Palabras de Cristina Fernández de Kirchner tras recibir dos títulos Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad Nacional de Avellaneda. Bernal, Quilmes, Provincia de Buenos Aires, 12 de octubre de 2016.
La verdad es que es un día muy especial, señores rectores y rectoras de nuestras universidades públicas nacionales, compañeros y compañeras, intendentes e intendentas de la Provincia de Buenos Aires, querido Daniel que también viniste a acompañarnos, gracias por estar aquí.
Una primera aclaración para algunos que se han puesto nerviositos con esto del Doctorado Honoris Causa. Me decían acá “y pensar que decían que no eras doctora y ahora tenés dos Doctorados de Honoris Causa además del título de abogada”. Pero bueno… el de La Plata también, claro.
Y la verdad que la primera aclaración, aunque creo que está más que dicho por quienes hablaron antes que yo. Esto no es una distinción a una persona, tampoco lo es a una ex presidenta. Esto es el reconocimiento a políticas públicas de un proyecto político que hizo de la educación una de sus banderas más importantes, porque es precisamente desde la educación donde se logra la inclusión, pero también no es menos cierto, como señalaban, que para poder ir al colegio primario, secundario y más aún a la universidad, necesitás un piso de derechos económicos y sociales que no se dan en el ámbito académico y educativo, se dan en el ámbito de la economía, de la redistribución del ingreso, de la industrialización de un país, de la generación de millones de puestos de trabajo con buenos sueldos, con convenciones de los trabajadores, con libres paritarias, que se dieron en estos doce años y que permitieron ir mejorando cada vez en mayor medida el poder adquisitivo de los trabajadores.
De nada hubiera servido abrir una universidad en Avellaneda o en Lanús o en Quilmes, o poner mucha plata en las universidades si al mismo tiempo no lográbamos que la inclusión que significa la incorporación de las primeras generaciones de hijos de trabajadores a la universidad plasmaran el verdadero rol que debe tener la educación.
Por eso es cierto cuando hablan de la pesada herencia. Tienen razón, es pesadísima la herencia que significa haber construido 17 universidades públicas, haber logrado el mayor crecimiento presupuestario universitario de toda la historia, los mejores salarios docentes y no docentes también, no nos olvidemos de los trabajadores en las universidades, imprescindibles. Las becas… No, estos no devuelven nada, siempre se llevan todo querido, quedate tranquilo. Lo que haya que recuperar lo tendrá que tendrá que recuperar el pueblo, como siempre. No hay ninguna otra recuperación posible si no es a través del pueblo y en democracia, obviamente.
Porque decíamos y decía Daniel cifras que podemos dar. Hoy Cuba y la Argentina, sí, Cuba y la Argentina son los dos países con mayor proporción de población universitaria. 4,5% de la población argentina está en las universidades, y de ese 4,5%, 3,5% están en las universidades públicas y gratuitas.
Hemos aumentado también exponencialmente el nivel de egresos, porque había otro problema grande también, la deserción, no podían terminar, porque había mucha gente que comenzaba, tenía problemas económicos y finalmente abandonaba. Hemos crecido exponencialmente en el número de egresados. Hemos creado el Ministerio de Ciencia y Tecnología, repatriado más de mil científicos, porque ojo, la educación es un combo muy complejo.
Algunos lo situaban en el proyecto de la Argentina del primer centenario y que con la educación primaria bastaba, porque la otra era para las elites. Fue precisamente lo que se señalaba acá, la democratización. Si primero fue la autonomía de la reforma del 18, si luego fue la gratuidad consagrada durante el gobierno del presidente Perón, la democratización que significa que la universidad no sea una isla, una islita democrática donde había gobierno tripartito y abajo te reventaban a palos o afuera porque estaba la dictadura, una cosa que nosotros siendo jóvenes estudiantes cuestionábamos a los entonces centros cuando les decíamos que iban a elecciones adentro de la universidad, pero que afuera de la universidad el pueblo argentino no podía elegir porque había dictadura y porque el peronismo estaba proscripto. Estas cosas pasaban en la Argentina.
Y había una universidad aislada, una universidad de islita democrática como decíamos nosotros, que luego afortunadamente, como señalaba Daniel, fue rompiéndose todo esto… Mario, perdón. Bueno, no importan, Lozano, el rector de Quilmes, acá estamos. Y se logró romper todo eso y realmente sobre todo en las universidades, en las nuevas universidades específicamente también, en las universidades del conurbano bonaerense pudimos romper eso y que se produjera el primer acceso en las familias de “mi hijo el doctor.”, aquella famosa cosa de Florencio Sánchez y que estaba únicamente relegada primero a las elites, luego a las clases medias y luego a los trabajadores.
Igualmente nos faltó mucho, mucho, porque en realidad tener que haber instalado la AUH significaba que teníamos una parte muy importante de la población en el trabajo informal, que lo redujimos también.
Cuando Néstor asumió esto era el infierno realmente, yo creo que nadie puede negar esto, el 50% de trabajo en negro, 55% de pobreza, 25% de indigencia, casi 25% de desocupación, y la verdad que nunca le escuché quejarse ni criticar a nadie, simplemente con el 22% de los votos se puso el país al hombro y a laburar, que de eso se trata, trabajar y pensar, pensar también en un país para todos y todas, inclusive para aquellos que por allí no entienden qué es esto de un proyecto nacional, popular y democrático y hablan de populismo.
Yo el otro día pensaba, la pucha, siempre vamos… Cuando éramos jóvenes, y acá lo diviso a Jorge Taiana, y cantábamos “Perón y Evita, la patria socialista”, nos dijeron zurdos, marxistas y casi nos matan a todos a tiros. Ahora, que finalmente nos convencimos que el capitalismo y bueno y que queremos todos consumir y entonces instalamos un proyecto de demanda agregada para fortalecer el mercado interno y el consumo popular, “demagógicos y populistas”. La verdad que no pegamos una, como digo yo. ¿No será que en realidad bajo distintos ropajes y con distintos discursos siempre es lo mismo, una élite minoritaria dueña del país y el resto explotado y a mirar la ñata contra el vidrio? Le cambian el nombre pero siempre es lo mismo.
Junto a eso, como decía, la AUH, fortalecimos también… Me acuerdo que creo que la primera medida que tomó Néstor cuando asumió como presidente fue ir con su ministro de Educación a la provincia de Entre Ríos a levantar una huelga docente que ya llevaba tres o cuatro meses, fue al otro día, y el tercer día creo que fue a Formosa a firmar el acta de reparación histórica de ese NEA olvidado y comenzó la reparación también de todo ese sector postergado de nuestra patria profunda, el NEA y NOA argentino.
Y yo estaba anotando algunas cosas, porque no puedo sustraerme que estoy aquí en la universidad, y yo vengo a pedirles algo también a las universidades. Recordaba el rector de la Universidad de Avellaneda, y también lo recordaba el de Quilmes, que fue Néstor el que tomó la decisión de que las distintas entidades del Estado, la administración central, descentralizada, tomaran a las universidades públicas como consultoras, de modo tal que no solamente fuera el sector privado sino que fueran en forma casi obligatoria primeras requirentes las universidades públicas nacionales consultoras del Estado nacional también, para estudios, para informes, para tener un cuadro de situación.
Y yo decía, porque también hoy requerimos de las universidades, porque tenemos que desentrañar qué es lo que ha pasado en este proceso de subordinación cultural, del que no podemos romper el sino histórico. Y recordaba que a nosotros o al antiperonismo siempre le quedó de la época de Perón como que no nos habíamos preocupado por la educación, que el peronismo había confrontado con la universidad y había quedado aquella famosa “alpargatas sí, libros no”. Y vos después cuando estudiás la historia ves que fue el peronismo el que estableció la gratuidad de la enseñanza universitaria. Como se decía, fue durante los gobiernos peronistas y durante nuestros gobiernos cuantas más escuelas se hicieron.
¿Qué pasaba entonces que de repente en el inconciente colectivo o en el discurso cultural de la intelligenza argentina quedaban grabadas imágenes como que trasmitían que precisamente los que más habían beneficiado los procesos de educación, de inclusión social, aparecían en la memoria colectiva o en los libros impresos como los que eran los grandes detractores de la educación y que no querían educada porque gente maleducada o sin educación era más fácil llevar, cuando fueron los que más hicieron? E inclusive aquellos sectores que ascendieron socialmente a partir de la movilidad social en un momento se volvían contra las propias políticas que los habían incluido.
Y entonces uno comienza a decir, tiene que a haber lugares, que no son precisamente en nuestro país tal vez, en donde se piensa, think tank, grupos de pensamiento donde se elaboran y se estudian discursos, el comportamiento de las conductas humanas, cómo influir en la subjetividad de cada persona, de cada ciudadano, ciudadana, para finalmente concluir en que terminan como enfrentados con las políticas que precisamente produjeron su movilidad y su ascenso social. Y esto es lo que vengo a pedir ayuda, que nos ayuden a pensar.
Yo decía el otro día cuando alguien anunciaba que el Estado Nacional o el Ministerio de Educación no iba a comprar más libros porque decían que los chicos no leían los libros en los colegios. Quiero darles algunas cifras. Durante los doce años, el Ministerio de Educación de nuestro gobierno compró y distribuyó 92 millones de libros en los colegios argentinos. Distribuimos 87 millones de cuadernillos hechos en las propias imprentas del ministerio, con todo lo que era política de DDHH, educación sexual, conocimiento y respeto del prójimo, genocidio, dictadura. Todo esto significaba no solo conocimiento, sino un formidable impulso a uno de los bloques industriales con los cuales se mide el EMI, el indicador industrial, que es el bloque que se denomina técnicamente Edición e Impresión. Sí, fue nuestro gobierno el que más fomentó la industria editorial en la República Argentina. No solamente la política educativa, sino su correlato económico, editoriales argentinas que tenían trabajo y no como vivimos en una época, y parece que se vuelve a vivir, de importación de libros. Autores nacionales, papel nacional, tinta nacional.
Todo esto contribuyó a ir generando lo que yo digo un espacio en la educación como nunca se vivió en la República Argentina. Y el otro día cuando alguien decía que como los chicos no leen los libros, no sé cuál es la estadística para determinar que los chicos no leen los libros y entonces decir que no van a comprar más libros. En realidad es como decir que los chicos no se vacunan y entonces no vacunemos más. A ver, mi querido, si los chicos no leen largá un plan nacional de lectura, si sos el Ministerio de Educación, para impulsar la lectura. ¿Pero cómo que no se compran más libros? Y además, ¿de dónde surge que los chicos no leen? Me consta, me consta porque me lo contaban las maestras, directoras de colegio, las autoridades cuando viajaban, que en los colegios del país profundo, del interior, los chicos esperaban las cajas y con desesperación las abrían porque estaban los libros, uno para cada pibe, para que lo pudieran llevar a su casa y no tuvieran que tener un libro que les pasara de mano en mano en el grado.
Y la verdad es que a mí me cuesta creer, porque quiero recordar cuando yo era alumna primaria, no nos daban libros en el colegio, mis padres los compraban, pero la ceremonia de ir a la librería, cuando empezaban las clases, a comprar los libros yo por lo menos lo vivía como una cosa increíble de felicidad y abrir los libros nuevos y sentirle… me acuerdo del Manual del alumno bonaerense, soy muy grande eh. Me acuerdo del Manual del alumno bonaerense y realmente, ¿A quién le quieren hacer creer que los chicos no leen los libros?
Y me parece que hay así una invalidación de las políticas muy sutil para ir naturalizando las cosas y creando un sentido común. “No se compran más libros porque los chicos no leen en el colegio”.
Algo que escuchamos en estos días también cuando se nos dijo que uno de cada tres argentinos era pobre y se largó una medición que poco tiene que ver con la realidad. El otro día la desnudaba un periodista económico con mucha certeza en un diario cuando hablaba de que esta nueva medición es una medición que implicaría que, por ejemplo, si se utilizara en Chile, en lugar del 8% de pobreza que declara tener Chile, tendría un 28%. Y que si se utilizara esa misma medición en Bolivia, en lugar de un 32% de pobreza, tendría un 50% de pobreza. Pero si esa misma medición se utilizara en EEUU, habría solamente un 3% de pobres contra el 14,40% que reconoce EEUU que tiene una canasta de 24 mil pesos. Porque lo que nadie quiere explicar o se hacen los tontos es que en realidad la medición de la canasta debe ser en la medida del consumo de un determinado país y ser homogénea para ser comparable.
Pero además, más allá de lo deductivo o del análisis, lo empírico. Muchos de ustedes deben conocer otros países seguramente de Latinoamérica: Chile, Perú, Bolivia, México, Brasil, Cuba, Guatemala, y conocer la Argentina, tu país. Sí, también, es parte de la pesada herencia, no van a viajar tanto algunos que viajaban más, sí. ¿Realmente algún argentino, inclusive de los que no están acá y seguramente fruncen la nariz cuando nos escuchan hablar, realmente esos argentinos viajados por el mundo y por la región pueden decir que nuestro país, la República Argentina, con este nivel de inclusión al que habíamos arribado es el país más pobre de Latinoamérica después de México? Por favor…
¿Qué es entonces lo que se busca? Algunos charlábamos la otra vez con Daniel y Daniel me decía “lo que buscan, Cristina, por ahí es que dentro de dos o tres meses tener otra medición y decir que entonces bajaron la pobreza”. Puede ser, pero yo creo que no, yo creo que hay otro objetivo, porque inmediatamente que salió esto, se pudo ver titulares de diarios, que no son precisamente nacionales, populares y mucho menos democráticos, decir “pese a la cantidad de planes sociales, creció y se consolidó la pobreza”. Y todos los discursos y todos los análisis estaban “pese a los programas sociales hay más pobreza”. Tiro directo al corazón, a las políticas compensatorias y de inclusión social como la AUH en nuestro país. Esto es así, naturalizar y crear sentido común que tener políticas, políticas compensatorias, políticas de inclusión, programas sociales, no sirve, que la pobreza igual crece, porque es casi como un fenómeno de la naturaleza.
No, no es un fenómeno de la naturaleza, la pobreza tiene que ver fundamentalmente con un modelo económico de país y la única manera de combatirla es generando trabajo decente y calificado con valor agregado. Por eso tanto hincapié, tanta política, tanta inversión en la reindustrialización del país. El proceso de reindustrialización que Néstor comenzó en el 2003, y que luego impulsamos cada vez más, el proceso de ciencia y tecnología, que no es una ciencia de microscopio aislada de un laboratorio, es la ciencia y la tecnología que crea nuevas innovaciones en materia productiva, que la aplica al proceso productivo, económico nacional y le agrega valor a nuestra producción y a nuestra industria, valor agregado. La gran clave para generar riqueza y para romper además la dependencia tecnológica, el pago de royalties, a todo eso se apuntó durante estos doce años y medio de inclusión social.
Apuntan a naturalizar y crear sentido común que tener políticas y programas sociales no sirve pic.twitter.com/AdQLOB2BRI
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) 13 de octubre de 2016
Creo entonces, y esta es una cosa que me viene dando vueltas desde hace mucho tiempo en la cabeza. El neoliberalismo como una forma superior del capitalismo ha trabajado creando subjetividades, creando sentido común en amplios sectores de la población. Y es precisamente en estos ámbitos, en la universidad, donde hasta por un mecanismo de autodefensa tenemos que comenzar a investigar cuáles son esos mecanismos discursivos, cuáles son esos mecanismos que entran a lo más profundo de la individualidad, no como sujetos colectivos, de la individualidad de cada persona, para finalmente hacerla creer y disociarla del proyecto político y económico y hacerle creer que su situación personal es absolutamente independiente de las políticas económicas que se lleven adelante en un país. Y que lo que ha logrado, si tiene una casa, un auto, un hijo que va a la universidad, es producto de su propio esfuerzo y no el resultado de políticas económicas. Le pasó al primer peronismo y nos pasó también a nosotros, claramente.
Por eso vengo aquí a este ámbito de pensamiento crítico, de investigación, de estudio, de progreso, de autonomía también frente al establishment mediático y económico, porque si debe haber un lugar donde se piense con libertad y sin sujeción es precisamente en la universidad. A indagar aquí a ustedes para que comencemos a abocarnos a esto.
Yo pensaba la otra vez, se acuerdan cuando estuve hace poco en Ecuador, lo contaba el otro día, y cuando ingresaba a las redes veía reproducidos casi con exactitud en las redes las críticas, habiendo un gran acto político, que se producían aquí en nuestro país. Allá dicen los buses, “van en los buses”, acá en los micros, que “los planes sociales…”, acá les decían choripaneros o planeros, y nosotros muy tontamente, me incluyo entre los tontos, tonta, me incluyo entre ellos, creíamos que era una mera estigmatización, que era una estigmatización de carácter cultural como siempre habían tenido con respecto a “cabecitas negras” durante la época de Perón. Tiene un rol de estigmatización para el que lo profiere, pero en definitiva está puesto porque también deben haber escuchado ustedes que muchas veces un obrero o un empleado en una oficina criticaba a los que tenían un programa o eran beneficiarios de un programa -o eran titulares, no beneficiarios, fíjense, hasta yo digo beneficiarios-, eran titulares de un derecho como la AUH, un programa, y lo criticaban, y lo convencían de que lo que todavía no había logrado él como empleado u obrero era porque el Estado le descontaba plata de sus impuestos para esa gente que no trabajaba.
Presten atención porque es muy perverso el mecanismo. El compañero obrero estaba en la fábrica, a lo mejor tenía 28 años, no había conocido la desocupación, no había conocido las largas filas de desocupados, entró en la fábrica con el sindicato que lograba todos los años una mejor convención colectiva de trabajo, más derechos y mejor salario, que parecía que lo había logrado el sindicato por la lucha, pero sí… era el sindicato por su lucha pero ahora también hay sindicatos y bueno, y parece que… (silbidos) No, no, no. ¿Y saben por qué “no, no”? Porque ustedes cantaban hace un rato “universidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode, se jode” No seamos tontos, no seamos tontos. Miren, las jornadas más maravillosas de lucha contra la dictadura las vivimos en la unidad de los trabajadores y de los estudiantes. Que eso no se les mueva nunca de la cabeza, por favor.
Entonces, yo pensaba, a ese hombre que estaba en la fábrica le decían, le metían todo el día tiqui tiqui tiqui tiqui, como el pájaro carpintero, que lo que le faltaba a él para la casa o lo que le faltaba a él de más salario era porque el gobierno lo descontaba de impuestos para los planeros. Entonces comienza la primera cuestión, la disociación: “todo lo que yo tengo me lo gané yo solito”. Pero además comienza la estigmatización de las políticas públicas que ayudan a los que todavía no lograron un puesto en la fábrica o un puesto en el comercio o un puesto en la oficina, un empleado de oficina, y entonces comienzan a ver al pobre, al que es titular de un programa porque todavía no pudo ser incorporado definitivamente al proceso productivo, casi como alguien al que hay que desechar y que no merecen que le den nada porque “seguramente si no trabaja es porque no quiere, y si vive en la villa es porque le gusta. Si yo pude conseguir casa, ¿por qué los otros no pudieron?”
Este es un mecanismo sutil de sentido común, y nosotros no lo advertimos, creíamos simplemente que era una estigmatización. Claro que era una estigmatización, pero era fundamentalmente una planificación de creación de subjetividades en una sociedad para producir la disociación. ¿O no lo escucharon veinte mil veces? “No le debo nada a nadie”, “no le debo nada al Estado”, “lo que yo tengo me lo gané yo”. Claro, laburaste, te rompiste el lomo, vamos a probar ahora qué pasa si haciendo lo mismo que hiciste durante los doce años y medio tenés las mismas ventajas y los mismos beneficios.
Es simple, este va a ser un maravilloso ejercicio… y yo los invito que además desde la universidad de ayudarnos a desentrañar estos sutiles mecanismos de penetración en subjetividades, también hagamos estudios de todo lo que los distintos sectores sociales en regiones, en provincias, en municipios, lograron en estos doce años y medio y hagamos una comparación en un primer año, un segundo año, un tercer año, a ver cómo va la cosa. A lo mejor estábamos equivocados. Y bueno, si estábamos equivocados seremos los primeros en reconocerlo.
Pero me parece que cuando uno ve el modelo que se está instalando, que tiene que ver con una regresión, en el estricto sentido de la palabra, de la redistribución del ingreso, que tampoco se entiende mucho cómo puede ser posible que si al Estado le falte plata, decida precisamente renunciar a ingresos muy importantes de los sectores más concentrados de la economía pero que además son primarios y que por lo tanto, al ser primarios, no agregan valor. Y no solamente eso, si no que en este primer semestre en el cual se le redujeron esencialmente los tributos, suprimieron trabajo en lugar de generar más trabajo.
Por eso creo que las consignas que animan un acto, que le dan vida a un acto y que ustedes cantan con tanta pasión y que a mí me encantan porque son alegres, porque revelan el entusiasmo, las esperanzas, las ilusiones, y cuentan nuestra historia también, cuando lleguen al aula por favor es importante discutir estas cosas, investigar estas cosas, desentrañar estos mecanismos. Se lo debemos no solamente a la historia y a nosotros, se lo debemos a los que están afuera, a la intemperie, a los que solventan nuestra educación pública y gratuita y tal vez nunca pasen ni siquiera por la esquina de la universidad. Es un compromiso que tenemos con millones de argentinos y con nuestra propia historia.
Hoy quería venir por estas cosas a la universidad, no a recibir solamente la distinción a las políticas, vuelvo a reiterar, que implementamos en estos doce años y medio. Quería tener estas reflexiones y compartir con ustedes esta necesidad de pedirles que nos aboquemos a este tipo de cosas. Y también a quienes, sin ser estudiantes universitarios o siéndolos, son militantes políticos. Porque los militantes tenemos por sobre todas las cosas la obligación, sobre todo aquellos que pertenecemos al campo nacional, popular y democrático, de simplificar nuestro discurso, hacerlo más sencillo, más accesible.
Y también abocarnos a desentrañar en discusiones estas cosas, discusiones que no pasan por un set de televisión. No, las mejores discusiones nunca se dan en los sets de televisión, se dan en el aula de la facultad, se dan en el barrio, en el taller de la fábrica, en la oficina, en el laboratorio. En tiempos en que la ciencia y la tecnología también parece ser objeto de disminución, necesitamos también defender lo que logramos porque logramos que más de mil científicos y científicas retornaran al país repatriados. No podemos permitir que se vayan otra vez porque no van a volver nunca más.
Cuántos hombres y mujeres se fueron allá por el 66 de la Argentina en aquella fatídica Noche de los bastones largos, cuando se entró en la Facultad de Exacta, cuando era el lugar icónico o emblemático de la ciencia, del pensamiento científico, crítico. Y yo creo que esto que hemos logrado en estos años tenemos que defenderlo y defenderlo bien, defenderlo con discusión, pero fundamentalmente con discusión y persuadiendo a todos y cada uno de los argentinos que tenemos que lograr que ellos se queden y sigan teniendo el presupuesto y los recursos que les dimos y más también. Porque, a ver, fuimos in crescendo, como decía recién el rector, porque no solamente fue lo salarial, no solamente fueron los libros. Dimos también la infraestructura universitaria que requerían laboratorios, nuevas aulas, nuevas universidades, nuevos edificios, para poder ir a estudiar. Me acuerdo cuando fui a inaugurar un laboratorio a Rosario con importantes científicos, uno de ellos lo habíamos repatriado de Alemania, y me contaban que el anterior laboratorio cuando llovía en Rosario tenían que, en el subsuelo que tenían microscopios y salas de investigación, estar con botas de caña alta de goma porque se inundaba el subsuelo y trabajaban con botas de goma.
Entonces creo sinceramente compatriotas, y sobre todo en este ámbito de la universidad, que tenemos que hacer un gran esfuerzo de convencimiento, un gran esfuerzo de trabajo, de militancia, de estudio, de investigación. Son momentos difíciles, no solamente aquí, son momentos difíciles en la región y en el mundo.
El otro día leía un artículo que se los recomiendo si alguno puede leerlo que era “2016, el año que vivimos estúpidamente”, se publicó en el diario El País, y ponía como ejemplo lo que había pasado con el plebiscito por el no y por el sí en Colombia, lo que está pasando en la elección en EEUU y también lo que había pasado con el Brexit, la salida de Inglaterra de la comunidad europea. Son momentos difíciles en donde pareciera ser que se instala un sentido común contrario a los intereses de las grandes mayorías, pero lo paradójico es que pareciera ser asumido por las grandes mayorías en contra de sus propios intereses.
Son momentos de confusión, son momentos que han sucedido en otras etapas de la humanidad, de oscurantismo diría yo, hay una suerte de oscurantismo, una atmósfera. Se respira en el aire un cierto antiintelectualismo, un antipensar, y que todo es simple, todo es en cuatro palabras, en 140 caracteres. Que nadie se ofenda, yo uso Twitter también. En Twitter hay que escribir en 140 caracteres, lo que no se puede es pasar la vida pensando en 140 caracteres porque entonces estamos en serios problemas. Lo que sí sirve el Twitter es para ejercitar el tema de la síntesis, pero nada más que para eso muchachos, por favor. No pensemos que ese es el camino porque estamos muertos y sonados.
El camino siempre es el de las ideas, el camino es estudiar y saber cada vez más, el camino es el de prepararse y capacitarse más que todos, el camino es estudiar, el camino es ayudar al que está al lado, tenderle la mano al que tiene problemas. Es más, explicarle al que todavía no entiende o al que todavía te insulta, tené mucha paciencia y cuando pare de insultarte volvé a explicarle de vuelta cómo es esta historia de la economía, cómo es esta historia de la inclusión, cómo es esta historia del poder adquisitivo de los salarios, cómo es esta historia de la educación y la salud para todos, cómo es esta historia del Conectar Igualdad, cómo fue la historia de las universidades públicas en el conurbano bonaerense, cómo fue la historia de la inclusión de nuestros jubilados, del PAMI cuando daba remedios gratis a nuestros jubilados, cómo es la historia de 19 vacunas gratuitas y obligatorias. Esta es la historia que tenés que contar, sin enojarte, sin pelearte, con inteligencia, porque tenemos la razón y la razón más tarde o más temprano siempre gana, siempre vence. Muchas gracias.