¿Cómo están? No se imaginan las ganas que tenía de volver a verlos. Gracias a todos y a todas por estar hoy aquí, a los compañeros, compañeras, trabajadores, trabajadoras que organizaron esto.
En un día muy especial, un día en el que recordamos la vuelta del general Perón a la patria después del exilio y la proscripción. Y a mí me gustaría en este día tan especial que pudiéramos todos y todas, juntos reflexionar sobre la patria, sobre nuestra historia. Yo creo siempre, ustedes saben que soy una apasionada de la historia, que en la historia se pueden encontrar las claves. Las claves de lo que nos pasó, por qué nos pasó y es muy importante porque una sociedad que no sabe lo que pasó, difícilmente pueda entender lo que pasa y resulta absolutamente imposible develar el porvenir. Por eso, vaya un primer tributo a ese peronismo al que ahora muchos le quieren contar lo que es la libertad y lo que es la democracia. Yo quiero, sin reproches a nadie, pero por favor que nadie venga a explicarnos a los peronistas lo que es la libertad y la democracia de poder elegir, de poder opinar, de poder hablar. No.
Yo nací en esta ciudad, en La Plata, cuando Perón volvió tenía 19 años, estaba a punto de cumplir 20, al año siguiente y en esos 20 años nunca en mi país, en el país de todos nosotros, se podía elegir libremente al presidente. El último presidente electo democráticamente en aquel momento había sido el propio Perón allá por el año 52. Después el golpe y después el Partido Militar que no fue primero con el peronismo, el primer golpe fue con el radicalismo en el 30. Seamos justos, también, porque en realidad, compatriotas, ese Partido Militar surgido allá en el 30 contra el gobierno nacional y popular de Hipólito Yrigoyen fue el dispositivo, el instrumento, que a partir de que en la Argentina, con la Ley Sáenz Peña podíamos elegir presidente con el voto secreto y obligatorio, no muy universal porque las mujeres recién votaron con los peronistas, también digámoslo con todas las letras: universal ma non troppo. El voto universal lo pusimos nosotros los peronistas con Evita cuando incorporamos a las mujeres y con Parón cuando incorporamos a los trabajadores a la vida política de la Argentina. Esa es la historia real.
Cuando, por ahí hablan, «no los últimos 70 años del peronismo», ¿pero de qué estamos hablando si hace 50 años cuando Perón volvió hacía 20 que el peronismo estaba proscrito? ¡Por favor, si suman y restan así, ahora entiendo! Por ahí algunos préstamos que han tomado y no han sabido sumar y restar bien, pero aprendan a sumar y a restar en serio, por favor. No vengo con reproches para nadie, simplemente a ver si podemos reflexionar juntos y juntas. No vengo con reproches para nadie, simplemente, ni echarle la culpa a nadie, simplemente a entender qué nos pasó.
Ese Partido Militar que finalmente culmina con el advenimiento de la democracia aquel 30 de octubre cuando, bueno es reconocerlo también, el valor de la democracia que algunos hoy ponen en duda y que es nada más ni nada menos que el valor de la vida porque aquel Partido Militar que condicionó durante años la voluntad popular terminó en la tragedia política, social, económica y humanitaria más grande que se recuerde, incluida la derrota en Malvinas. Los peronistas en ese momento no llegamos a interpretar ese valor democrático de la vida. Es cierto que con la democracia no se pudo ni comer, ni curar, ni educar, pero sí se puede vivir. Porque para educarse, para comer o para trabajar, primero hay que estar vivo, compatriotas.
Y aquel 30 de octubre, aquel periodo inauguró un acuerdo democrático tácito y también expreso, que consistía básicamente en que ningún argentino ponía en peligro su vida por opinar, por militar, por pensar diferente. Este fue el gran logro que se incorporó. Ese acuerdo donde podíamos tener todas las diferencias del mundo, pero nadie quería matar a nadie. A nadie se le deseaba la muerte por pensar diferente, ni siquiera a aquellos que habían hecho de la muerte un instrumento político. Porque creo que lo más importante fue, precisamente, eso.
Yo veía el otro día, no sé si la vieron, seguramente sí, esa película 1985 Argentina y escuchaba una frase de uno de los fiscales, de Moreno Ocampo si mal no recuerdo, que decía «es el fin de la muerte como instrumento político». Esta fue la gran construcción democrática. Gran construcción democrática que, lamentablemente, el pasado primero de septiembre se quebró por primera vez. No, no silbemos, no es para silbar, es para pensar. Ese primero de septiembre se quebró aquel pacto democrático, aquel acuerdo democrático, el de la vida, el de respetar la vida, ¡respetar la vida! Nada más, ni nada menos. Y yo creo que esto sí es obligación de todas las fuerzas políticas en la Argentina, volver a reconstruir ese acuerdo democrático separando a los violentos, al lenguaje del odio, al que quiere que el otro se muera porque piensa diferente. Ningún partido político en la Argentina puede volver a aceptar esto. Sería retroceder a etapas pre democráticas. Pero creo sinceramente que con ese acuerdo democrático y por la vida los argentinos debemos incorporar al debate y al acuerdo democrático el tema seguridad. Un tema complejo, pero que hoy sufre el conjunto de la sociedad argentina. Hay que terminar con debates absurdos porque la democracia tiene una deuda en materia de seguridad de la vida de los vecinos, de las vecinas, de los habitantes. Ningún partido político lo ha podido solucionar y, por favor, terminemos con ese debate berreta de los mano dura, de los garantistas por un lado, los mano duras… Muy berreta, muy berreta el debate y muy cínico y mentiroso, además.
Miren, si para algo sirvió lo que me pasó, es para demostrar que cuando estuvieron en el ministerio de Seguridad los mano dura a la política de Inteligencia Criminal le pusieron una Miss Argentina para que la condujera. Que no nos berreteen más con que saben de inteligencia y de seguridad y a la hermana de la Miss Argentina a controlar los gastos reservados del Ministerio de Seguridad. ¡Basta muchachos, los vimos, ya nos dimos cuenta! ¡Ya nos dimos cuenta!
Hoy, además de los 50 años del retorno de Perón a la patria, hace un año un pibe de acá del conurbano, Lucas González, el jugador de Barracas, le mando un inmenso abrazo a su madre, a su padre y a sus hermanos, el pibe de Barracas era asesinado por una brigada de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, pudo haber sido también de la Provincia de Buenos Aires, en esto por favor, por una vez en la vida olvidemos los partidos políticos y discutamos en serio el tema de la seguridad en nombre de todas las víctimas, de sus familiares, de sus deudos. Esa brigada que asesinó a Lucas y los tuvieron detenidos a los pibes durante días, también con la justicia de la Ciudad, pudo haber sido en cualquier lado, como de hecho lo fue, todavía me acuerdo la masacre de Monte, acá en la Provincia de Buenos Aires, lo recuerdo muy bien. Es necesario que nos despojemos de esto y dejemos de elaborar proyectos y decir que tenemos la seguridad resuelta. Algunos la pueden tener más resulta que otros con la pauta publicitaria, pero la seguridad los vecinos y las vecinas de la República Argentina y, fundamentalmente, de los grandes centros urbanos la sufren todos los días.
Miren, es demasiado grave el problema y las mutaciones que ha sufrido la sociedad desde la mitad del siglo pasado cuando comenzaron a abandonar el campo y venirse a las ciudades, las grandes concentraciones urbanas, la irrupción del narcotráfico, el crecimiento también, muchas veces , de la desigualdad. Pero con la desigualdad sola no explicamos un proyecto de seguridad. Ni tampoco con el gatillo fácil, ni tampoco con el gatillo fácil. Porque una de las cosas que tenemos que coincidir los partidos políticos de la democracia es que hay un fenómeno de autonomización de las fuerzas de seguridad de la decisión y el poder político. El gran acuerdo que debe haber entre todos los partidos políticos es además de un proyecto de seguridad, que las fuerzas de seguridad respondan efectivamente a las autoridades civiles. De eso se trata y se debe tratar la seguridad.
Por eso creo que es imprescindible abordar estos temas. Miren, también vimos, no quiero abundar en ejemplos, pero también vimos cuando hubo un partido importante de Boca, o no sé qué cosa, cuando un policía, un agente, no importa si de la Policía de la Ciudad, no importa, pero estafaba a un turista extranjero. En serio, las fuerzas de seguridad son una parte de la solución, pero también son una parte del problema si no se subordinan al poder civil. Esto es la realidad también, y también es necesario decirlo y explicitarlo. Nosotros cuando estuvimos en el gobierno desplegamos miles de gendarmes en el conurbano en el operativo Centinela, la gente lo pedía porque tenía más confianza. Esto todavía no sé por qué no podemos volver a hacer lo mismo, de desplegar miles de gendarmes aquí en el conurbano bonaerense en vez de tenerlos en medio de la Patagonia nadie sabe haciendo qué.
Me parece que es hora de tener una mirada hacia los lugares que están sufriendo. Discúlpenme si hablé tanto de este tema, pero créanme que es imprescindible hacerlo. También sabemos que el orden, por lo menos para nosotros los peronistas, el orden en una sociedad también ayuda y contribuye con la seguridad. Pero cuál es el orden para nosotros. Para nosotros el orden es que el padre o la madre, o ambos, salgan todos los días a trabajar, los pibes se queden en la casa y vayan al colegio, y todos juntos después coman en su casa, que la familia argentina vuelva a comer en su casa y no en el colegio, en los merenderos, en los comedores. ¡No hay orden, no hay orden que garantice más seguridad que eso! Créanme, no es el gatillo fácil, ni el palo. Es el trabajo, el trabajo bien remunerado porque si hubo…
Como decía el general «todo en su medida y armoniosamente».
Pero como decía al principio, con acuerdo democrático únicamente… ¡Dios mío, también los extrañaba a ustedes!
Como decía…
Ustedes saben que eso que cantan ustedes y que cantaron. Yo he pensado mucho en eso y en lo que pasó, eso que cantaron durante tantos días, esos 10 días maravillosos en la puerta de mi casa. Pero déjenme decirles que, he pensado mucho porque además, ¿cuál era el objetivo? Y leyendo un proyecto, y les pido por favor ni que griten, ni que insulten, por favor se los pido, contribuyamos nosotros, al menos, nosotros, al menos. Una cosa que me impresionó, si me permiten una digresión sobre esto, un proyecto que sugestivamente, casualmente, no sé qué otro mente ponerle decía o presagiaba o anunciaba, casi como una suerte de adivino, que un loco podía atentar contra mi vida. Más allá de eso, a mí me impresionó mucho la última frase fuerte que cerraba con letras mayúsculas ese proyecto, porque yo creo que ahí está la clave de lo que se intentó hacer. Que viene intentándose hace mucho tiempo, décadas atrás y que es la frase decía «Sin Cristina, hay peronismo. Y sin peronismo, sigue habiendo Argentina». Y ahí, en eso, sin silbar, para pensar. En esa frase estaba condensada, condensado el objetivo. El objetivo de siempre: suprimir al peronismo. El de siempre. No era porque iba a haber una guerra civil, ni nada, simplemente porque sin Cristina hay peronismo, posiblemente dividido, fracturado, enfrentado, inocuo y neutralizado para cualquier proceso de cambio y sin peronismo, sigue habiendo Argentina, finalizaba. El viejo proyecto de siempre, la desaparición del peronismo. Yo no sé, pero realmente creen que con eso se termina la voluntad de un pueblo de tener una vida digna y una patria justa. Si hubiera sido tan simple, ya lo hubieran logrado desde hace muchos años. Y siempre el peronismo termina reencarnándose, siempre termina como una suerte de reencarnación. Y lo que parecía muerto y sepultado, finalmente no lo es. ¿Por qué no prueban alguna vez sentarse a conversar con el peronismo a ver qué modelo de Argentina queremos, si es tan diferente a la de ustedes? Si no quieren que los chicos coman, que vayan a la escuela, que puedan ir a la universidad. Yo creo, sinceramente, que…
O sea, esa consigna de la nafta no te va a dar, es una de las que más me gusta, me da una risa, ¡qué ocurrencia la nafta no te va a dar! Me encanta. Y no, no les va a dar mientras haya argentinos y argentinas que quieran vivir en paz y con dignidad, no es un problema de Cristina, es un problema de los argentinos que se han acostumbrado a comer cuatro veces por día y a pensar que sus hijos pueden tener un destino diferente. Si la cuna les salió mal y es pobre, que pueden tener un destino diferente y progresar, eso es el peronismo. No estar condenado por la cuna, haber podido nacer en una familia trabajadora y llegar a presidente de la República, eso es la movilidad social y el peronismo.
Por eso, creo que también es necesario que a ese acuerdo democrático le suceda también la construcción de un consenso económico, pero no de un consenso en que todos opinemos igual, sino que abordemos los graves problemas que tiene la Argentina. Porque miren, a ese Partido Militar que se fue en octubre y que no era un Partido Militar únicamente aquí en la Argentina, era en toda la región. Era en el marco de la Guerra Fría y la Doctrina de la Seguridad Nacional, fue aquí, en Brasil, en Chile, en Ecuador, en Perú, en toda la región. A ese Partido Militar le sobrevino el ciclo del neoliberalismo en toda la región y aquí en Argentina. Yo cuando escucho, y permítanme algunas digresiones, yo cuando escucho, como una novedad, que quieren privatizar Aerolíneas Argentinas. ¡Muchachos, muchachas, ya pasó en los 90! Aerolíneas Argentinas fue privatizada durante la década del 90, en noviembre de 1990. Cuando llegué a la presidencia, cuando Néstor llegó a la presidencia ya estaba en concurso de acreedores. Cuando llegué a la presidencia en el 2007, 2008, apenas tenía 26 naves, el resto era chatarra y saben qué. El Estado nacional les pagaba los salarios a los trabajadores de Aerolíneas y el combustible y era de una empresa extranjera que, además de vaciarla con los aviones, con los tres simuladores de vuelo que tenía Aerolíneas y que fueron vendidos y con los inmuebles. Aerolíneas Argentinas tenía edificios en París, en Roma, en Nueva York, en Miami, en Lima, en Caracas. Eso era cuando se privatizó. Cuando la devolvieron porque no la podían sostener, lo único que quedaba era el edificio de Madrid, alquilado. Que me acuerdo que lo reinauguramos. Esta es la verdad entonces ¿qué nos vienen a decir? El déficit era de 1146 millones de dólares, ahora lo han reducido a 389 per, además, es necesario que en el balance de Aerolíneas Argentina también le sumemos las rentabilidades de los hoteles, de los lugares de vacaciones en la República Argentina, de los restaurantes que se llenan por el turismo que va a lo largo y a lo ancho del país. Las cuentas, vuelvo a decirles muchachos, hagan las cuentas completas, sumen todo. Es necesario sumar todo.
Y nos hablan de volver a privatizar las jubilaciones. Pero, Dios mío, si no hubiéramos recuperado los recursos de los trabajadores para que los administre el Estado y no los ejecutivos que se llevaron 12.000 millones de dólares en comisiones, hoy tendríamos millones de argentinos mayores de 60 años a la intemperie. Sin ningún beneficio jubilatorio. Es cierto que la jubilación que ahora es más de 50.000 más el bono que van a poner ahora, no alcanza. Pero ¿y si no se hubieran podido jubilar y no tuvieran ni los 60.000 ni el PAMI cuánto peor estaríamos?
Miren: hay un dato que revela dónde está el problema. En este refuerzo alimentario para los argentinos y las argentinas sin ingreso, los argentinos y argentinas mayores de 60 años que se anotaron sólo alcanzan al 6 por ciento mientras que los jóvenes de 18 a 34 son prácticamente el 50 por ciento. ¿Saben por qué? Porque las políticas universales las podemos focalizar en la tercera edad o en los chicos con la AUH pero, en el medio, no hay política universal. La política es el trabajo y el salario. En un proyecto político de industrialización, de valor agregado… Dicen que tenemos que volver a la década del 90 otra fuerza política muy novedosa. No tan novedosa porque dice que el gobierno de los 90 fue el mejor de la historia y el ministro de la convertibilidad el mejor de la historia. Mirá vos. Mirá vos. Y dicen que son lo nuevo. Muchachos: acá lo único nuevo que hay somos nosotros. El cambio, los que cambiamos la Argentina después del 2001, después de la crisis del 2001 fuimos nosotros. Con ese 22 por ciento de votos de quien fuera mi compañero de vida que se cargó el país al hombro aunque el país se lo llevó puesto a él también.
Hoy, el otro día, miraba que el gasoducto Néstor Kirchner, hubo la primera soldadura del gasoducto Néstor Kirchner a Vaca Muerta. Hoy no hay político en Argentina que no se llene la boca… ni empresario, ni político, ni dirigente que no remita a Vaca Muerta como el futuro que nos va a sacar de donde estamos. Dicen que a mí me gusta mirar el pasado ¿Pero saben qué? Si en el pasado no se le hubiera ocurrido a esta argentina recuperar YPF para todos los argentinos, Vaca Muerta sería Vaca Viva y otros la tendrían atada. Porque esta es la verdadera historia. Un proyecto de país no se hace de un día para el otro, es todos los días sumar. Es como nos enseñaba él cuando nos decía: escalón a escalón, salir del infierno, pasar al purgatorio. Lo habrán escuchado millones de veces pero, la Argentina que recibimos allá en el 2001 era muy diferente a la que dejamos en 2015 donde, desde allí, empezó un tobogán que parece no tener fin. Pero el gran punto de quiebre y quiero ser absolutamente sincera y justa, el gran punto de quiebre fue volver a un brutal endeudamiento del país que condiciona absolutamente nuestras políticas porque tenemos que destinar recursos, no para agregar valor, no para generar fuentes de trabajo sino para pagar deudas. Y no le estoy reprochando nada a nadie, estoy simplemente haciendo una descripción de las dificultades, que se suman a problemas estructurales que ustedes me lo han escuchado muchísimas veces hablar de ellos. Economía bimonetaria que agravó y profundizó la restricción externa de manera indecible. Y también la necesidad de un Estado fuerte que vuelva a terciar en la redistribución del ingreso.
Miren: fue, ustedes ya saben, me han escuchado muchas veces, no voy a repetirlo, simplemente recordar. Un solo recuerdo, un instante nada más. Fue en este mismo lugar, aquí en el estadio único de La Plata, allá por diciembre, noviembre del 2020 si mal no recuerdo, donde después de que el compañero que me precedió en el uso de la palabra, analizara que iba a haber un gran crecimiento económico, como realmente lo hubo, me tocó hablar a mí. Dije que no tenía dudas de que íbamos a crecer mucho pero, que era necesario alinear precios, salarios, tarifas, para que ese crecimiento no se lo llevaran cuatro vivos. Lo dije acá hace dos años. Y no es para reprocharle nada a nadie, simplemente para entender que cuando alguien ha dedicado toda su vida a la militancia pero, además, tuvo el inmenso honor de ser dos veces Presidenta de la República y, además, acompañar durante toda la gestión como gobernador a un gobernador como Néstor y a un Presidente como él, cuando decimos las cosas, no es por terquedad, no es por capricho. Es simplemente ayudar a que las cosas se hagan mejor, que de eso se trata. Y se pueden, se pueden hacer mejor. Y también de explicarle a nuestro pueblo, a la sociedad, que muchas veces se han tenido que tomar decisiones por el condicionamiento brutal con el que se recibió un gobierno después del retorno del Fondo Monetario a la República Argentina. Pero hay que explicar. No podemos decirle: está todo fantástico, está todo bien. La sociedad tiene que saber porque cuando la sociedad sabe se empodera y no hay mejor ayuda para un gobierno, por lo menos para un gobierno nacional y popular, que esa sociedad sepa hacia dónde vamos y por qué hacemos cada una de las cosas que hacemos.
Creo que es necesario, entonces, la necesidad de acordar políticas porque las elecciones, está demostrado, se pueden ganar pero, el condicionamiento y los condicionamientos son tan graves, tan profundos que nos han dejado, que va a requerir que todos los argentinos o por lo menos la mayor parte de los argentinos tiremos todos juntos para el mismo lado. Créanme que si no es así nuestro país será difícil para cualquiera. Para cualquiera.
En estos años también, así como allá por el 30, como decía al principio se generó ese dispositivo de intervención política para condicionar la voluntad popular que fue el partido militar, con posterioridad a los gobiernos neoliberales, cuando surgieron a lo largo y a lo ancho de toda la América del Sur gobiernos nacionales, populares y democráticos. En lo que se recuerda, no dicho por mí, dicho por el propio Banco Mundial que dice que Argentina en el año 2012 había duplicado su clase media. Y también en la región fue la primera década del siglo XXI donde fue la mejor redistribución del ingreso que se había dado. Esta fue la verdad de la milanesa. Este fue el resultado de la oleada de gobiernos democráticos nacionales y populares. Lula en Brasil, Evo en Bolivia, Correa en Ecuador, Chávez en Venezuela. Esta fue la oleada de gobiernos democráticos que mejoraron la distribución del ingreso.
Saben, si uno mira la participación de los trabajadores en el salario, en el producto bruto, perdón. Que es el salario, la participación que el salario ha tenido en el producto bruto. Uno puede, yo les había dicho si podían poner un grafiquito, a ver si lo pueden poner. A ver… Ahí está, mírenlo. ¿Ven? Ahí está.
¿Ven los piquitos? ¿Ven que hay tres piquitos? Tres piquitos que superan el 50 por ciento. O sea: los trabajadores participaban con más del 50 por ciento o el 50 por ciento del producto bruto interno. Fíjense: primer gobierno peronista, el segundo es año 74, 75. Después fíjense cómo cae, 77 con la dictadura. Y los piquitos de arriba son de nuestro segundo gobierno. Por eso dicen que el tercer gobierno kirchnerista o el segundo de Cristina fue malo. Claro, fue malo… que ni tampoco. Fue malo ¿saben para quién? Para los angurrientos, para los que nada les alcanza. Pero para la Argentina y para los trabajadores, el salario permitía llegar a fin de mes y también ahorrar y vacacionar. Esa fue la Argentina que tuvimos. Que no me vengan a decir que hace 70 años que estamos mal. Es mentira. Es mentira. Que no se acuerde un pibe de 20 años, vaya y pase. Pero el resto…
Y no era que vivíamos en Disneyworld. No existe la sociedad sin problemas. Es Utopía. Utopía no existe, vivimos en Argentina y en el mundo. Y hoy, después de esos gobiernos populares y democráticos surgió un nuevo instrumento. Esta vez ya no el partido militar. Primero porque había caído la doctrina de seguridad nacional con la cortina de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín. ¿A quién iban a asustar con…? Además era muy mal visto las violaciones a los derechos humanos, la falta de democracia. Se creó otro dispositivo que tampoco fue solamente en la Argentina, en toda la región: el partido judicial. Y… No, no, sin silbidos. Fijémonos en la región cuando en el año 19 se construye el Frente de Todos, Lula, hoy presidente del Brasil, estaba preso. No había podido ir a elecciones y había triunfado Bolsonaro, la extrema derecha, porque le habían creado causas y lo habían metido preso.
Correa, exiliado, su ex vicepresidente, preso. Compañeros y compañeras exiliados en México ¿a través de qué? También del partido judicial. Los golpes ya no eran los mis… Salvo, y es la excepción que confirma la regla, un golpe tradicional. Hubo durante este tiempo de ahora un golpe tradicional, fue en Bolivia contra Evo. Ahí fueron las Fuerzas Armadas. Permítanme. ¿Alguien se puso a pensar? Qué raro. ¿Por qué las Fuerzas Armadas le dieron un golpe que fue un escándalo a nivel global? ¿Saben por qué? Porque cuando el gobierno de Evo Morales crea la nueva constitución del Estado plurinacional de Bolivia modificó el Poder Judicial y estableció que los jueces tienen que ser electos por la voluntad popular también. Por eso se confirma la regla. Donde no hay jueces puestos a dedo, presionables y eternos en sus cargos, el sistema funciona.
Fíjense, miren. Fíjense porque aquel partido militar terminó muy mal. Le hizo mucho daño a la Argentina. Siempre condicionar la voluntad popular, obedeciendo a los intereses de la economía concentrada, terminan mal como terminó el partido militar. No es bueno para la democracia, para el pueblo, que sean jueces los que deciden sobre las políticas económicas de un país. Hoy, esta inflación que tenemos del 6,3 este mes, cuando uno mira el desagregado ve que las telecomunicaciones, tu telefonito, la internet de tu casa, 12 puntos, el doble de la inflación. ¿Sabés por qué? Porque hay jueces que dijeron que el decreto que se firmó para que sea un servicio público y, por lo tanto, con precios regulados no se debe aplicar. No crean, sinceramente, que esto no obedece y no influye en la vida cotidiana de todos los argentinos.
Ni que hablar en todo lo que es violencia, ni que hablar en todo lo que por ahí vemos, mujeres que 20 veces van al Poder Judicial, a la Justicia, no les hacen nada y después aparecen muertas y nadie se hace cargo de nada. Nadie se hace cargo de nada. Total están sentado ahí de por vida, como una rémora monárquica. ¿En una sociedad democrática cómo puede que haya gente que decide sobre la libertad y el patrimonio de los argentinos y sus cargos sean eternos? ¿Qué tiene esto de democrático y de contemporáneo? Nada. Rémoras y dispositivos de control de la voluntad popular.
Por eso digo que es necesario que los argentinos y las argentinas discutamos con números, además, de estas cosas. Miren: es más difícil ponerse de acuerdo en las ideologías políticas porque son ideas, que en la economía que son números. Ahora sí, cuando te sentás a discutir de números no hay que tirar números a la bartola. Hay que analizar en serio a ver cuánto gana la gente, a ver cuánto ganás vos con lo que cobrás, a ver cuánto es la rentabilidad de tu empresa. Vamos a discutir en serio un modelo económico sustentable política y socialmente en un mundo… Vamos a discutir seriamente en un mundo… Miren: va a ser necesario que lo hagamos porque esta década de la pospandemia viene difícil, viene fulera. Viene muy fulera. Viene con graves problemas geopolíticos. Viene con disputas que están por afuera de nuestras posibilidades el intervenir o el decidir pero, por lo menos entonces, fortalezcámonos acá los argentinos y las argentinas para defender los recursos naturales: el litio, la hidrovía, Vaca Muerta, el agua. Necesitamos una dirigencia política compenetrada de los problemas que tiene el mundo para poder encararlos y resolverlos. Necesitamos, imperiosamente, discutir estas cosas en lugar del agravio permanente y la descalificación y la estigmatización.
Creo, y para finalizar, en este día del militante, en este día que los peronistas recordamos la vuelta del general. Dicho de paso, y si me permiten una digresión, un país muy difícil le tocó al General. Cuando le permitieron su retorno al país, él no quería ser Presidente. El mundo, el país estaba demasiado convulsionado. Lo trajeron, tal vez, demasiado tarde. Y lo digo porque junto a Néstor fuimos de los jóvenes que nos quedamos junto a Perón respetando su conducción pero, no porque nos pareciera infalible. Era porque el pueblo lo había puesto en ese lugar y nosotros habíamos logrado acercarnos a la sociedad y la gente haciéndonos cargo de esa historia.
Yo cuando, cuando comencé a militar, nosotros no habíamos vivido el peronismo. Yo nací en el 53 en esta ciudad. Lo sabíamos por lo que te contaba tu abuelo, tu papá u otros hijos de profundos anti peronistas por lo que leían en los libros y se identificaban. Fue una etapa muy difícil pero, por favor, cada uno que se haga cargo de esa etapa y que no venga alguna ahora a hablarnos del orden y de la violencia. Porque nosotros nunca estuvimos con la violencia, nunca. Absolutamente nunca.
Y quiero que, finalmente, juntos convengamos que no va a haber mejor homenaje sin nostalgia a la memoria de Perón y de tantos otros que aún con sus errores o sus equivocaciones dieron la vida por la Argentina. Porque esto también quiero decirlo: no es lo mismo equivocarse y cuando uno se equivoca es la propia vida y el propio cuero el que pone que los dirigentes políticos que se equivocan con el dolor del pueblo y la miseria del pueblo y nunca pagan nada. Ojo, no es lo mismo. No es lo mismo tener errores y haber perdido la vida por haber jugado un proyecto político que provocar dolor sin hacerse cargo. Entonces, compatriotas, en homenaje a todos los desencuentros que hemos tenido los argentinos a lo largo de más de 50 años. En homenaje a los que de uno u otro lado ya no están. Por favor, convirtamos el 17 de noviembre en el día del militante por la Argentina. La Argentina necesita militantes, de ningún partido político sino de la Argentina, de su pueblo, de sus trabajadores, de sus científicos, de sus intelectuales. Hagamos ese gran homenaje porque se puede hacer. Hubo un tiempo en que lo hicimos. No era tan lejano, nuestro espacio político pudo cumplir tres periodos consecutivos de gobierno donde dejamos a la Argentina, y no lo digo yo, lo dijeron los funcionarios del gobierno que nos siguió. Con un nivel de endeudamiento bajo, con el mejor salario en dólares de toda Latinoamérica, con el mejor ingreso previsional y cobertura previsional de toda América Latina, con 5 millones de pibes que recibían las computadoras, con millones de viejos y viejas que pudieron jubilarse porque no les habían hecho aportes, con científicos que volvían al país, con una Argentina que lanzaba satélites al aire. Podemos volver a hacer esa Argentina porque ya la hicimos. La gente tiene que decidir si quiere volver a hacer esa Argentina que alguna vez tuvieron. Muchas gracias compatriotas, a todos y a todas.