Discurso de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en el acto de conmemoración del 199° aniversario de la Revolución de Mayo, Misiones 25 de mayo de 2009.
Gracias, muchas gracias Misiones.
Señor Gobernador; señor Intendente; señores gobernadores de las provincias hermanas del Chaco, Jujuy, Formosa; distintas comunidades de inmigrantes, que ya no son más inmigrantes, son argentinos y argentinas; Madres y Abuelas: no fue, sin lugar a dudas, una casualidad haber elegido este lugar, aquí, en Iguazú; atrás nuestro, en ese verde, está la hermana República del Brasil; allá, el Paraguay. Como recién decía Maurice Closs, no es que aquí termina la Patria, aquí empieza la Patria con la que siempre hemos soñado aquellos que, precisamente, creemos en la Patria grande.
Maurice decía recién cada dos instantes, cada dos segundos, «parece mentira como se ha puesto el día aquí; ayer se había desplomado el cielo», y él decía además «que es este Sol, este cielo sin nubes, porque Misiones me quiere». Yo digo que es porque Dios quiere a Misiones y a todos los argentinos que podemos festejar aquí hoy este 25 de Mayo, el día del nacimiento de la Patria.
Déjenme contarles, a ciento noventa y nueve años del nacimiento de nuestro país, a un año próximo a cumplir nuestros doscientos años de historia, el sueño que tiene esta Presidenta acerca de cómo tiene que encontrarnos la Argentina a todos nosotros en estos doscientos años de historia.
Déjenme por lo pronto recordar qué pasó en nuestro Primer Centenario, cómo estábamos, no para criticarnos o para ponernos tristes; simplemente, para poder ejercer nuestra memoria y conocer nuestra historia, nuestra verdadera historia que, muchas veces, no es la historia oficial. Es que muchas veces también, hay por parte de algunos pocos, como no querer que se conozca nuestra verdadera historia, porque siempre cuando uno conoce la verdadera historia tiene menos posibilidades de volver a equivocarse.
Y allá en 1910, los argentinos recordaron sus primeros cien años de historia con estado de sitio; había represión sobre nuestros trabajadores porque no había trabajo, porque no había derechos. Empezaban a correr en el mundo aires de libertad y de nuevas formas de participación donde trabajadores y procesos industriales, iban transformando el mundo.
Esa Argentina solamente recuerda algunos fastos en aquel 1910; era una Argentina sin trabajo, con mucha miseria, con mucho dolor, con un modelo económico, político y social de exclusión donde solamente unos pocos, los más beneficiados, podían disfrutar de los dones de la vida, de la educación, de la salud, del trabajo.
Quiero, entonces, que este Bicentenario nos encuentre de una manera diferente; nos encuentre sintiéndonos parte de esta Argentina grande, de esta América del Sur, de esta Patria grande, para en un proceso de integración poder potenciar nuestras posibilidades como región, como país.
Quiero también un Bicentenario en el que el trabajo, la producción nacional, esa industrialización que necesita llegar a todos y cada uno de los rincones de la Patria para que haya valor agregado a nuestros recursos, para que haya mejores salarios, más educación, más vivienda, encuentre a una Argentina diferente.
Pero como a mí no solamente me gusta soñar y como junto a muchos otros millones de argentinos además de soñar nos gusta hacer, es que también hace hoy exactamente seis años comenzamos un proceso de transformación en nuestro país para poder, precisamente, convertir en sueños, convertir en realidades esos sueños.
Por eso, comenzamos a construir entre todos un país diferente donde recuperáramos el orgullo de ser argentinos. Es que nos habían convencido de que era imposible desarrollar un modelo de país que, sin negar la globalización, tuviera sus propios rasgos, sus propios instrumentos, sus propias políticas.
Nos decían que no se podían hacer esas cosas; nos decían que era imposible plantear alternativas al endeudamiento permanente y a la subordinación cultural y hasta ideológica a los grandes centros económicos desde afuera; nos decían que era mejor ser un país de servicios, segmentándonos de esta manera en la economía global como también se había hecho en el primer Centenario donde nuestro rol era solamente proveer materia prima sin valor agregado. Y nosotros, no por demasiado inteligentes, no por demasiado perspicaces, pero sí como grandes observadores de lo que había sido nuestra propia experiencia como país, cuando durante la década de los ´50 llegamos a ser la primer economía de Latinoamérica, esos aviones, Gobernador, que a usted le gustaría construir, se comenzaron a construir por primera vez en la Argentina, autos, barcos, valor agregado. Ya no es solamente de un partido esa Argentina, esa Argentina es de la historia, es de todos nosotros, no pertenece a un sector partidario, es el modelo que los argentinos hemos encontrado para poder realizar los sueños. Y en estos seis años hemos logrado cosas que si las hubiéramos contado antes de aquel proceso electoral, seguramente ninguno nos hubiera creído y tenían toda la razón en no creer, porque había habido demasiadas mentiras, demasiados fracasos, era casi un lugar común sostener que no se podía decir en campaña lo que uno venía a hacer porque si no, no lo votaban.
Venimos también, además de cumplir los sueños, a construir una manera diferente de hacer política en nuestro país y que es, precisamente, dedicarnos con pasión, con fuerza, con mucho coraje a construir ese futuro de los argentinos a través de millones de puestos de trabajo, a través de miles y miles de empresas que se han creado, a través de devolverles los derechos jubilatorios y provisionales a millones de argentinos que habían perdido el derecho a tener un aumento o una jubilación o una pensión; a devolver también el derecho a la educación con mayor presupuesto, con más escuelas, con más becas; a devolver también el derecho a soñar con el techo propio, ese que todavía muchos argentinos necesitan que el Estado lo construya porque no pueden con sus propios medios. Sueño con una Argentina en donde todos tengan la posibilidad de construir su propia casa, pero todavía nos falta, somos el gobierno que más viviendas ha construido, pero tenemos que seguir haciendo más porque todavía falta.
Tenemos que seguir generando más y mejores puestos de trabajo para los que todavía no consiguieron un trabajo o para que aquellos que lo han conseguido, aún no forma parte del mundo formal o para aquellos que aún formando parte de ese mundo en blanco del trabajo todavía falta para lograr un mejor salario.
Pero hemos vuelto a colocar como derecho de todos los trabajadores el volver a discutir sus condiciones de trabajo en más de mil quinientos convenios colectivos de trabajo luego de una Argentina en donde la flexibilización laboral, la precarización del trabajo era exhibida como una virtud y como una medida de gobierno. Sí, vivimos un tiempo en el cual había que convencer a los trabajadores que tenían que renunciar a derechos, que no podían tener más garantías, que no podían tener mejor salario y que esa era la condición para volver a recuperar el trabajo perdido. Pero todos los argentinos sabemos que no hay mejor lucha para conseguir mejores puestos de trabajo, que lograr un régimen de pleno empleo, una Argentina de pleno empleo.
Cuando todos o gran parte de los argentinos consiguen trabajo, cuando se pueden reducir los índices de desempleo a un dígito o llegar a un 5 o 4 por ciento, que esa debe ser la meta que todos debemos perseguir, entonces estamos en condiciones de tener más y mejor trabajo, porque esas son las condiciones básicas.
Por otra parte, a los que hablan de clientelismo político, yo les digo que no hay mejor remedio, no hay mayor antídoto para acabar con el clientelismo y lograr más calidad institucional que lograr trabajo para todos los argentinos. Cuando los argentinos tienen trabajo bien remunerado, entonces se acaban esas prácticas. Y es precisamente en estos seis años donde comenzamos con casi un cuarto de los argentinos, casi el 25 por ciento, sin tener trabajo y hoy hemos llegado a un dígito y tenemos que seguir reduciendo aún esa desocupación y, además, estamos manteniendo nuestro nivel de ocupación en medio de la más formidable crisis de la que se tenga memoria.
Es como que acercándose a los centenarios de la Argentina o alejándose un poco de ellos, cambiaran los modelos mundiales de acumulación. Aquel modelo del primer Centenario se desplomó en el año ’30, 1930, el año de la gran crisis mundial donde se desplomó un modelo que era para pocos.
Hoy, con orgullo, como Presidenta de los argentinos, en el 199º aniversario de la Patria, en un mundo que se ha desplomado, tengo el orgullo de decirles a los argentinos que aquí estamos parados haciéndole frente al vendaval, con dificultades, pero enteros, manteniendo el nivel de actividad, manteniendo la ocupación, porque ese es el rol que deben tener política y Estado. Y también este Bicentenario nos va a encontrar con otro eje fundamental de la política que es la de una sociedad democrática y una sociedad es democrática cuando tiene como patrimonio cultural de sus habitantes la memoria, la verdad y la justicia.
Permítanme decirles a ustedes, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que han sido las grandes constructoras de la democracia argentina. Allí donde nadie se atrevía, allí donde todos tenían miedo, un grupo de mujeres se atrevió a lo que nadie en la República Argentina. También este Bicentenario debe honrar a estas mujeres que construyeron la identidad de la democracia.
Decirles también a nuestros trabajadores, a nuestros empresarios, a nuestros comerciantes, a nuestros intelectuales, a nuestros científicos, que han comenzado a retornar a la patria, más de 600 hombres y mujeres que se habían ido alejados y corridos por aquellos que opinaban que los científicos del CONICET, por ejemplo, debían ir a lavar platos -a todos se les dijo, a los hombres y a las mujeres, en ese sentido no hubo distinción-, también a todos esos hombres y mujeres que volvieron a creer que su país era un lugar donde iban a tener una oportunidad, a todos, quiero decirles que estamos ante una oportunidad histórica sin precedentes. Hemos encontrado el camino, el camino era el que habían contado también Belgrano, fanático defensor de la producción y del trabajo nacionales, y era también el de hombres como San Martín, que creían en la integración de los pueblos, en la libertad y en la unidad nacional como presupuesto básico para la construcción de un país diferente.
No tenemos nada que pedirle prestado a nadie, ahí están nuestras ideas, ahí está nuestra historia, ahí están las etapas institucionales en donde crecimos apostando a un modelo propio, nacional y popular, que es lo mismo, porque no hay nación sin pueblo ni pueblo sin nación.
Precisamente, con la misma fuerza y el mismo patriotismo de esos hombres de 1810, que son iguales a la de los hombres y mujeres del país profundo que también lucharon por construir una Argentina federal, con las mismas ideas de los hombres y mujeres que alumbraron los partidos populares y democráticos de todo el siglo XX que son los que influyeron en lo que es la construcción de la identidad nacional y de la conciencia nacional. Y ahora que nos toca a nosotros, hombres y mujeres de una generación que creyeron que otro país y otra sociedad era posible, juntando todo, juntando a todos, a esa historia desde el ’10, a esos momentos donde arrancó el voto popular y democrático y luego arrancó la representación de la mujer y de los trabajadores en la escena política nacional, y ahora en nuestro tiempo, en el tiempo de estos argentinos de carne y hueso comprometidos con la construcción del gran país que alguna vez fuimos, es que convoco desde aquí, desde esta tierra colorada, desde Iguazú, provincia de Misiones, al lado del río Paraná y del río Iguazú, a todos los argentinos y a todas las argentinas, a una nueva gesta que es la misma que soñaron otros, pero que hoy hemos encontrado el camino y debemos seguirlo y profundizarlo.
Por eso, con ideas, con gestión, con unidad nacional, con convicción y con profundo patriotismo, ¡felíz Día de la Patria a todos los argentinos!
Muchas gracias, los quiero mucho, gracias Misiones, gracias Iguazú, con todo el amor, con toda la fuerza, la pasión y el coraje que se necesitan para construir una patria y una nación.
Muchas gracias