Hace 43 años, Perón retornaba a la Patria tras 17 años de exilio forzado por el Golpe del ’55 y sus sucesivas réplicas. Su regreso no fue un fenómeno de la naturaleza, ni tampoco una graciosa concesión de la Dictadura. Regresaba por el despliegue histórico de los militantes organizados a lo largo y a lo ancho del País. En las fábricas, en la universidades, en los barrios, en la villas y, sobre todo, en la calle… La calle: territorio natural de la militancia. La calle: geografía preferida de las grandes gestas populares nacionales y democráticas.
En los días que corren y en este último sábado, en distintas plazas de la República y también en el mítico Obelisco porteño, la calle volvió a ser protagonista. Pero en esta oportunidad no sólo había militantes, estaban hombres y mujeres, jóvenes y mayores, familias con sus niños que no van a ninguna local partidario, con carteles hechos a mano, con fotos recortadas y pegadas en sus casas. Docentes, científicos, trabajadores, pequeños comerciantes, y un sólo objetivo: defender conquistas y derechos logrados en estos 12 años y medio.
Parecen que fueran muchos (los años, digo) pero si uno corre el telón de las “noticias” con que te bombardean a diario podrás ver que hasta el 2003, aunque te esforzabas, no podías salir del pozo. Si sos muy joven y no lo viviste preguntale a tus padres qué pasaba en la Argentina de los ’80, de los ’90, del 2001. De las Dictaduras mejor ni hablar… En estos 12 años y medio trabajaste, te esforzaste, y el Estado te acompañó con políticas públicas. Y por eso lograste cosas, que te las merecías, pero que antes nadie te las reconocía. Es más, hubo un tiempo en que el Estado te las quitaba.
Por eso, porque muchos saben que solos no van a poder seguir haciendo lo mismo, están saliendo a defender los derechos y conquistas: su trabajo y las paritarias, la universidad pública y gratuita, la ciencia y la tecnología, los satélites Arsat 1 y 2, las netbooks de sus hijos, las jubilaciones, la escuela, la Argentina desendeudada, el rechazo a la usura de los Fondos Buitre, rutas, viviendas, centrales nucleares, gasoductos, centrales eléctricas, hospitales, Procrear, Progresar… Qué se yo, podría seguir por horas…
Hoy hablé a la mañana con Fernando Espinoza, el Intendente de La Matanza. Me contaba que los militantes se suben a los colectivos, y mientras uno explica por qué hay que votar a Scioli el domingo 22, otro reparte volantes a todos los pasajeros. Me explica que lo hacen de esa forma porque si no, no encuentran a la gente en las casas, que en su mayoría están en el trabajo o en el colegio, o en la universidad… Le sugerí que le dijera a los chicos que aclararan que se subían al bondi porque no los encontraban en las casas. Y que esperaban que el próximo año pudieran encontrarse en el mismo colectivo porque todavía tenían trabajo a donde ir, universidad donde estudiar, o colegio al que asistir.
Hablando de La Matanza… no puedo dejar de recordar en este día tan especial, y la verdad, en ningún otro, al militante más grande que conocí y seguro conoceré: A Néstor, mi compañero, que amaba a La Matanza y a su país. Todavía recuerdo su foto en Villa Palito, esa que se comprometió a urbanizar, y como todo lo que dijo, cumplió con creces. En su nombre, de militante incansable y dirigente sin par, ahora hasta reconocido por los que mientras vivía se cansaron de insultarlo y agraviarlo, quiero pedirle a todos y a todas, como lo hice el 29 de octubre, que en cada calle, en cada casa, con convicción, voluntad y humildad, imitemos su ejemplo. Él nunca se rindió. Nosotros tampoco.
Necesitamos que los distintos dirigentes responsables de las organizaciones, también organicen cursos de formación sobre política internacional, sobre historia internacional.
Ustedes se dieron cuenta que prácticamente, salvo cuestiones catastróficas o muy evidentes, parece como que la Argentina fuera un planeta solo en el mundo, que no existiera el resto, porque no hay una sola noticia internacional de nada, de las económicas ni hablemos.
Tenemos que prepararnos, tenemos que saber, porque al que no estudia, al que no sabe lo que pasa y cómo se fueron produciendo los acontecimientos, lo llevan de la nariz. Sobre todo, en un mundo, donde los medios de comunicación y, fundamentalmente también, las redes sociales han adquirido una gran importancia, el problema es la selectividad de la información.