Discurso de Cristina Kirchner en la Cumbre de Mercosur en Montevideo, Uruguay, 12 de julio de 2013.
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Compañera Dilma Rousseff; compañero presidente del Uruguay; Nicolás; presidente Evo Morales; presidente Porfirio Lobo, de Honduras, que también anda por allí; presidentes y presidentas de delegaciones: la verdad que estar aquí me remueve recuerdos fuertes. A los pocos días de asumir mi primera presidencia, el 10 de diciembre de 2007, me tocó asumir como Presidenta Pro-Témpore del MERCOSUR aquí en este mismo lugar. Estaba presente Hugo, creo que estaba sentado por allá enfrente, si mal no recuerdo, acompañado por ti Nicolás, yo estaba también de este lado, y me acuerdo que venía participando de todas las reuniones del MERCOSUR porque su vocación, como recién lo explicaba Nicolás, fue siempre por identidad, por historia, por convicción y por comprensión fundamentalmente, de que su lugar, el lugar de Venezuela, estaba aquí en la América del Sur.
En aquel momento todos teníamos o por lo menos usted, presidente de Venezuela y yo también teníamos una vida distinta, usted también presidente de Uruguay, ni siquiera soñaba tal vez ser presidente de Uruguay, no por lo menos, pero sí tuvo una decisión importante el día anterior respecto de la política económica de Uruguay, lo recuerdo muy bien, y también el rol que le cupo a usted desempeñar en la toma de esa decisión que era precisamente la permanencia en este bloque, lo recuerdo muy bien porque soy memoriosa, imprescindible para sobrevivir, la memoria viva entre otras cosas.
Pero hoy estamos aquí y también recuerdo lo que era el mundo en el 2007, un mundo en el que veníamos en crecimiento permanente en América latina luego de una década perdida, de una década de neoliberalismo, donde se había hecho estragos en la región, devastados, y yo quisiera además de las emociones que hoy nos mueven, la verdad que a mí me conmueven varias pérdidas, me hubiera gustado y esto sin desmedro de usted, Presidente, de vos Nicolás, porque creo que se lo merecía, que hubiera estado Hugo hoy aquí como presidente de Venezuela presidiendo el Mercosur, porque pasó hasta por situaciones de humillación personal para poder ingresar al MERCOSUR. Sin embargo las aguantó todas, absolutamente todas porque sabía que este era su lugar, así que quiero recordar eso.
Pero quiero recordar también números, porque Pepe hizo una encendida defensa de la pertenencia a este MERCOSUR y a la región, pero no es una pertenencia desde lo emotivo, desde lo emocional, desde la identidad histórica, de ser parte de la región, sino también de los resultados que hemos tenido en la integración y que ha tenido Latinoamérica y que si permiten quiero reflejarla en números, sobre todo para aquellos y aquellas que desde distintos lugares de nuestros respectivos países despotrican contra el MERCOSUR y con que deberíamos tener otras visiones, otro tipo de integraciones, otro tipo de políticas económicas.
Si se me permite un instante tan siquiera leer 3 números o 3 índices. El PBI por cápita, o sea el ingreso por persona entre Latinoamérica y el mundo. En el año 1980 el ingreso per cápita en el resto del mundo era 2.619 dólares y aquí en América latina era 2.415 dólares, prácticamente lo mismo. Cuando estábamos terminando 1989, o sea terminando la década del 80, ya se había abierto una brecha muy importante. El ingreso de América latina que era de 2.928 dólares y el del resto del mundo era de 3.974 dólares, ya había una brecha de 1.000 dólares per cápita a fines de 1989.
¿Qué pasó en los 90, durante el auge el Consenso de Washington? En el año 90 la brecha comenzaba en el resto del mundo con un ingreso de 4.344 y nosotros, Latinoamérica, de 3.292. Terminamos en el año 2002 en América latina con un ingreso per cápita que cayó abruptamente a 2.272 dólares per cápita, mientras que en el resto del mundo ascendía a 5.741 dólares, más del doble. Que no me vengan con emociones ni con pertenencias ni con ideologías, estoy hablando de números y de dólares, nada más lejano de la ideología.
Y veamos qué pasó entre el año 2003 y 2012 en el que podemos hablar de la recuperación de la región. Comenzamos en el año 2003 con un ingreso per cápita para la América del Sur, para la América latina, de 3.068 dólares frente a un ingreso del resto del mundo de 6.369 dólares per cápita, más del doble, así estábamos cuando llegaron a estas tierras los gobiernos populistas, como nos suelen adjetivar y calificar. Cómo estamos a fines del año 2012, luego de que América del Sur transcurriera, según titulares del mundo bajo el gobierno o bajo la dirección de gobiernos populistas. Hoy el ingreso per cápita del mundo es de 10.980 dólares y el de nuestra región por primera vez desde 1980 a la fecha lo supera y es de 11.812 dólares per cápita.
Esa es la historia de la región en números, no estoy hablando de ideas ni de colores de pelo, ni de discursos ni de ninguna otra cosa, estoy hablando de números. Pero paso a hablar a continuación de lo que significan esos números en la vida cotidiana de nuestras sociedades.
Ha significado la inclusión social de millones de compatriotas que carecían de trabajo, que no tenían educación, que no tenían salud; de millones de ancianos que no tenían cobertura previsional, de miles y miles de científicos que emigraban por falta de oportunidades, de jóvenes que no podían llegar a nuestras universidades, porque ni siquiera podían terminar el colegio secundario o porque ni siquiera tenían los medios para hacerlo. En mi país la educación es pública y gratuita también en la universidad y hemos crecido como nunca en la historia en la matrícula y también en el egreso de esas universidades. Igualmente en materia de salud, en materia de educación, en materia de ampliación de derechos a nuestros ciudadanos.
Pero también debo decir que en el año 2007 cuando estuve aquí había otro mundo y que hoy hay otro mundo que exige de este MERCOSUR que, como dije adentro, no es lo mejor, pero es el único instrumento que tenemos, la unidad y la integración para seguir profundizando este proceso de profunda democratización. Porque no hay democratización únicamente porque la gente cada 4 años elija un presidente en una urna, hay una verdadera democratización cuando la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas pueden acceder a los bienes y servicios universales y mejorar su calidad de vida.
Yo creo que el ingreso de Venezuela, la decisión también de Bolivia de querer ingresar al MERCOSUR, la situación de un mundo actual, nos debe hacer también repensar nuevas estrategias que tengan como vista fundamental nuestro propio mercado, cómo integrarnos más productivamente, cómo lograr también con las inmensas ventajas que tenemos en recursos naturales, en materia de minerales, energía, de potencia alimentaria, porque el riesgo que atravesamos también es que se intente, ante una nueva configuración del mundo, reprimarizar nuestras exportaciones y recuperar los términos de intercambio de otrora, que permitían precisamente que nuestras materias primas valieran muy poco y por eso el gran desafío es el valor agregado en nuestras regiones, la industrialización, la complementariedad y la mayor integración.
Yo creo que tenemos que trabajar mucho, tenemos que trabajar sobre temas puntuales, tenemos que trabajar sobre una nueva agenda pero sabiendo cuando uno lee estos números y cuando ve la experiencia cotidiana, porque no hace falta ver estos números, basta salir a la calle para ver a la gente como consume. Voy a contar una anécdota que puede parecer minúscula y graciosa. Estuve con el titular de una gran empresa multinacional, ayer no más, que decidió invertir en nuestro país, y les doy un dato que me daba él y se van a dar cuenta quien era sin que lo nombre. Antes un miembro de la clase media norteamericana gastaba 4 ó 5 pañales descartables por día, sin embargo acá en la región solamente llegaban a uno o uno y medio. No porque no los necesitaran sino porque no podían adquirir tal cantidad de pañales. Me decía que ahora, hoy aquí en la región, en mi país, se consume la misma cantidad de pañales que en la clase media norteamericana. Son estas pequeñas cosas, que a muchos economistas y gurúes de la economía se les escapan, quién va a andar pensando en pañales descartables si todos aspiran al Premio Nobel, las que pensamos en pañales descartables somos las mujeres, que no queremos lavar más pañales y queremos la misma comodidad que los países desarrollados.
Entonces es en esas cosas, que para algunos parecen pequeñas, y que para otros que siempre las tuvieron les parece que son un lujo que algunos otros las tengan también, porque en la naturaleza humana algunos creen que la diferencia está en las cosas materiales que se tienen y no en las ideas, en la capacidad de solidaridad o en la capacidad de mejorar condiciones de vida para toda la sociedad.
Por eso creo que en esta región, y en esta reunión en la que hoy asume Venezuela, el que asuma Venezuela no es solamente un hecho burocrático, no es un hecho más, es un hecho demostrativo de que hemos sido capaces de ampliar, de incorporar, de integrar, de superar prejuicios y de ser más. ¿Porque cuál es la gran virtud de la política? Sumar, no restar ni dividir, sumar y multiplicar esfuerzos. En el caso de la República Bolivariana de Venezuela, con su inmensa capacidad de recursos naturales en materia energética, que la hace vital a este proceso de integración que es el Mercosur, no lo digo hoy aquí, me lo deben haber escuchado repetir en todas y cada una de las reuniones en las cuales luchábamos por el ingreso de Venezuela: debemos cerrar la ecuación energética, porque alimentos, energía y tecnología van a ser los tres vectores, las tres grandes claves del desarrollo de este mundo que viene. Y no podemos desaprovechar la oportunidad, tenemos que saber que tenemos que abrir la agenda de vuelta.
Hoy recordamos que Ouro Preto se firmó en el año 1994, pleno Consenso de Washington, nadie daba dos pesos por el Mercosur. Y en esto quiero reivindicar la memoria de quien fuera mi compañero y del presidente Lula de Brasil, que apostaron contra todos los pronósticos y contra propios y extraños en sus países, a la existencia, el desarrollo, el crecimiento y el progreso de este instrumento que tenemos en nuestras manos.
Esta nueva configuración del mundo y estos logros que hemos tenido nos tienen que hacer redoblar el esfuerzo, no en cerrarnos sino en unirnos, que es diferente. No es lo mismo unirse que cerrarse, unirse es juntar los esfuerzos para vincularse en mejores condiciones frente a un mundo difícil, complejo y por momentos hostil. Que quede claro: el Mercosur no es algo cerrado, es algo abierto, pero abierto desde la unidad, abierto desde nuestro mercado interno, abierto desde nuestras demandas de lograr incorporar mayor tecnología y mayor valor agregado, porque eso es más trabajo. Hemos generado millones de puestos de trabajo en una región que sólo producía materia prima y me acuerdo de Hugo, muchas veces maldiciendo contra la enfermedad holandesa del petróleo que había dejado que los venezolanos abandonaran el campo y no produjeran alimentos, porque la riqueza del oro negro los obligaba a abandonar las otras actividades en las que Venezuela había sido tan distintiva en otras décadas.
Partiendo de todas las historias individuales de cada uno de nuestros países, construir y seguir construyendo una historia común. Que no significa que estemos siempre de acuerdo, que no significa que no debatamos, que no discutamos, pero sí que tengamos un compromiso. Yo les pido a todos los presidentes y presidentas un compromiso: que cada decisión, que cada política que tomemos aquí en el Mercosur, la tomemos con la visión completa de cada uno de nuestros países y de cómo le sirve a cada uno de nuestros países esta unidad. Para no escuchar cantos de sirenas, que no son de sirenas, están disfrazados. No son sirenas, quieren aparecer como sirenas pero no lo son. Quieren volver a vernos separados y divididos porque así siempre les ha sido mucho más fácil, y no desde hace 10, 20 ó 30 años, desde la emancipación a la fecha.
Por eso creo que, para finalizar y para darle la bienvenida al presidente de la República Bolivariana de Venezuela como Presidente Pro Témpore del Mercosur, tampoco puedo dejar de recordar lo que vivimos hace unos días en Cochabamba, o lo que me tocó vivir individualmente una noche cuando me llamaron para decirme –Rafael Correa, que hoy no está presente porque está en Europa- que a Evo Morales lo tenían preso en Europa. Yo no entendía nada, había salido de una reunión, Rafael me llamó de repente y me dijo: ¿no sabés lo que está pasando? No. Lo tienen a Evo preso. ¿Dónde? En Viena, me dice. Ahí hablé con Evo por teléfono, yo estaba muy nerviosa, me había puesto muy nerviosa, debo reconocer, Evo, que me llevás años mil de civilización. Estaba mucho más tranquilo porque cuando le pregunté cómo está compañero me dijo: yo muy bien compañera, ¿usted cómo está? Le digo mirá, un poco preocupada por lo que te está pasando. Ahí me puse en consulta inmediatamente con nuestra Cancillería para ver –abogada al fin, no puedo apartarme de mi profesión- cuáles eran los instrumentos legales que le permitieran a Evo salir de Viena y retornar a su país, a Bolivia. Hablé en dos o tres oportunidades con él, luego nos reunimos en Cochabamba y hoy estamos aprobando resoluciones muy importantes, que tienen que ver no con Evo Morales ni con el Estado Plurinacional de Bolivia, tienen que ver con la dignidad de nuestros países y de nuestros pueblos.
Que nadie se equivoque, no es una defensa al Presidente y al pueblo de Bolivia, porque cada uno de nosotros esa noche y los días posteriores nos hemos sentido Evo y su pueblo. Nos podría haber pasado a cualquiera de nosotros.
Por caso, y voy a ser extremadamente sincera, yo no puedo viajar a algunos países de Europa en el avión presidencial, que tiene inmunidad presidencial, porque en algunos países con rémora colonial todavía puede haber algún juez que disponga un embargo porque algún acreedor, buitre fundamentalmente, como nos pasó con la fragata Libertad, no quiso entrar en las dos reestructuraciones de deuda externa que tuvo mi país y que representa al 93 por ciento de nuestros acreedores y tengo que viajar en otro avión.
Por eso no es solamente un problema de Evo Morales. Es increíble, porque desde la Doctrina Drago, que tuvo como protagonista a la República de Venezuela hace muchísimos años, cien años, se estableció la inembargabilidad de los Estados por deuda. Acá te embargan aviones y no sé si voy yo arriba si no me embargan también a mí. Me devolverían enseguida creo. Eso lo diría un opositor en mi país, lo digo yo antes, me devolverían enseguida.
Pero la verdad que es el mundo que estamos viviendo, donde hay nuevas formas de colonialismo, más sutiles que las que conocimos hace dos siglos cuando bajaban con ejércitos y se llevaban la plata y el oro y sometían a nuestros pueblos originarios en las misiones guaraníes. Qué vamos a contar acá si todos nos conocemos. Por eso estamos haciendo estas declaraciones sobre Evo, sobre el espionaje, sobre el derecho de asilo.
Y si se me permite para finalizar, el derecho de asilo es un derecho que fue también reformulado aquí en Latinoamérica por México, porque el derecho de asilo, que reconoce siglos y que tuvo su origen en Europa, en la iglesias, era un derecho de asilo restringido que solamente se otorgaba a jefes de estado o a quien estaba perseguido por la justicia o con una orden de captura emitida en su contra. Precisamente México es el que introdujo el concepto del derecho de asilo amplio, y que tanto sirvió a tantos latinoamericanos que tuvieron que irse de sus países perseguidos por las dictaduras, torturados por las dictaduras durante el siglo XX. No estamos hablando de cosas que no conocemos, cada una de estas declaraciones de hoy tiene historias de sangre y tragedias terribles. No son construcciones jurídicas, no son construcciones filosóficas, son pasados históricos que hemos vivido, que algunos quieren revivir y tenemos el compromiso, como americanos del sur, inclusive de quien les habla, nieta de europeos, otros como Evo, de los pueblos originarios si los hay; de los pueblos originarios en serio, no de esos que los disfrazan para llevarlos a la televisión y mostrarlos como algo exótico. Este es un pueblo originario que conduce su país y lo conduce con éxito. Porque muchos creen que defender los pueblos originarios es reconocerles las vestimenta y darles un lugar para que vivan, chiquito de ser posible, para no ir más allá. No, acá también hay un pueblo originario que conduce su país y lo hace mucho mejor que los hijos de generaciones de europeos que habían venido a colonizar.
Hay de todo, así somos, diversos, plurales, distintos pero iguales en algo, iguales en lo más importante, en querer seguir creciendo con inclusión social, con equidad y con democracia, que deben ser los tres rasgos distintivos que siguen uniendo al Mercosur, hoy, ayer y siempre. Muchas gracias.