de riego no puedan libremente calificar a un país si no se cree un sistema o que, por lo menos, los sistemas que fueron creados originalmente, luego de la Segunda Guerra Mundial, retomen lo que fue su misión original.
¿Por qué calificadoras de riesgo que no sabemos a qué intereses responden? Hace poco descubrimos que la tasa LIBOR, la famosa tasa LIBOR por la cual se fijan los criterios o los intereses a las deudas, eran fijadas por 4 personas que se reunían o 10 u 11 bancos que se reunían todos los días a las 11 de la mañana o a las 12 del mediodía en Londres y decían “bueno, la tasa de hoy será tal cosa”.
¿Qué orden, qué mundo puede funcionar de esta manera? Ninguno, todos lo sabemos. Se están dilatando las respuestas y se están dilatando las soluciones. Y en tanto y en cuanto se dilaten las soluciones y en cuanto se dilaten las respuestas, más problemas y más fundamentalismo habrá en el mundo.
Porque el fundamentalismo, precisamente, pivotea sobre las necesidades, sobre pueblos sometidos, sobre pueblos que carecen de educación, de salud, de vivienda para allí, a partir de posiciones extremas, generar lo que ya sabemos que se genera. Si no se entiende esta lógica, cada vez estaremos peor y ya no podremos vivir ni mejor ni bien.
Por eso, quiero agradecerles a todos ustedes, en especial al Presidente Evo Morales, el habernos convocado para esto que puede parecer una consigna idealista o tal vez utópica: “Hacia un nuevo orden mundial para vivir bien”.
Si no lo hacemos a tiempo, deberíamos hasta suprimir la palabra “bien”, porque vamos a tener que llegar un día a convocar a una reunión acá o en Naciones Unidas que diga simplemente: “Hacia un nuevo orden mundial para poder seguir viviendo”.
Muchas gracias.