Palabras de CFK, en la clausura del XXIII Período Ordinario de Sesiones de la Conferencia General para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (OPANAL), que por primera vez se realiza en la Argentina y que cuenta con la participación de delegados de los 33 países. Palacio San Martín. Jueves, 22 de Agosto de 2013.
Buenas tardes a todos y a todas; quiero darles la bienvenida, seguramente me antecedió el vicecanciller Zuaín y el canciller Timerman en hacerlo en el día de ayer, cuando comenzaron las preparatorias, en el día de hoy esta reunión que me han conferido ustedes el inmenso honor de poder clausurarla en un momento muy particular de lo que podemos denominar un hito fundamental, como es el Tratado de Tlatelolco, y como es la vocación de no proliferación nuclear, desempeñada por nuestros países, muy específicamente también por la República Argentina, siendo uno de los pocos países que tiene capacidad de generación de energía nuclear y haber adherido, oportunamente, al Tratado de Tlatelolco.
Yo me acordaba en mi juventud, había analistas políticos internacionales, locales, regionales que preanunciaban que era muy peligroso el tema del tratamiento nuclear, o la posición, o el ejercicio por parte de determinados países del Cono Sur, específicamente de la República Federativa del Brasil y de la República Argentina, de que tuvieran armas nucleares porque había una idea, por supuesto traída desde afuera como siempre, desde afuera de la región, me refiero, extra regional, en cuanto a que si cualquiera de ambos países, que tenían un fuerte peso en la región y una rivalidad que venía de antecedentes históricos, esto podía poner en peligro la estabilidad de la región. Sin embargo, afortunadamente, y como siempre pasa con todos los analistas, no acertaron y fue exactamente lo contrario. Ambos países tenemos desarrollo nuclear, específicamente la Argentina también tiene un gran desarrollo nuclear, pero fuimos uno de los primeros en convertirnos en verdaderos adalides, en verdaderos abanderados de la no proliferación nuclear y del uso pacífico de la energía nuclear, usos medicinales, energía para proveer. Hemos terminado la tercera central nuclear y estamos en vistas de la experiencia del CAREN, que también es una experiencia muy importante, con lo cual, y además huelga decir, se dan las buenas relaciones que hoy rigen entre la República Federativa de Brasil y la Argentina, y en general en toda la región, en lo que son los organismos multilaterales, desde el Mercosur, pasando por UNASUR y la CELAC.
Hace pocos días nos tocó el honor de presidir el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde dimos el discurso inaugural, para este mes, donde la Argentina ejerce la presidencia de este Consejo de Seguridad y realmente, como mujer latinoamericana, sentí un gran orgullo, una gran alegría, un inmenso honor de poder explicar nada más ni nada menos que en ese bendito Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, surgido de la postguerra, donde precisamente surge el peligro del denominado holocausto nuclear y donde se conforma ese Consejo de Seguridad con las cinco potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial y precisamente con el derecho a veto porque, lo manifesté en ese momento, tenía el origen de que ante la Guerra Fría que se desató luego de la Segunda Guerra Mundial, y los aliados y cómo quedó configurado el mundo, en un mundo bipolar, lo cierto es que ese derecho de veto tenía como único objeto lograr una suerte de equilibrio entre las potencias, que contaban con bombas nucleares. Vamos a decirlo como lo hacíamos cuando éramos más jóvenes: el peligro del holocausto nuclear.
Yo decía que en realidad esto había quedado totalmente a destiempo en los tiempos que corren, el derecho de veto, porque en realidad decíamos y sostenemos y seguimos sosteniendo que la gestión del conflicto, que es lo que debe hacer el Consejo de Seguridad, no requiere derecho de veto; al contrario, requiere de los instrumentos que tienen los organismos multilaterales, regionales latinoamericanos y de la América del Sur, que es precisamente que cada una de las decisiones se toman por consenso. Cuando uno quiere solucionar un conflicto y le da a alguien el derecho a veto los más probable, casi lo más seguro, es que ese conflicto no se resuelva, sobre todo cuando involucra a una de las partes en conflicto. Parece una obviedad, parece algo muy simple de entender y no habría que explicarlo, pero lo cierto es que estamos en un mundo muy complicado con creo que malos análisis y malas lecturas de lo que está sucediendo en el mundo y fue precedido por análisis de Primaveras Árabes y de otras cuestiones, que hoy han estallado ante las narices de las grandes potencias y se ve una impotencia, valga la paradoja, de las grandes potencias para poder obturar y solucionar conflictos que están desangrando a la humanidad, específicamente en determinadas regiones con cuestiones que constituyen verdaderos genocidios, matanzas de niños, de jóvenes, derrocamiento de gobiernos, que también habían surgido de la tan mentada Primavera Árabe, y que finalmente ahora terminamos en la paradoja de que parecía no era tan primavera y resulta que quienes habían sido desalojados del poder ahora han sido liberados. Realmente un aquelarre para cualquier ciudadano global que mire hacia aquellos que tienen la responsabilidad de gestionar con su carácter de líderes un mundo más pacífico, un mundo más seguro.
Yo lo he dicho siempre, los liderazgos no son solamente liderazgos para ejercer, sino también para ejercerlos de una manera responsable. Yo creo en los liderazgos, en los ejercicios de manera responsable y es inocultable que, luego de la caída del Muro de Berlín, surgen liderazgos únicos en el mundo; ahora un poco atenuados por el surgimiento de otras potencias, pero en lo que se refiere al aspecto militar, estrictamente, ese liderazgo, la posesión de armamento nuclear, la posesión de tecnología y condiciones económicas siguen constituyendo a esos países en líderes en el mundo. Esto es inocultable y yo digo siempre que en política se puede hacer cualquier cosa menos ignorar la realidad, y creo que lo importante, en este caso, es demandar, como lo hicimos hace unos días en el Consejo de Seguridad, un ejercicio responsable de esos liderazgos y también la reforma de los organismos de Naciones Unidas para que respondan a un mundo absolutamente diferente al que le dieron origen.
Imaginen ustedes que la Carta de San Francisco, numen digamos, o fundamental de Naciones Unidas fue sancionada en 1945. Todas las cosas que han sucedido en el Consejo de Seguridad y todas las formas de organización y formación que tiene Naciones Unidas, con excepción del Comité de Descolonización, que se funda a partir de los años 70, que creo que es lo más nuevo que tiene Naciones Unidas, luego el Comité de Derechos Humanos, que se fundó hace poco, a instancias de Argentina, pero lo cierto es que tenemos en nuestro supremo organismo multilateral, en este caso Naciones Unidas, yo creo que un grado de obsolescencia funcional muy grande y precisamente se demuestra en este grado de conflictividad insoluble y creciente en el mundo, que nos preocupa a todos.
¿Y qué es lo que nos preocupa en este espacio concreto, en el que hoy estamos? Que precisamente nuestra región, el Atlántico Sur, se ha caracterizado por ser una región de paz, de gobiernos diversos, con diversas identidades, con diversos pensamientos, con diversas historias. A mi lado está Costa Rica y al otro lado está Cuba y, sin embargo, podemos coexistir pacíficamente y sin agresiones, a pesar de que hemos tenido momentos duros y difíciles, de diferencias entre países hermanos, que pudieron ser saldadas, por ejemplo, por aquella Conferencia de Río, que luego fue y se convirtió en la CELAC, y por la UNASUR en distintas oportunidades.
Por eso para nosotros preservar al Atlántico Sur como una región de paz y como una región libre de armas nucleares es un tema central. Precisamente uno de los miembros de la OTAN, el Reino Unido, que aún sigue ocupando posesiones coloniales en nuestras Islas Malvinas, sigue también no respetando las resoluciones de Naciones Unidas, otro tema que también se abordó durante la reunión del Consejo de Seguridad, porque es muy difícil que un organismo funcione cuando se le obliga a unos países a respetar lo que la Asamblea General decide, a través de resoluciones que son los instrumentos supremos de ese organismo, y otros miembros hacen uso de este privilegio, de ser miembros permanentes del Consejo de Seguridad y violan permanentemente las resoluciones que emite el pleno y aprueba el pleno del Consejo de Naciones Unidas; es el caso de la República Argentina y el Reino Unido.
No vengo acá a proclamar que nosotros tenemos razón en materia de soberanía de las Islas Malvinas, simplemente vengo porque es un organismo multilateral y hay países con diversas representaciones, a que se cumpla lo que dice la resolución de Naciones Unidas y que es precisamente que Argentina y el Reino Unido establezcan negociaciones en cuanto a la diferenciación, la controversia que hay en materia de soberanía sobre las Islas Malvinas. Ni siquiera esto hemos podido lograr. Más aún, se insiste en seguir armando a las islas frente a un país que ha demostrado una vocación pacífica y además es público y notorio que no cuenta con el poder ofensivo como para poder hacer frente siquiera, no es solamente intención sino simplemente sentido común de que no hay ninguna intención de agresión para con nadie. Sin embargo se insiste y se envían submarinos nucleares, de lo que por supuesto dan cuenta los propios organismos periodísticos del Reino Unido, y se vuelve a tratar o a colocar aquí precisamente en el Atlántico Sur el tema de armas nucleares en un lugar completamente desnuclearizado, si se me permite el neologismo, por la voluntad pacífica que hemos tenido.
Sé que se han firmado importantes documentos en esta XXIII Reunión del principal organismo del Tratado de Tlatelolco y quería agradecer la presencia de todos ustedes y hacer una llamada. Una llamada no sólo entre nosotros, entre los cuales rigen relaciones excelentes, sino una llamada al mundo y a las grandes potencias por las cosas que están sucediendo. Nosotros debemos seguir insistiendo firmemente, sin pausa, en que queremos un Atlántico Sur libre de armas nucleares. No tenemos conflictos religiosos, no tenemos conflictos raciales, no tenemos conflictos entre nuestros países, no queremos que nos extrapolen a esta región problemas e instrumentos que no nos son propios, que desconocemos porque somos un país profundamente respetuoso del derecho internacional y nos sentimos miembros plenos de Naciones Unidas y como tal respetamos todas y cada una de las decisiones. Lo único que demandamos y llamamos es a que todos los países que integran esa organización madre que es Naciones Unidas tengan el mismo respeto por cada una de las resoluciones que emanan del pleno.
Y un llamamiento también por parte de quienes tienen liderazgo global en el mundo a una mayor comprensión de los problemas, una mejor lectura. Yo lo comentaba ayer, si se me permite la digresión, cuando tuvimos una importante reunión en el sur de mi país. Pasamos de los temas económicos a los problemas políticos y de allí pasamos a los problemas económicos que asolan hoy al mundo, y hablaba de que había una gestión política que finalizó durante la Guerra Fría. Cuando terminó la Guerra Fría creo que se dejó de gestionar políticamente en el mundo y comenzaron a introducirse los lobbies económicos, comenzaron a introducirse las cuestiones económicas por sobre las políticas y entonces curiosamente, en lo que debía ser un nuevo mundo globalizado, sin mayores conflictos, porque finalmente quienes habían estado enfrentados durante años como potencias en la Guerra Fría habían concluido con ese enfrentamiento, finalmente los países se sentaban todos a charlar, había terminado el peligro del holocausto nuclear, estamos ante nuevos y más acechantes peligros. Peligros mucho más diseminados, tal vez mucho menos identificables, pero que están explotando en distintas partes del planeta, sea en África, lo charlábamos cuando se trató la cuestión de Mali por ejemplo el otro día en el Consejo de Seguridad, lo tenemos hoy latente en este conflicto atroz, no se me ocurre ninguna otra palabra para definirlo, que vive el Medio Oriente, desde armas químicas hasta gobiernos derrocados, miles de muertos en Egipto; una guerra civil prácticamente en Egipto, cómo se le puede llamar a un gobierno que fue elegido democráticamente y derrocado por una junta militar que lleva ejecutados a más de 1000 y pico de egipcios.
Este es el mundo en que estamos y realmente me parece que la humanidad, con todas las cosas que han pasado -alguien recordaba el otro día en el Consejo de Seguridad el aniversario del holocausto de Hiroshima- merece una mejor gobernanza, una mejor gestión política por parte de quienes han luchado durante tanto tiempo para convertirse en líderes globales.
Líderes globales no solamente para imponer conductas, líderes globales para garantizar a todos los países del mundo y a todos los ciudadanos del mundo que podemos vivir con pleno ejercicio de los derechos humanos pero también con pleno ejercicio de los derechos sociales, que significan el derecho a la educación, a la salud, a la vivienda y a la seguridad.
Creo que la no proliferación nuclear, que ustedes dirán qué tiene que ver con todo esto, sí, tiene todo que ver con todo. La seguridad del mundo hoy se debe no solamente a la no proliferación nuclear sino también a que logremos establecer reglas y patrones de conducta que puedan ser aplicados uniformemente ante situaciones de crisis para evitar mayores sufrimientos.
Cuando nuestro Canciller me propuso clausurar esta XXIII Reunión de la OPANAL no dudé un momento en hacerlo porque era importante intercambiar con ustedes, como jefa de Estado de la República Argentina, estas reflexiones que yo creo que todos podemos compartir porque no son reflexiones filosóficas, no son de ideología, son simplemente de sentido común, de percepción y de haber observado. Ustedes sabrán que milito desde muy joven y además ya tengo unos cuantos años, así que pude ver muchas cosas, pude ver desde la derrota de Estados Unidos en Vietnam y la bajada de la bandera americana, de la primera potencia del mundo, contra un país muy pequeñito, que tuve la suerte de visitar a principios de este año y ver los túneles en donde se luchó para lograr la liberación de una opresión que había sido primero ejercida por otras potencias y que finalmente concluyó con su liberación.
Vi la caída del Muro de Berlín, también impensable unos cinco o seis años antes. Luego de la caída del Muro de Berlín algunos auguraron el fin de la historia, mal interpretando a Heggel me parece, pero lo auguraron y acá estamos, la historia no terminó sino que la historia continúa y un tanto más complicada, porque ya no es el peligro del holocausto nuclear, es el peligro del holocausto social, que también se da a partir de lo que está sucediendo con las crisis económicas en Europa, es el holocausto humanitario, que se puede dar y se está dando en determinados países de Medio Oriente y puede llevar a un grado de conflictividad global tal vez inmanejable. Yo lo decía el otro día en el Consejo de Seguridad: tanto luchar, tanto pelear para que la democracia, como la concebimos nosotros, como el ejercicio de la voluntad popular a través de elecciones libres y democráticas, donde cada sociedad pueda darse los gobiernos que prefiera a través del voto popular, para terminar finalmente en este estado en que está viviendo el mundo.
Entonces creo que sería bueno repensar y reflexionar roles y repensar y reflexionar funciones de los organismos multilaterales, Naciones Unidas, Consejo de Seguridad, roles también los organismos multilaterales económicos, no va a ser la primera ni la última vez que me escucharán hablar sobre el rol del Fondo Monetario Internacional, que inclusive el propio FMI en sus últimos documentos académicos está repensando y autocriticándose acerca de recetas de ajuste que dio en Europa y que evidentemente no han dado ningún resultado.
Creo entonces que hoy este encuentro con motivo de la no proliferación nuclear tiene que ser además un instrumento de reflexión en el sentido de que tenemos que luchar por el desarme nuclear pero fundamentalmente desarmarnos nuclearmente y armarnos de nuevas ideas. Las armas tienen que ser las ideas, siempre las ideas fueron las que primero triunfaron. Luego muchas veces, cuando hubo resistencia frente a determinadas ideas, se llegó a conflictos armados. Pero yo creo que cuando hay ideas que pueden encarnar globalmente o mayoritariamente lo que desea y necesita la humanidad, estos son triunfos mucho más importantes de lo que pueden ser los triunfos militares.
Por eso quiero terminar diciendo que la preservación del Atlántico Sur libre de armas nucleares, el reconocimiento que tienen que hacer de las grandes potencias de las resoluciones de Naciones Unidas, es lo que sin duda va a contribuir a vivir no solamente en el Atlántico Sur sino en un mundo mejor, en un mundo más seguro, más humanitario y más vivible para todos los seres humanos.
Quiero darles las gracias a todos y a todas, y dejar formalmente clausurada la XXIII Reunión de la Opanal, organismo del Tratado de Tlatelolco. Muchas gracias y muy buenas tardes a todos y a todas.