Sabía que iban a venir por los derechos de los trabajadores. Lo supe siempre. También lo advertí en muchas oportunidades. Querían volver a tener mano de obra barata. Para eso era necesario generar olas de despidos. Para poder provocar reducción de salarios. Miedo a perder el trabajo, entonces aceptas cualquier cosa. Angustia de no llegar a fin de mes, pero más temor a no tener siquiera para poder empezarlo. El miedo ha sido a lo largo de la historia un gran disciplinador social. La señal de largada de los despidos empezó en el sector público, como siempre. Y como no podía ser de otra manera, continúo en el privado.
También sabía que iban a perseguir. Que iban a cercenar libertades derechos y garantías. Cualquiera que haya escuchado mi despedida en la Plaza de Mayo, el 9 de diciembre, lo puede recordar. ¿Dotes de adivina? ¿Nostradamus contemporánea? No, simplemente conocer la historia de nuestro país y la de los que llegaron al Gobierno. Esta vez por el voto popular. Por una escasa diferencia (1,5%), es cierto, frente a pronósticos de propios y extraños que nos auguraban una diferencia de 10 o 12 puntos después de 12 años y medio de gobierno y la oposición -de medios y corporaciones- más feroz de la que se tenga memoria.
Personajes extraditados, que funcionarios del actual gobierno anunciaban en conferencias de prensa, pondrían al descubierto los delitos cometidos por funcionarios del anterior, pero que cuando mencionan como coimeros a jueces o dirigentes políticos oficialistas, les declaran la falta de mérito y los extraditan.
Divulgación de conversaciones que convierten a la Argentina en una copia grotesca de esa gran película: “La vida de los otros” que retrató, como pocas, los regímenes totalitarios de control social.
Hechos que están convirtiendo al país en una ciénaga y a la democracia en una parodia.
El Gobierno debería comprender que esta metodología, lejos de morigerar los problemas solo va a contribuir a profundizarlos. La falta de trabajo, la creciente desocupación, la inflación imparable, el desmantelamiento del Estado y sus programas inclusivos, el cierre de comercios, los tarifazos, la falta de consumo, entre otros. En síntesis: Los síntomas de una economía que no está funcionando.
¿O tal vez sí está funcionando? Pero en lugar de hacerlo para los trabajadores, los científicos, los maestros, los comerciantes, los empleados, los estudiantes, los jóvenes, las pymes, la industria nacional, las economías regionales, funciona solo para la Confederación General de Empresas. Esa posmoderna CGE del neoliberalismo, conformada por los CEOS que forman parte del Gobierno, la banca extranjera -como brazo armado del endeudamiento- y el sector agroexportador concentrado.
Por lo que nos enteramos todos los días -a través de redes y medios de comunicación no oficialistas- pareciera que para algunos está funcionando más que bien. Y sino pregúntale a la familia presidencial, a la que le acaban de condonar 70 mil millones de pesos de la deuda que nunca pagaron por el Correo Argentino. Nada de que asombrarse, ni sorprenderse: de la Patria Contratista a la Estatización de la deuda de sus empresas, lo que está pasando es solo un capítulo más de la historia que los argentinos pareciera estamos condenados a repetir una y otra vez.
El Gobierno debería entender, que fue posible ganar el balotaje mintiendo y diciendo que iban a dejar todo lo bueno y solo cambiar lo malo. También que es posible silenciar a parte de la oposición con un sistema de medios de comunicación cómplices y encubridor que oculta lo evidente, ataca lo diferente e inventa lo que falta.
Lo que es imposible, y ya deberían saberlo, es hacerlo siempre y mucho menos en un mundo que el gobierno no entiende y en un país que no conoce.
Estoy terminando de escribir estas breves líneas cuando alguien me envía un correo con una nota de Infobae, el verdadero portal judicial, que ya tiene el escrito que presente esta mañana en Comodoro Py.
Había pensado viajar a Dubrovnik, en Croacia. Lugar desde donde partieron hacia Punta Arenas (inmigrantes) los padres de María Ostoich Dragnich, la matriarca de la familia, abuela de mis hijos. El 17 de febrero se cumple un nuevo aniversario de su fallecimiento y el 19 es mi cumpleaños. Hacía años que no me tomaba vacaciones y la pequeña ciudad es patrimonio histórico de la humanidad, declarada por UNESCO. Ya se sabe, me encanta la historia. Hasta me criticaron por eso.
Finalmente, es curioso, pero Ricardo Lorenzetti sigue creyendo que el portal judicial es el de la Corte que él preside y que además controla las escuchas judiciales. Parodias de la división de poderes en la Argentina de Macri y ruidosos silencios de los otrora parlanchines institucionales. Semblanzas apenas, del enorme deterioro y decadencia de la democracia, en las que estamos inmersos.
Cristina