Cuando la gente de prensa del Gobierno me acercó un cable donde leía que más de 100 parlamentarios británicos apoyan a la Argentina en la lucha contra los fondos buitres, y nosotros estábamos con problemas para conseguir consenso entre nuestros propios legisladores, yo digo: ¿pero qué le pasa a algunos, no pueden distinguir el Gobierno de los intereses de la Patria?
A veces pienso cómo se habrá sentido Rosas cuando se enteró que en la flota franco-inglesa había argentinos.
Yo le digo a todos, piensen cómo piensen, aunque no me quieran, aunque estén disconformes en todo, que hay algunas cosas que son innegociables. Y una de las cosas innegociables es entregar la Patria a buitres que la quieren despedazar. Eso es innegociable, no se puede negociar, no se puede dudar.
Cualquiera, cualquier argentino tiene el derecho a dudar, cualquier argentino tiene el derecho a no creer, a titubear frente a nuestro gobierno. Pero ningún argentino tiene derecho a dudar de su Patria, de su país, del futuro y sobre todo cuando lo que estamos negociando -como con ese bendito Club de París que logramos cerrar y que había comenzado en el año 56 cuando yo tenía 3 años y este chico no había nacido- una deuda que ni siquiera nosotros contrajimos, al contrario, la estamos pagando y hemos logrado reestructurarla en términos más que exitosos; primero Néstor, luego yo. Y cuando Néstor también decidió en aquella jornada histórica cancelar la deuda con el Fondo Monetario Internacional, en esa inolvidable jornada.
Digo, entonces, que podemos votar distinto en las bancas todos los proyectos, podemos discutir, debatir con impulso, con pasión, como se hace en los parlamentos, pero hay cosas en las cuales tenemos que estar absolutamente todos juntos. Porque si no, en mi barrio, a los que no hacen eso, solamente tienen un nombre, que no se lo quiero dar, pero no tengan dudas que se lo va a dar la historia a todo aquel que, en estos momentos y en esta situación que está viviendo la Argentina, no tome una clara definición frente a este tema.
Todo lo demás, que lo discutan, lo duden, lo nieguen, pero este es un tema que no admite negociación porque es el presente y el futuro de la Argentina. Y además, la justicia y la equidad de un país, que viene pagando rigurosamente todas sus deudas como nunca antes lo había hecho en las últimas décadas en la República Argentina.
Pero lo que es más importante: todos ustedes pueden tener el orgullo de pertenecer a un colectivo político y social y cultural que no paga con el hambre del pueblo; al contrario, paga con la inclusión social de millones de argentinos a través del trabajo, de las jubilaciones, de las convenciones colectivas de trabajo, paritarias, planes de salud, de vacunación como el que hoy acabamos también de anunciar y de completar y de tantas otras políticas de inclusión. Ni qué hablar en el sistema educativo universitario, de ciencia y tecnología, de obras públicas a lo largo y a lo ancho del país, escuelas, viviendas, el PROCREAR también para los sectores medios que no tenían posibilidades.
Todo eso, además, y por si fuera poco, no es que lo hacemos con el apoyo gracioso y generoso de todos. Al contrario, poniéndonos palos en la rueda todo el tiempo y haciendo zancadillas.
Necesitamos que los distintos dirigentes responsables de las organizaciones, también organicen cursos de formación sobre política internacional, sobre historia internacional.
Ustedes se dieron cuenta que prácticamente, salvo cuestiones catastróficas o muy evidentes, parece como que la Argentina fuera un planeta solo en el mundo, que no existiera el resto, porque no hay una sola noticia internacional de nada, de las económicas ni hablemos.
Tenemos que prepararnos, tenemos que saber, porque al que no estudia, al que no sabe lo que pasa y cómo se fueron produciendo los acontecimientos, lo llevan de la nariz. Sobre todo, en un mundo, donde los medios de comunicación y, fundamentalmente también, las redes sociales han adquirido una gran importancia, el problema es la selectividad de la información.