De Greg Palast para el diario inglés The Guardian, 7 de agosto de 2014.
El Presidente de los Estados Unidos sólo necesita informar a un juez federal que el multimillonario de fondos buitre Paul Singer está interfiriendo con la competencia exclusiva del presidente de dirigir la política exterior. No lo ha hecho. Pero ¿por qué no?
Una simple nota a los tribunales enviada por Barack Obama podría parar en seco al financista “buitre” que está amenazando con devorar a la Argentina. Pero aunque el Presidente oficialmente apoya a la Argentina, no ha hecho esto que podría salvar a Buenos Aires del default.
Obama podría evitar que el multimillonario de los fondos buitre, Paul Singer, cobre ni un solo centavo de la Argentina invocando la autoridad de larga data otorgada a los presidentes por la cláusula de “Separación de Poderes” de la constitución de los Estados Unidos. En virtud del principio conocido como “respeto mutuo” (comity), lo único que tendría que hacer Obama es informar al juez federal Thomas Griesa que la demanda de Singer interfiere con la autoridad exclusiva que tiene el presidente para dirigir la política exterior. Caso desestimado.
De hecho, el presidente George W. Bush invocó esta facultad contra el mismo hedge fund que ahora amenaza a la Argentina. Bush bloqueó el embargo de bienes de Congo-Brazzaville en los EE.UU. por parte de Singer, a pesar de que el jefe de este hedge fund es uno de los más importantes y más influyentes contribuyentes a los candidatos republicanos.
Específicamente, un tribunal de apelaciones advirtió a este mismo juez hace 30 años, que debía prestar atención a la directriz de un Presidente al invocar sus facultades en materia de política exterior. En el caso de Singer, el Departamento de Estado de Estados Unidos sí informó al Juez Griesa que el gobierno de Obama estuvo de acuerdo con los argumentos jurídicos presentados por Argentina; pero el Presidente nunca invocó la cláusula mágica de freno a los buitres.
La devastadora indecisión de Obama no es ninguna sorpresa. Repite la capitulación del Presidente ante Singer la última vez que estuvieron en un mano-a-mano. Fue en 2009. Singer, a través de una brillante y compleja maniobra financiera, asumió el control de Delphi Automotive, el único proveedor de la mayor parte de las autopartes que precisan General Motors y Chrysler. Ambos gigantes automotrices ya se encontraban en quiebra.
Singer y otros coinversores le exigieron al Tesoro de los Estados Unidos que les pagara miles de millones, incluyendo US$ 350 millones en efectivo y de inmediato, o – como amenazó el consorcio de Singer- “los obligaremos a cerrar”. Cortarían el flujo de repuestos hacia GM, literalmente.
GM y Chrysler (que contaban apenas con el equivalente a un par de días en repuestos), hubiesen tenido que cerrar sus puertas de manera permanente, y verse obligadas a una liquidación.
El negociador de Obama, el sub secretario del Tesoro, Steven Rattner, denominó la demanda de los fondos buitre una ‘”extorsión” – una caracterización de Singer que la presidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner repitió la semana pasada.
Pero mientras que Fernández declaró “No puedo, como presidenta, someter al país a una extorsión semejante”, Obama cedió en cuestión de días. En última instancia, el Tesoro de Estados Unidos pagó discretamente al consorcio Singer la friolera de US$ 12.900 millones en efectivo y subsidios del fondo de rescate del sector automotriz del Tesoro de Estados Unidos.
Singer respondió a la generosidad de Obama cerrando rápidamente 25 de las 29 plantas de autopartes de Delphi en Estados Unidos y trasladando 25.000 puestos de trabajo a Asia. La empresa Elliott Management de Singer se embolsó US$ 1.290 millones, de los cuales Singer personalmente se quedó con la mayor parte.
En el caso de Argentina, Obama sin duda tiene motivos para actuar. El Departamento de Estado de EE.UU. advirtió al juez que la adopción de las teorías jurídicas de Singer pondría en peligro los acuerdos de rescate soberanos en todo el mundo. De hecho, se informó que en 2012 Singer se unió a su compañero inversionista multimillonario buitre Kenneth Dart, para exprimir al gobierno griego, buscando un enorme desembolso durante la crisis del euro, al amenazar con crear un default masivo de los bancos en toda Europa.
La prensa financiera ahora se vuelca contra Singer. Los comentaristas del Wall Street Journal y FT están enfurecidos ante la quijotesca reinterpretación que ha hecho el financista de los términos de los préstamos soberanos, en el sentido en que los talibanes interpretan un acuerdo de paz. No hay paz, no hay acuerdo.
Singer sin duda se ha ganado sus plumas de buitre. Con su ataque contra Congo-Brazzaville arrebató la ayuda para reducir la deuda que pagaron los contribuyentes estadounidenses y británicos y según Oxfam, socavó la capacidad de este país para luchar contra una epidemia de cólera. (El portavoz de Singer respondió que la corrupción del gobierno de Congo-Brazzaville, y no sus demandas, es lo que ha empobrecido a esa nación.)
Como para pulir sus credenciales de tipo duro, Singer emprendió ataques legales sobre JP Morgan Chase, Citibank, BNY Mellon y UBS, exigiendo que le paguen el dinero que Argentina les había pagado durante la última década. Además, los abogados de Singer convencieron al juez para detener al BNY Mellon, agente fiduciario de Argentina, de efectuar un pago de US$ 500 millones a los tenedores de bonos argentinos.
Seguramente el presidente intervendría. No lo hizo. No lo ha hecho. ¿Por qué?
No soy psicólogo. Pero esto sí lo sabemos: desde que empezó a atacar a Argentina, Singer abrió su cuenta bancaria millonaria en dólares, convirtiéndose en el principal donante a las causas republicanas de Nueva York. Es uno de los fundadores de Restore Our Future, un club de multimillonarios, y canaliza los fondos de Bill Koch y otros chicos ricos republicanos a un arca de guerra temible dedicada a las solicitadas con ataques políticos que atacan de manera despiadada.
Y Singer recientemente donó US$ 1 millón a Crossroads de Karl Rove, otra máquina de ataques político.
En otras palabras, se paga un precio si se contraría a Singer. Y, a diferencia de la presidenta de Argentina, Obama no parece dispuesto a pagarlo.
• Greg Palast es autor de Vultures’ Picnic ‘y produjo una serie de informes de investigación sobre los fondos buitre para The Guardian, The Nation y Newsnight, de la la BBC.
Necesitamos que los distintos dirigentes responsables de las organizaciones, también organicen cursos de formación sobre política internacional, sobre historia internacional.
Ustedes se dieron cuenta que prácticamente, salvo cuestiones catastróficas o muy evidentes, parece como que la Argentina fuera un planeta solo en el mundo, que no existiera el resto, porque no hay una sola noticia internacional de nada, de las económicas ni hablemos.
Tenemos que prepararnos, tenemos que saber, porque al que no estudia, al que no sabe lo que pasa y cómo se fueron produciendo los acontecimientos, lo llevan de la nariz. Sobre todo, en un mundo, donde los medios de comunicación y, fundamentalmente también, las redes sociales han adquirido una gran importancia, el problema es la selectividad de la información.