Palabras de la Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner en la #FiestaPatriaPopular Plaza de Mayo por el 204º aniversario de la Revolución de Mayo. Domingo, 25 de Mayo de 2014.
Pueblo de mi Patria: aquí estamos una vez más en esta histórica Plaza de todos los argentinos, para celebrar un nuevo aniversario del nacimiento de la Patria.
204 años de la Revolución de Mayo, y quiero aclarar algo, quiero hacer hincapié en estas palabras, “Revolución” y de “Mayo”. porque muchas veces y hasta a mí también me ha pasado, que cuando recordamos el 25 de Mayo, solo lo hacemos recordando a un puñado de hombres patriotas, próceres que pasaron a la historia, pero nos olvidamos del pueblo. Porque cualquier esfuerzo individual, cualquier esfuerzo de un puñado de hombres, no pueden construir una nación. Solamente lo hace cuando ese puñado de hombres es acompañado por el pueblo.
Por eso, siempre debemos recordar que puede haber pueblo y no revolución. Lo que nunca puede haber es revolución sin pueblo. Esto lo tenemos que tener todos muy claro.
Porque hoy venimos a celebrar esta fiesta del pueblo que también nos exige nuevos desafíos, nuevos e importantes desafíos a todos los argentinos. Pero sobre todo, a los hombres y mujeres que tenemos vocación política, vocación de organizar, participar y dirigir el derrotero de un pueblo en la construcción de una gran nación.
Hoy también, se cumplen 40 años, exactamente 40 años de la desaparición de un gran argentino, de un gran pensador nacional, don Arturo Jauretche. Y esto, hoy lo leía a un periodista historiador por la mañana en el desayuno, plantearse que el último gran pensador nacional que estructuró el pensamiento de muchas generaciones, como lo habían estructurado también los próceres de mayo, habían muerto hace 40 años sin que fuera suplantado por ningún pensamiento.
Y digo, ¡qué gran desafío que tenemos en este siglo XXI! Hace pocos días inaugurábamos el monumento a ese otro gran argentino que fue el padre Carlos Mugica.
Dentro de muy pocos días, tal vez en junio, inauguremos casi a una cuadra, una cuadra y pico, el monumento a don Arturo Jauretche. Y planteo entonces la necesidad de que esta generación del siglo XXI, que ha dejado atrás un mundo y un país, el del siglo XX que ya no existe, ni política ni geopolíticamente, la necesidad de elaborar a partir de nuestras propias experiencias como país, de las cosas que nos contaron que sucederían, si nos atrevíamos a hacer determinadas cosas, reelaborar todo ese pensamiento del siglo XX y retomar como generación la necesidad de formular un proyecto de país, que tiene sus cimientos y sus pilares fundantes en ese 25 de mayo de 2003, cuando un hombre al que le habían dicho como a todos los argentinos, que era imposible construir un país donde hubiera trabajo, donde hubiera buenos salarios, donde además los empresarios pudieran ganar plata y además, pudiéramos hacer o pagar la deuda, le habían dicho que era imposible si no hacían determinadas cosas, él dijo que había otra manera de gobernar, que había otra manera de pensar y que él la iba a llevar adelante y dejó la vida en eso de llevarla adelante.
No tenemos que tener miedo a esos desafíos. Hoy por la mañana, cuando escuchaba la homilía en el Te Deum, la primera frase de la homilía que me impactó y que me quedó repiqueteando para unirlo a esto que estoy hablando, es cuando se relata la Última Cena de Jesucristo, sí se relata, seguramente mañana algún medio dirá que alguien relató también y es un relato Jesucristo con la Última Cena, pero todos los cristianos sabemos que no, relata la Última Cena y en esa Cena de Pascua, Jesucristo decide apartarse de ritos ancestrales, de ritos que llevaban miles de años para festejar las Pascuas y decide lavarles los pies a sus discípulos para expresar la vocación de servicio, la vocación de humildad, la necesidad de servir a los excluidos, a los pobres y a los que menos tienen, se atrevió a cambiar las reglas preestablecidas. Y eso es lo que nosotros hemos hecho en estos años.
Pero es necesario, es imprescindible que esto se materialice, no solamente en un puñado de ideas, en acciones o en gestión, significa que el conjunto del pueblo argentino, al que convoco en esta fiesta patria, a la unidad nacional, pero no a cualquier unidad, no me interesa la unidad nacional para volver para atrás, no me interesa la unidad nacional para no ocuparse de los pobres y de los excluidos, no me interesa la unidad nacional que me dice que tengo que decir que sí a culturas que no tienen nada que ver con nuestra historia ni con nuestras necesidades.
La unidad nacional que quiero, la unidad nacional que necesitamos los argentinos es lograr que cada vez podamos entendernos más y mejor a partir de la palabra y de ideas claras, sin agresiones, sin descalificaciones y, sobre todo, sin discriminaciones. A veces me duele como argentina, como mujer cuando se nos critica porque somos cosas a los pobres o a los negros o al hijo de algún inmigrante. Digo que es más importante cuando pareciera ser que solo importa la suerte de cada uno.
Yo quiero hoy en este 25 de Mayo apelar al amor, al amor por el otro como se decía hoy por la mañana. Es mentiroso el que dice que ama a Dios y odia a su prójimo o no se ocupa de su prójimo. El amor es, fundamentalmente, ocuparse del otro.
Por eso, cuando aquel 2 de abril, allá en el Sur, en la Patagonia recordando Malvinas dije “la Patria es el otro”, no estaba pensando en una frase o en un eslogan; la tragedia que después ocurrió vio a esta juventud increíble que se incorporaba a la política, volcarse al trabajo solidario para ayudar a esos que habían sufrido la tragedia.
Y verlos hoy enarbolando sus banderas cuando vienen a los actos; cuando los veo hoy en los barrios junto al Ejército Argentino ayudando a los que menos tienen cavando zanjas; cuando los veo hoy investigando en las universidades y en los laboratorios porque hemos vuelto a tener universidad, recursos para poder hacerlo; cuando los veo hoy en las nuevas universidades y con las nuevas posibilidades, siento realmente que se ha cumplido una parte importante de la tarea. Pero falta todavía, porque como lo dije alguna vez, mientras haya un solo pobre en la Patria, estaremos en deuda con ella y nuestra obligación como argentinos, como cristianos es, precisamente, llevar, no solamente el mensaje, sino la acción, el gesto, la palabra y la acción que nos permitan ser coherentes con lo que decimos todos los días y hacemos todos los días.
Yo también los quiero mucho a todos ustedes, mucho, más de lo que se imaginan.
Y creo entonces, argentinos, que estamos ante una oportunidad histórica, oportunidad histórica que es cierto que algunos quieren boicotear, que es cierto que algunos quieren sembrar cizaña, algunos quieren dividir y enfrentar. No cuenten conmigo, no cuenten conmigo, voy a seguir trabajando como siempre lo he hecho por las ideas que creo, con la fuerza de mis convicciones.
Pero también les pido, como lo hicimos en la oración hoy por la mañana, que no angustien más a los argentinos, que ayuden a construir esperanza, que no asusten más a los argentinos, que ayuden a generar fe en el país y en las posibilidades que tenemos porque hemos hecho mucho pero necesitamos todavía hacer mucho más.
Y para ello necesitamos de argentinos y argentinas convencidos, de fe. Fe en la Patria, fe en la Nación, fe en nuestra historia, fe en nuestras posibilidades, esperanzas en el futuro. Pero también saber que el futuro vino a quedarse y hoy está más firme que nunca y lo vamos a seguir llevando adelante.
No hay misterios. Muchas veces me miran como si yo fuera la Esfinge para notar un gesto o algo interrogándome. Son ustedes, son ustedes los que saben muy bien qué clase de convicciones, qué clase de certezas, qué clase de conductas y qué clase de historias requiere la Nación para seguir cambiando de ese destino que algunos nos quisieron imponer y que empezamos a torcer ese 25 de mayo del 2003, como también lo habíamos hecho un 25 de mayo de 1810.
Nos habían querido convencer que estábamos equivocados y hace cuatro años, masivamente ese pueblo se lanzó a las calles de esta maravillosa ciudad de Buenos Aires a recordar, a conmemorar y a festejar su Bicentenario. Y ahí pudimos vernos los argentinos las caras y nos dimos cuenta que tenemos una historia que recordar para no repetir viejos errores, que tenemos un presente en el que seguir trabajando, pero por sobre todas las cosas, tenemos un futuro que seguir construyendo entre todos, cada vez con más fuerza, cada vez con más inclusión. Incluir argentinos, porque hasta eso ha cambiado.
Cuando yo era joven como ustedes y empecé a militar, no se hablaba de inclusión. Las palabras “inclusión” o “exclusión” no eran categorías políticas; las categorías eran la explotación del hombre por parte del capital. Y estoy hablando de los años 60, 70, no estoy hablando de hace dos siglos. Esas eran las categorías políticas.
Hoy, no han transcurrido 50 años y han cambiado esas categorías políticas, hoy ya ni siquiera se requiere la explotación. Les basta con la exclusión para apoderarse unos pocos de lo que le corresponde al conjunto del pueblo.
Por eso les digo que es necesario repensar esa historia, repensar este presente y repensar el esfuerzo que tenemos que hacer. Porque siempre, siempre las ideas preceden a las gestiones.
Yo sé que por allí hay algunos que hablan de las ideologías han pasado de moda o decían que las ideas no sirven, que da lo mismo ser Juan, Pedro o Diego para gestionar. No, no es lo mismo y todos lo sabemos. El que dice eso, es porque también tiene ideas, tal vez no las puede contar porque a lo mejor son las que nos les conviene a las grandes mayorías.
Por eso, esas grandes mayorías, casi absolutas mayorías –diría- que fueron despojadas tantas veces y que luego de procesos históricos de recuperación, como se dieron durante el siglo pasado, en la media mitad del siglo, junto al peronismo, luego de la recuperación que tuvimos ahora en esta década en la que hemos vuelto a recuperar patrimonio nacional que creíamos definitivamente perdido y que necesitamos para hacer la verdadera soberanía de la Argentina, yo los convoco a estas grandes mayorías que a lo mejor algunos dentro de ese sector están mejor, que por favor no olviden cómo estaban, porque hay un sino histórico que no es de nosotros únicamente, pasa en todos lados.
Muchos creen que las cosas se han obtenido únicamente por esfuerzo propio. Y es cierto que mucha gente trabaja y se esfuerza, pero también no es menos cierto que antes se esforzaba y trabajaba y no conseguía ni trabajo ni obra social ni salud ni educación ni jubilación ni absolutamente nada.
Entonces, por ahí si ve la acción de alguien, si ve la acción de alguien que no hace honor a lo que el Estado le brinda, que no se confunda. Pero a mí me decía una señora que me había venido a ver: “Pero si hay uno que tienen un plan social y no sé qué cosa…”. Cuántos serán, uno y cuántos otros millones que no tienen nada son los que contribuyen también a sostener la demanda y sostener que la economía siga andando para todos y cada uno de nosotros. Quiénes se creen que son, los que van a comprar o que van a consumir.
Por eso, pensemos los argentinos, dialoguemos los argentinos con palabras, con ideas y que esa unidad nacional sea, precisamente, para ser cada vez más grandes y cada vez mejores, pero cada vez mejores tenemos que ser todos, no solamente pedir que sea mejor el de al lado y yo hacerme el estúpido; mejores tenemos que ser todos.
Y ahora, hemos recuperado esta noción de Patria, ahora que los argentinos cantamos con orgullo el himno.
Yo le preguntaba hoy a una persona muy grande, va no tan grande, si me escucha se va a enojar, no es tan grande, “¿Vos te acordás -le digo yo- que se hayan festejado los 25 de Mayo y los 9 de Julio y las fiestas patrias como las festejamos desde que estamos en el Gobierno?” “Y no, había un desfile militar, y algo más y nada más”.
¿Se dieron cuenta argentinos que nos reunimos en la Plaza vuelta para festejar el 25 de Mayo que es la fiesta patria y la recuperación de la Nación para todos los argentinos? Parece una tontería, pero no es una tontería, es una reafirmación de la pertenencia y de la identidad cultual. Y a esta reafirmación de la pertenencia y de la identidad cultural, es a la que apelo, con humildad.
Yo sé que muchas veces, por mi forma de ser, soy como soy…No, no, sé como soy, por ahí soy dura en mis palabras, por ahí tengo un tono sincera sí, pero uno puede ser sincero y un poquito más suavecito. Pero bueno, si a alguno le ofende por ahí mi estilo, mi forma de hablar, le pido perdón. Pero sepa, sepa de corazón, que siento este país y a esta Patria, sepan que más allá de las formas, que más allá del tono, sepan que acá van a tener una Presidenta que jamás va a traicionar los intereses del pueblo ni los intereses de la Nación.
Gracias, argentinos, ¡viva la Patria! ¡Vivan estos 204 cumpleaños de la Nación Argentina!
Los quiero a todos y muchas gracias por todo.
Más fotos de la fiesta en el Facebook de Cristina.
Necesitamos que los distintos dirigentes responsables de las organizaciones, también organicen cursos de formación sobre política internacional, sobre historia internacional.
Ustedes se dieron cuenta que prácticamente, salvo cuestiones catastróficas o muy evidentes, parece como que la Argentina fuera un planeta solo en el mundo, que no existiera el resto, porque no hay una sola noticia internacional de nada, de las económicas ni hablemos.
Tenemos que prepararnos, tenemos que saber, porque al que no estudia, al que no sabe lo que pasa y cómo se fueron produciendo los acontecimientos, lo llevan de la nariz. Sobre todo, en un mundo, donde los medios de comunicación y, fundamentalmente también, las redes sociales han adquirido una gran importancia, el problema es la selectividad de la información.