Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires
5 de agosto de 2016
Muy buenas noches a todos y a todas. Quiero agradecer la invitación que me hiciera llegar Daniel, también Graciela, y también la agrupación de científicos auto-convocados que están aquí para recordar un episodio diría icónico de nuestra historia, la noche de los bastones largos.
Recién cuando escuchaba a Daniel que refería de la introducción que Horacio González hiciera y la memoria que él tenía de aquella noche, debo decir algo: como yo soy un poquito más joven que Horacio, mi registro de la noche de los bastones largos es un registro histórico, de lectura, no es un registro de vivencia o de recuerdo personal, tenía 13 años. Pero sí un episodio también terrible que ocurrió al poco tiempo, la muerte del estudiante Santiago Pampillón en Córdoba, eso sí me quedó incorporado porque la recuerdo como la primera muerte de alguien que muere en una lucha estudiantil. Después vino el Cordobazo, después vinieron todas las cosas que pasaron en nuestra historia, desde distintos ángulos, con distintos ángulos de participación y responsabilidad, hasta el día de la fecha hemos tenido registro vivencial, experimental, nosotros lo hemos tenido como experiencia personal, política y -como tal- única e intransferible.
Pero, ¿cuál es el símbolo de esa noche de los bastones largos? En esa Facultad de Ciencias Exactas, cuentan las crónicas, que estaba la primera computadora, se llamaba Clementina –nombre de mujer, como corresponde-. Y claro, no podía ser de otra manera porque el vice-decano de Exactas era Sadosky, que es el padre de la informática, de la computación en la República Argentina. Ese Sadosky que todavía creía que el conocimiento, el saber eran dignos de respeto, y enfrenta a los que son siempre iguales: los que tienen bastones. Son siempre los mismos, representan el símbolo, tal vez ,pero ellos no son los responsables, son los que los mandan y los que los implementan para validar proyectos antipopulares, porque los bastones largos siempre se compadecen con los gobiernos de ideas cortas.
Cuentan las crónicas que Sadosky lo enfrenta al jefe del operativo y le dice “yo soy el vice-decano” porque pensó que eso le daba el pasaporte a que no le pasara nada; le dieron dos palos en la cabeza y se la partieron. Y Clementina, que había sido la primera computadora en Latinoamérica, creada en una universidad nacional, pública y gratuita, quedó arrumbada en algún lugar.
Y hay una pregunta que uno se hace frente al desarrollo científico que se había alcanzado… Porque lo curioso es que vivíamos en una democracia imperfecta, el golpe no era contra una democracia perfecta, las grandes mayorías estaban proscriptas, esto no lo podemos ignorar, se iba a “elecciones” con el peronismo proscripto, pero el golpe del 66 y la noche de los bastones largos significan también la aparición de un modelo retrógrado de pensamiento y de país.
Recién veíamos la imagen de Arturo Frondizi, un intelectual, su hermano Risieri fue rector, su otro hermano Silvio fue asesinado en La Plata por la Triple A; una familia de intelectuales. La Argentina seguía creciendo intelectualmente en la universidad pública y gratuita, con su gobierno tripartito. Luego los peronistas, en los 70, nos reíamos de los centros de estudiantes y les decíamos: “la islita democrática”, “los chicos tienen la islita democrática pero la gente no puede votar”. Esto era una vieja pelea de centros de estudiantes, tampoco quiero trasladarla acá. No es el momento para iniciar este tipo de discusiones que están superadas y que deben ser superadas, esas y toda otra discusión que no sirva para la unidad del campo popular, esto también hay que tenerlo claro. Pero bueno, déjenme recordar un poco mis ejercicios juveniles de debate en los pasillos de la universidad, y de pelea con la Franja.
Unidad del campo popular, por favor. Se va a lograr, porque también en algún momento los van a tocar, porque estos gobiernos definitivamente tocan a todo aquel que quiera pensar o que quiera imaginar un modelo diferente de sociedad.
Clementina quedó en el olvido, y en el olvido también quedó lo que podía haber sido un desarrollo científico y tecnológico de punta en la República Argentina, encabezado por esta Facultad, que si bien es de Ciencias Sociales, explica los fenómenos. Hay una tendencia a despreciar a las ciencias sociales, yo creo que tenemos que darle hoy especial desarrollo, porque yo creo que tenemos que construir y que aprender y comprender y entender qué mecanismos se mueven desde lo psicológico, desde lo individual, sobre cada uno de nosotros, o sobre cada uno de nuestros compatriotas, para que, en determinado momento, segmentos de nuestra población terminen obrando en contra de sus propios intereses. En algún lugar alguien esto lo tiene estudiado, y opera desde lo mediático, desde lo científico y también apelando a las individualidades que tiene la condición humana, yo no se las voy a contar porque André Malraux lo ha hecho mucho mejor que yo, pero también es evidente que han indagado en la psicología de la gente para poder trabajar sobre eso y en algún momento producir una suerte de divorcio entre la experiencia de los sectores populares, medios, sus intereses, para que esos sectores se divorcien del otro. Sobre esto ha pivoteado el desencuentro de los argentinos de los 200 años.
Un poder muy pequeño, una minoría muy concentrada, muy poderosa, muy rica, que sabe operar con ayuda externa –obviamente- para que los grandes intereses nacionales, representados desde los trabajadores, los estudiantes, los comerciantes, los profesionales, los universitarios, en algún momento se produzca esa disociación y ellos puedan avanzar.
Por eso me encanta este boletín de científicos y universitarios auto-convocados que pone la imagen y dice “NO CAMBIARON, VOLVIERON”. Realmente es una buena síntesis. Ideas retrógradas. Y después empecé a registrar muchas imágenes de aquella época, Onganía paseando en una carroza en La Rural, emblemático. Estaba prohibido besarse en las plazas, para eso la división Moralidad –creo que era el comisario Margaride-.
Todo esto se juntaba en un plexo de ideas en donde el conocimiento, en donde el pensamiento crítico, la investigación, el no conformismo de ninguno de los científicos, porque el científico duda.
Para que haya disciplinamiento social en los trabajadores, en los estudiantes, en los científicos, tiene que haber gente que no piense, que repita slogans, y que de ser posible solamente pueda desarrollar no más de 2, 3, 5, 10 minutos de discusión o de charla. Todo aquel que pase los 15 minutos es considerado casi un enemigo público en algunos lugares. Obviamente, hablar más de 15 minutos seguidos no solamente exige por lo menos conocimiento, exige tener un manejo de un poquito más de 5 mil o 6 mil palabras que nos permitan desarrollarlo, aunque cuando uno ve algunos comunicadores mediáticos hablar media hora en la televisión también ve que tampoco es necesario tener más de 5 mil o 6 mil palabras porque siempre dicen lo mismo y lo repiten machacadamente. Pero también tiene un objetivo, porque el machacar permanentemente finalmente es también una metodología. Por eso, queremos recordar esta noche de los bastones largos, que fue un gran atraso, la noche del conocimiento de la Argentina, la clausura del futuro, en definitiva, la queremos recordar porque no podemos permitirnos más eso.
Porque uno de nuestros grandes desencuentros ha sido siempre la disociación entre la universidad, el conocimiento, la ciencia y la tecnología y el país real, la economía real, los trabajadores, los empresarios. Y este fue el gran desafío que nosotros planteamos, no ya con la discusión de cientificismo que se dio allá entre dos importantes científicos.
Varsavsky era un científico comprometido con una ciencia aplicada y concéntrica con el pueblo, una ciencia popular. De esto se trató lo que comenzamos a desarrollar fundamentalmente cuando pudimos recuperarnos. Yo sé que muchos vinculan la creación del ministerio únicamente a partir del 2007, pero pudimos construir y fundar –porque no es que creamos, fundamos- un Ministerio de Ciencia y Tecnología porque el que venía antes se había puesto el país al hombro, se había hecho cargo de la deuda externa, la había negociado, le había dicho “no” al ALCA, y había puesto a los trabajadores, a las paritarias, al consumo, a los jubilados como objetivo fundamental. Estas son las claves. Esto nos permitió entonces crear ese ministerio, nos permitió crear laboratorios, reconstruir los que estaban destruidos, construir más de 150 mil metros cuadrados de nuevos laboratorios totalmente equipados, nos permitió repatriar en el programa Raíces a más de 1.100 científicos y científicas que se habían ido de su país por falta de oportunidades. Nos permitió hacer crecer el presupuesto de nuestras universidades en más de 2.400%, nos permitió que los trabajadores de la universidad -en La Plata yo recuerdo la figura inolvidable de Semilla, el secretario general de ATULP, vamos los no docentes- tengan convenios colectivos de trabajo y evolución salarial por arriba del 1.100% estos 12 años y medio, lo mismo también para todo el sector universitario, los part-time, los full-time, para el CONICET, que multiplicó exponencialmente a sus investigadores becarios y también sus salarios. Es evidente que hemos logrado la incorporación de becarios, investigadores, porque hemos mejorado los salarios. Ni que hablar de los proyectos del ARSAT. Cuando lanzamos al espacio el ARSAT-1 sentí realmente que estábamos transformando la historia. Son esas cosas, esos hitos que escapan a la ciencia, no son únicamente una construcción de la ciencia, son una construcción…
Cuando logramos que nuestras universidades, que las sostiene el pueblo… Porque esto es también el contrato que todo egresado de una universidad nacional, pública y gratuita debe tener con el pueblo, por cada uno que sale egresado de esta universidad –aumentamos 93% el número egresados desde 2001- por cada uno que se recibe en cada facultad tenemos cientos que tal vez nunca puedan ingresar a esa facultad, por eso hay un deber. Yo siempre sentí como egresada de la UNLP una obligación para con el pueblo de devolverle parte de lo que ese pueblo había pagado en mi formación y en mi educación. Este es el compromiso que deben tener los estudiantes.
Por eso nosotros discutíamos mucho en aquella época los universitarios y decíamos que esto era lo importante: permitir que el pueblo ingresara en la universidad, o que la universidad saliera al pueblo, porque la universidad debe ir a pueblo. Por eso surgen las extensiones universitarias, consultorías barriales, los consultorios medicinales también en los barrios, en las villas. Esa salida de la isla para enriquecerla, para no aislarla, porque además la única manera en que esta universidad va a ser fuerte y defender sus derechos es que no la aíslen, porque no se conoce ningún triunfo de ningún sector popular por sí solo y aislado, los grandes triunfos populares han sido por la unidad de todos los sectores: los obreros, los comerciantes, los estudiantes, los científicos, las pymes. Esto es clave también entenderlo.
Entonces en estas épocas en las que algunos hablan de un retorno a los 90 por las ideas neoliberales, yo me voy a permitir disentir: creo que es un poquito previo a los 90, creo que el modelo explicitado claramente es un modelo más vinculado a una Argentina pre-peronista, que tiene que ver con un modelo fundamentalmente de primarización de nuestras exportaciones y nuestras actividades, vinculando a lo primario como el gran generador de riquezas y de empleo, cuando todos sabemos que necesitamos al sector industrial, pero además que lo necesitamos con mucha tecnología y con mucha innovación. Esta es una de las claves. Al sector primario también, porque durante nuestro gobierno se realizaron importantes investigaciones con fantásticos hallazgos que también potencian al sector primario para hacerlo más eficiente. Esta es la universidad que potencia a la economía en su conjunto, pero necesitamos hacerlo con el sector de la industria porque venimos muy atrasados en ese sector.
Y también ha sido uno de los principales problemas de los gobiernos populares, nacionales y democráticos de carácter industrial, el estrangulamiento que se produce en algún momento en el sector externo vía faltante de divisas, porque al no tener la tecnología propia tenemos que incorporar tecnología y esto cuesta divisas. Por eso también la recuperación de YPF, una de las 2.000 empresas más importantes del mundo, que además con el ITC nos permitió hacer con el Instituto Tecnológico que me tocó inaugurar al lado de la UNLP, permitir el desarrollo científico para mejorar nuestra empresa energética de bandera, recuperada.
Por eso creo que la pregunta que nos tenemos que hacer los argentinos es, cuando muchas veces se quejan de que la industria no alcanzó el desarrollo, que tiene grados de obsolescencia, qué hubiera pasado si este proceso que habían iniciado estos hombres de conocimiento, valor agregado, con esta primera computadora –fíjense, una Argentina donde teníamos la primera computadora, en los años 50 habíamos tenido el primer avión a reacción-, cuántas veces la primera vez: los primeros en América Latina en un avión, en una computadora. ¿Qué fue lo que pasó en el medio que después no teníamos ni aviones ni computadoras ni trabajo ni nada y solamente había deuda?
Me parece que una de las cosas fundamentales es la formación. Yo el otro día cuando clausuré un plenario de estudiantes secundarios, pibes de en promedio 15 años, les decía de la necesidad de la formación para recibir la información. Si vos no estás formado, no estás en condiciones de procesar adecuadamente el grado de información que recibís. Una de las claves de este espacio concreto en la Facultad de Filosofía y Letras es poder generar espacios de pensamiento y discusión y de comunicación, y métodos de llegada a los sectores populares, que les permita a través de lo que hoy significan las redes sociales poder entender los mecanismos, poder comprender, no solamente leer sino entender, no solamente saber sino comprender. Por eso no podemos perder tiempo en discutir entre nosotros quién tiene la mejor iniciativa respecto del centro, la fotocopiadora, o de cómo hacemos… Disculpen pero fui universitaria así que conozco el tema.
Los estudiantes, los claustros universitarios, los de posgrado, los graduados, tienen la obligación de darle la llave a la sociedad para el ingreso a la comprensión de un mundo muy complejo en el cual van a ser cada vez más bombardeados con mayor cantidad de información. Cada vez hay mayor cantidad de información, denle la llave a la gente para que entienda qué le quieren decir y qué le quieren meter en la cabeza, para que ella pueda elegir.
A nosotros nos la dieron, nosotros no creíamos nada. Estaban prohibidos los partidos políticos, hoy los partidos políticos funcionan… Formalmente, funcionan: abren, afilian, van a elecciones, bueno. En la época nuestra no funcionaban, estaba prohibida la actividad política. Además había un ambiente muy opresivo, no de las características –bueno también es decirlo- de lo que se vivió a partir del 76 que fue una etapa sin precedentes en materia de dictadura en la República Argentina. Este señor de los bigotitos que ustedes lo vieron jurar al lado de lo que vino después… no es que justifique nada, no estoy diciendo que era bueno, para nada, no estoy diciendo que Onganía era bueno, no me pongan ese título porque se los voy a desmentir, me refiero a las características de lo que fue el proceso genocida iniciado en 1976.
Pero les contaba que no teníamos redes sociales, no teníamos celulares que fotografiaran lo que estaba pasando en cualquier parte del mundo, teníamos únicamente diarios, televisión en blanco y negro, recién en el 78 con el mundial vino el color, donde nos decían que todo estaba fenómeno, que el tirano jamás iba a volver, y donde los diarios decían cualquier cosa. Nosotros no creíamos nada, ni siquiera le creíamos a los profesores en el secundario las cosas que nos decían, yo le discutía todo a todos, y eso que hice 2 años en colegio publico y los últimos 3 en colegio religioso, no importa, discutíamos todo. ¿Por qué discutíamos todo? Porque habíamos sido formados en una estructura educativa no memorista, enciclopedista, con todas las criticas que la enciclopedia recibió pero que nos sirvió para darnos una visión global -no sectorial- del mundo. Y además también el contexto internacional que no lo podemos obviar, estamos hablando del Mayo Francés, donde decían los estudiantes en las barricadas de París: “si no nos dejan soñar, no los vamos a dejar dormir”. El otro día vi una consigna, cuando el pueblo salió a abrazar a Hebe, un señor, vi la foto en las redes, con un cartel hecho a mano con un fibrón que decía: “SI NO HAY PAN PARA EL POBRE, NO HABRÁ PAZ PARA EL RICO”, y la verdad que me hizo acordar a aquella consigna, me retrotraje al Mayo Francés.
Pero decía que en aquel momento el mundo bullía. En Estados Unidos se discutía la participación en Vietnam, yo creo que Estados Unidos perdió primero la guerra adentro y la terminó perdiendo allá en Vietnam. Pero primero la perdió adentro porque hubo un gran movimiento intelectual, estudiantil, social, que movilizaba al mundo, y creo que estamos en una etapa en donde tal vez –nunca se reproduce la historia simétricamente, es diferente- pero creo que también es un momento de grandes discusiones, un momento de un punto de inflexión, porque como dice un gran intelectual: es posible reproducir en algún lugar pequeño, reducido, en un país, condiciones de desigualdad que generen inequidad e injusticia en la sociedad, lo que es muy difícil es sostener globalmente un modelo en forma simultánea donde la regresión en la distribución del ingreso cada vez genere más miseria, más pobres, más excluidos, porque esto definitivamente no tiene viabilidad histórica. Los grandes cambios siempre se han dado en momentos en que parecía que nada podía cambiar, y sin embargo las cosas cambiaron.
Por eso creo que es muy importante que en estos espacios, donde se tienen las herramientas, los instrumentos para discutir, para debatir las cosas que verdaderamente importan, encontremos los métodos, los instrumentos para defender lo que siempre hemos sostenido: la inclusión social. Siempre ha sido así en definitiva. La inclusión, que siempre nos remitió -sobre todo en los últimos 12 años y medio- a la categoría de la igualdad, en los tiempos que corren esta inclusión no nos va a remitir únicamente a la categoría de la lucha por la igualdad, nos va a remitir también a la categoría de la lucha por la libertad. Porque cuando hemos logrado un grado de inclusión y desarrollo social como el que ha tenido y hemos construido entre todos los argentinos –o casi todos- en estos 12 años y medio, el tema de la libertad comienza a ser también todo un tema. Por eso decía al principio: cuanto más cortas sean las ideas de un gobierno, más largos van a ser los bastones que van a tener para querer abollar –como decía Quino- las ideas.
Cuando recién quien era decano de Ciencias Exactas, Rolando García, relata que esa noche de los bastones largos, cuando ingresa a la universidad y ellos salen, se forman como dos hileras de policías que los hacen pasar por el medio, a los palos. Yo le comentaba recién a Graciela cuando vi esa imagen que era algo así como las horcas caudinas de los romanos. Roma, el imperio, en las famosas horcas caudinas, te obligaban a pasar por el medio y te molían a palos. No era el castigo únicamente, no era que tuvieras dolor, era lo simbólico de agacharte, meterte por el medio de la Fuerza, con tus ideas, y abollarte las ideas a palazos en la cabeza. Esto es el símbolo, como era para los romanos también, la subordinación de los pueblos que esclavizaban, el que pasaran por las horcas caudinas.
Por eso digo, y para no ser tan extensa, porque ya voy por 5 mil palabras… Me preocupa mucho -debo decirlo- que ese inmenso esfuerzo que hicimos de retornar los científicos al país, cuando comienza un retroceso, cuando ese científico que lo único que quiere es tener el ultimo aparato, porque lo necesita, cuando necesita además un salario para mantener su vida, cuando necesita los reactivos para poder investigar, cuando comienza a no tener estas cosas, comienza nuevamente a pensar en irse.
Fue mucho el esfuerzo pero siempre está el temor de que por allí muchísimos jóvenes que se inclinaron en los últimos años por las carreras exactas… Mi lucha por tener más ingenieros es muy conocida, y estoy en Filosofía y Letras y soy egresada de Ciencias Sociales, pero necesitamos también tener ingenieros –no cualquier ingeniero-. Logramos tener la mayor cantidad de científicos en toda América Latina por número de trabajadores, crecimos exponencialmente en el lugar de producción científica a partir del año 2003, tenemos logros muy importantes que hay que defender, que hay que cuidar, y que hay que exigir.
De la misma manera que el otro día los chicos secundarios de todos los sectores y colores políticos en la Provincia de Buenos Aires se unieron para lograr el boleto estudiantil, yo les pido formalmente, moralmente –palabra que no me gusta para la política-, éticamente me apunta la compañera de Filosofía –weberiana-, pedirles que por favor olviden, hasta que logremos reconstruir la fortaleza de todo el espacio científico en la Argentina, de todo el espacio intelectual, todas las diferencias que puedan y que seguramente tenemos y tendremos, me parece que lo secundario o lo terciario debe quedar ahí, y que nos pongamos de acuerdo en 2 o 3 puntos y sobre esos puntos trabajar codo con codo todos y todas. Y salir de acá adentro también, construir la unidad acá adentro pero salir a buscar la unidad en la calle, también.
También alguien recién me mostraba una bandera de la Tupac, y tenemos que volver al 9 de diciembre, y no estoy diciendo que tenemos que volver al gobierno, hay que ser respetuosos del voto popular, estoy diciendo que no haya presos políticos en la Argentina, de eso se trata. Que cada uno pueda expresar sus ideas.
Ustedes me habrán escuchado muchas veces durante mi gestión decir: “si me dieran a elegir de mi gobierno lo que más me gustaría”, y yo por ahí elegía una cosa… Hoy les digo: si tuviera que elegir lo mejor de los 12 años y medio fue que todos y cada uno de los argentinos y de las argentinas pudieron decir y hacer lo que realmente querían. Y ojo que yo fui uno de los objetos de algunos de esos deseos y de esas libertades, pero yo prefiero ser presidenta de un país en el cual al presidente cualquier ciudadano le puede decir lo que se le dé la gana en las redes sociales, en la televisión, en el tren, cualquier cosa, que me puedan decir “yegua”, lo que quieran, pero que nunca puedan decir que tuvieron que callarse la boca o que los llevaron presos porque hicieron o escribieron algo en la red, o pusieron un cartel en un tren. El día que los argentinos no puedan expresarse libremente en las redes o en un tren, estamos en problemas, compatriotas, y ese día tenemos que hacer valer el derecho a la libertad, que es el primer derecho que tenemos todos los ciudadanos y todas las ciudadanas: la libertad.
Gracias Filosofía y Letras, muchas gracias a todos.