Nota de Alicia Barrios.
Francisco es, fue y será muy malvinero. Todos los años, el 2 de abril, celebraba misa en la Catedral metropolitana junto a todos los familiares y ex combatientes de Malvinas. Los alentó y abrazó siempre. A las seis de la tarde las puertas del templo se abrían de par en par para ellos. Recordaba con emoción a los 649 caídos en combate. En ese día glorioso y doloroso para la memoria de los argentinos, de la misa salían con una sonrisa. Esperanzados para seguir luchando un año más. Antes era un ruego desde el país, ahora es desde el Vaticano para el mundo. Al Papa no lo tomó de sorpresa la presencia de Gustavo Hoyo, director de Diálogo Malvinas. Se acercó. Tomó la pancarta en sus manos y les dijo: “Sigan adelante”. Posó para la foto. Nunca dudó, sus homilías así lo demuestran, que las Malvinas son argentinas. Él sabe mejor que nadie, que decir la verdad no conforma a todos.
Francisco es un hombre que trabaja para y hasta la victoria. Por eso no responde a los mediocres. Su grandeza no le da tiempo para debates menores.