Enlace al original: https://www.washingtonpost.com/opinions/president-trump/2016/11/09/037114be-a530-11e6-8fc0-7be8f848c492_story.html
Por el Consejo Editorial. 9 de noviembre, 4:35 (hora argentina)
Donald Trump fue electo este martes como el XLV presidente de los Estados Unidos. Son palabras que esperábamos no escribir nunca. Pero Trump sorprendió a los encuestadores, montado en una ola impulsada parcialmente por votantes rurales y del Rust Belt [el cinturón manufacturero] que sentían que el establishment político los había dejado a un lado. Aún cuando de haber ganado su rival, Hillary Clinton, Trump podría no haber hecho lo mismo, todos los estadounidenses deben aceptar el juicio de los votos y trabajar para el mejor resultado posible para nuestro país y el mundo.
¿Qué significa esto en práctica? Primero, esperar que Trump sea un mejor presidente de lo que tememos, y respaldarlo cuando haga lo correcto. Trump pronto estará al mando de una enorme burocracia federal, de sofisticadas fuerzas de seguridad y organismos de inteligencia, y de las fuerzas armadas más poderosas del mundo. Deseamos fuertemente que entienda que el sistema estadounidense de gobierno no es para una sola persona ni se trata de una sola persona. No lo puede arreglar solo. Los poderes de la Oficina Oval no existen para castigar a sus enemigos, algo que sopesó hacia el final de la campaña, según un artículo reciente del New York Times.
El nuevo presidente enfrentará desafíos inmensos e implacables desde el primer día. Hereda un mundo en el que la democracia liberal está en retroceso y el liderazgo de los EEUU, en duda. El Medio Oriente está en un gran conflicto, el arsenal nuclear norcoreano crece, Rusia y China sacan pecho. En el país, el presidente Obama deja una economía que goza en general de buena salud pero enfrenta problemas: crecimiento lento, fuerte desigualdad y tensiones de largo plazo en el presupuesto federal.
No podemos fingir ser optimistas respecto a que Trump desarrolle súbitamente respuestas más racionales para estos problemas que las que ofreció durante la campaña, ni a que descubra una disciplina o una sabiduría que por el momento no ha mostrado. A lo largo de su campaña Trump bromeó sobre meter presa a Hillary Clinton, demandar a las mujeres que lo acusaron de acoso sexual, castrar al presidente de la Cámara de Representantes y revocar la libertad de prensa. Según el artículo del Times, habló de crear un súper PAC [comité de acción política] dedicado a la venganza política. Prometió deportar a millones, hacer trizas acuerdos de comercio, crear pruebas de religión y sabotear los esfuerzos internacionales para combatir el cambio climático, todas medidas que perjudicarían a mucha gente.
Si intenta actuar sobre estos objetivos e inclinaciones, otros deberán unirse para la defensa de los principios constitucionales y un gobierno razonable. Los dirigentes republicanos del Congreso respaldaron a Trump apostando a que apoyara su agenda legislativa y respetara su autoridad. Será puesto a prueba al respecto. Las fuerzas de seguridad deben prevenir cualquier intento de ser usadas al margen de la ley. El Poder Judicial, los empleados públicos, los medios y la sociedad civil en general tendrán papeles importantes que jugar.
Los estadounidenses no están ni estuvieron nunca unidos por lazos de sangre ni de creencia, sino por su lealtad a un sistema democrático de gobierno que divide el poder, valora el estado de derecho y respeta la dignidad de las personas. Esperamos que nuestro nuevo presidente electo muestre respeto por ese sistema. Los estadounidenses deben estar preparados para respaldarlo si lo hace, y para respaldar al sistema aunque Trump no lo haga.